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Crisis del coronavirus

Radiografía de una posible cuarta ola: con mayores aún en riesgo pero mucho menos explosiva y letal

Un hombre es vacunado contra el covid-19 en el Hospital Isabel Zendal en Madrid.

Entre la resignación, el cansancio y la esperanza, los españoles abordan un nuevo aumento de contagios tras semanas de descenso de una curva que, tras la explosión de casos postnavidades, se ha situado en niveles inferiores a los registrados tras la segunda ola. Sin embargo, el avance de la campaña de vacunación permiten extraer, con todas las cautelas, dos buenas noticias. La primera es que la inmunización de la población más vulnerable hará descender la letalidad de un nuevo pico, de producirse: ya se han vacunado con ambas dosis la inmensa mayoría de las personas mayores en residencias, varias comunidades han terminado con los grandes dependientes y todas abordan la inoculación a mayores de 80 mientras el producto de AstraZeneca vuelve a suministrarse a los sectores esenciales. La segunda es que la cuarta ola, que los especialistas descartan que sea tan explosiva y letal como la segunda o la tercera, podría ser la última: en el mejor de los escenarios futuros, la mayoría de los españoles tendrá anticuerpos contra el covid a lo largo de este verano. No está claro si se trataría de la defenestrada "nueva normalidad" o una normalidad a secas: pero la crisis sanitaria quedaría desactivada. Aunque en alerta por las variantes circulantes.

Este lunes, la incidencia acumulada (casos/100.000 habitantes) en los últimos 14 días ha ascendido de los 128,17 casos a los 128,71. El aumento no llega a un punto, pero los analistas prevén que los contagios seguirán creciendo, aunque de manera moderada: las cifras del lunes siempre registran una ligera infranotificación por el efecto fin de semana. Doce comunidades registran una incidencia mayor que la comunicada por el Ministerio de Sanidad el pasado jueves, último día de publicación de su recopilación: y la Comunidad de Madrid, cuya salida de la tercera ola no ha logrado bajar de la frontera de los 200 casos, sigue liderando a nivel nacional.

La número dos del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (Ccaes), Maria José Sierra, manifestó este lunes en su comparecencia cierta preocupación, aún contenida pero real: la incidencia a siete días de todas las comunidades menos una representa más del 50% con respecto a la de 14 días, "lo que nos indica que la tendencia es ascendente". "Aunque haya que esperar algún día para confirmar esta tendencia, estamos preocupados (...). De cara a estas festividades, hay que mantener las precauciones", aseguró.

"Los datos son mucho mejores" en comparación a tormentas pasadas, asegura el epidemiólogo de la Universidad Oberta de Cataluña (UOC) Salvador Macip. "Hemos conseguido bajar los casos a un nivel más o menos aceptable. Pero las olas dependen más de nosotros que del virus. Tenemos que seguir teniendo cuidado". Las cifras pueden despertar de nuevo la preocupación, habida cuenta de que España es incapaz de compatibilizar la actividad económica con una tasa de incidencia por debajo de los 100 casos de media en el territorio. Sin embargo, hay datos que indican que esta nueva subida no será tan brutal como la vivida después de Navidades. A la espera de ver lo que sucede con un puente de San José y una Semana Santa donde están prohibidos los viajes entre comunidades autónomas –a diferencia de diciembre–, el aumento no será vertiginoso e, incluso, puede dar pie a una cierta estabilización que no merezca el término –tan en disputa y sin una definición epidemiológica clara– de ola.

En primer lugar, un fuerte crecimiento de la incidencia suele estar precedida de un aumento en la positividad: la relación entre test realizados y pruebas que indican un contagio. La mayoría de las comunidades autónomas siguen bajando esta tasa y algunas suben, pero muy ligeramente. Se mantienen en torno al 5%, un buen indicador. Y en segundo lugar, la ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) con pacientes covid está bajo mínimos en muchas regiones, aunque el descenso de la letalidad alarga la estancia de los críticos y provoca que este medidor haya descendido más lentamente que tras la segunda ola. Se salvan más vidas, lo que –paradójicamente– provoca que el sistema sanitario esté más tensionado, como se analiza aquí. Desde que el repunte se nota en los datos del sistema sanitario pasan entre dos y tres semanas, por lo que aún hay margen para seguir descongestionando. 

En todo caso, si bien nadie puede bajar la guardia, hay comunidades que deben estar especialmente alerta por el aumento de los contagios. Son las que tienen las UCI más tensionadas por los efectos aún visibles de la tercera ola. Un repunte puede complicar la situación. Son La Rioja, Asturias, Cataluña, Madrid y Castilla y León, cuyo porcentaje de pacientes covid en esta planta de sus hospitales supera el 25%. La Comunidad de Madrid, que se ha negado a tomar medidas estrictas de control de la transmisión desde que la gestión de la pandemia recayó en las comunidades, ha encontrado su suelo por encima de los 200 casos de incidencia acumulada a 14 días y por encima del 25% en UCI que marca un riesgo "extremo" según el semáforo covid. 

El 4,80% de los españoles ha recibido ya la pauta completa de alguna de las vacunas actualmente disponibles. Pero la cifra mejora, y mucho, cuando se dirige el foco a los sectores más vulnerables. El número de brotes ha descendido un 90% en residencias, cuya gran mayoría de usuarios ha sido inmunizados por completo. Todas las comunidades han empezado a vacunar también a los mayores de 80 años, aunque el ritmo es desigual: Cataluña, Cantabria, Canarias, Comunitat Valenciana y Asturias empezaron el 15 de febrero y Navarra, la más atrasada, el 2 de marzo. Está ampliamente demostrado que la vacuna previene la enfermedad grave, por lo que el número de ancianos que ya ha recibido este producto permite esperar un repunte mucho más benevolente. 

Sin embargo, hay potenciales candidatos a UCI en caso de contraer el covid que aún no han sido vacunados: a los especialistas les preocupan, específicamente, los mayores de 65 años con comorbilidades. "Este grupo de población es el que realmente satura las Unidades de Cuidados Intensivos, aunque también hemos tenido jóvenes. Es el que tensiona el sistema sanitario", aseguraba la semana pasada a infoLibre el doctor Álvaro Castellanos, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina Intensiva (Semicyuc). Coincide el epidemiólogo Macip: "En esta cuarta ola podrá verse menos mortalidad, pero para que los ingresos hospitalarios desciendan de manera importante, hace falta entre el 30% y el 40% de población vacunada". 

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El impacto de la variante

Simón predijo que la variante descubierta en Reino Unido, conocida como B117, sería predominante en el país a mediados de marzo. La situación es dispar entre comunidades autónomas, pero el director del Ccaes no andaba muy desencaminado. Según el último informe del Ministerio de Sanidad, en siete comunidades se estima que la cepa ya supone más de la mitad de los contagios: Andalucía, Asturias, Baleares, Cantabria, Cataluña, Galicia y Navarra. Desde diciembre se sabe que esta variante es más contagiosa y los hospitales notan cómo brotes de características similares ahora infectan a más personas.

Sin embargo, la variante es solo uno de los múltiples factores que incide en la transmisión. Por el momento, no está provocando un aumento desbordante de los casos. Pero sí puede ser una de las razones que expliquen la ralentización de los últimos días y la subida que se espera en las próximas semanas. 

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