Carta a un exmilitante del FRAP

Las palabras resignificadas

Pintadas en Lisboa contra las últimas condenas a muerte del franquismo.

No me atrevo a llamarte camarada. ¿No soy capaz de escribir una fórmula amable? Me asombra mi propia confusión. ¿Es miedo? ¿Es ignorancia? Porque las palabras. Las palabras que tuvieron una vez un sentido han sido resignificadas. Y sé el peso que el lenguaje tuvo entonces. También el lenguaje ha perdido. No sé cómo lo hacen pero utilizan las palabras y las dejan demacradas. Las pisotean. Han ensuciado palabras como memoria o pueblo o compañero. Está infecta hasta la palabra libertad. Dice hoy un filósofo en el periódico que entonces ser antifranquista no significaba ser demócrata. Siempre cogido todo por el filo de la tangente alucinada de lo que es o no es justo. Ahora las cosas se explican así y el lenguaje está herrumbroso. No hay bisturí. Ni fascista ni antifascista. Ecuanimidad, dicen. Seguro que no sonríes. Y yo tampoco. Además del lenguaje, he perdido el sentido del humor en estos meses de atrás. Me quiero presentar: te escribe una cobarde. Soy parte de ese porcentaje de los vivos que nunca se ha jugado ni el plato de la mesa para que cambien las cosas. Tú cómo estás. 

Hace poco que el Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) ha vuelto a la bancada. Imagino que tú también habrás regresado a aquellos años y a revisar tus pasos. A la memoria de una generación muy joven que mantuvo el pulso. Otra vez, la rabia. Una diputada aristócrata llamó al padre exmilitante del vicepresidente del Gobierno “terrorista”. A ella no le gusta, eso dice, que le recuerden su cuna y tramó la venganza en sesión política en directo con el país en estado de alarma por la pandemia. Al padre del político lo cogieron en 1973, antes de que el FRAP pasara a la lucha armada, repartiendo panfletos a favor del 1 de Mayo en la Puerta del Sol y lo mandaron a Carabanchel, la cárcel asolada donde no queda ni un muro en pie que diga: aquí se encerró, se torturó y se ejecutó durante la dictadura a hombres y mujeres. Garrote vil, pelotones de fusilamiento, brutales palizas, elusión de asistencia médica. De esa cárcel partieron una madrugada de septiembre, escoltados por la siniestra Brigada Político Social y un enorme despliegue militar, tus compañeros Xosé Humberto Baena Alonso, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz para ser ejecutados, los últimos asesinatos de la dictadura, junto a los de los etarras Juan Paredes Manot (Txiki) y Ángel Otaegui. Era finales de septiembre de 1975. Ese mismo día, Antonio González Pacheco, Billy el Niño, el policía torturador, recibió 20.000 pesetas de felicitación pública, según consta en su hoja de servicio, por desarticulación del aparato de propaganda del FRAP. 

Es extraño el uso y los mecanismos de la memoria. De la colectiva y de la individual: ¿acaso no son la misma? ¿No cambió tu vida para siempre haber pertenecido al FRAP? Desde este 2020, parece que vuestra mayor derrota haya sido el olvido. No sé si lo creerás así. Lo cierto es que pregunto a gente de mi edad, gente supuestamente politizada, gente supuestamente de izquierdas, por vosotros y sois muchas veces poco más que una idea lejana. No les culpes, tampoco os culpéis vosotros. Formaba parte del acuerdo destruir o emborronar la memoria de los que se oponían al régimen. De la resistencia a la dictadura. La historia reciente de España se sostiene apenas en unos documentos censurados de difícil acceso y los testimonios orales de los cada vez menos testigos. ¿Cuál contiene más verdad? Dime, ¿cómo puedo completar el relato de lo que significó esa revolución imposible? ¿Dónde se acude para desentrañar lo sucedido? ¿Cómo puede ser que el acceso a la historia sea tan complicado y los custodios sigan en pie? 

Es en mayo de 1973 cuando se funda formalmente vuestra organización en París, cuentan que en casa del dramaturgo norteamericano Arthur Miller. Sois comunistas marxistas-leninistas. El frente se escinde del Partido Comunista porque no creéis en la postura del PCE de Santiago Carrillo para propiciar un pacto entre las fuerzas de la oposición que facilite el tránsito pacífico de la dictadura a la democracia. Es el mismo Partido Comunista que solo dos años después no se prestaría a defender a Baena, Sánchez-Bravo y García Sanz en los consejos de guerra sumarísimos e irregulares en los que fueron condenados a muerte para no involucrarse en el entorpecimiento del proceso a la democracia. El régimen se desmoronaba con Franco enfermo de Parkinson y el cambio estaba próximo. 

Ellos quisieron el pacto; vosotros elegisteis la revolución. 

Cuarenta y cinco años después de la caída del franquismo, ¿cayó también para ti?, me gustaría mirar juntos hacia atrás para saber que muchas de las cosas contra las que luchasteis se instauraron sin mediar justicia. Ese fue el pacto. Ese, el país en el que yo nací. Muchas de las corrupciones, simplemente, continuaron; regresó la monarquía y se amnistiaron casi todos los procesos, por ejemplo, los abiertos contra aquellos que os torturaron durante días y días en sótanos de comandancias policiales sin ningún control judicial. A veces, siento que la Transición se ha explicado a mi generación como un periodo de espíritu intocable e incuestionable. Y sin embargo, creo que discurrió en distintos planos, depende de dónde llegases. El hombre que firmó algunas sentencias de muerte presidió a continuación un partido democrático. El sabueso que os torturaba se integró en el cuerpo de la Policía en democracia sin que le diera tiempo ni a lavarse las manos. No le resto importancia a la reconciliación. El abrazo también fue importante. No fue despertarse un día con un gobierno democrático. No quiero resultar tampoco frívola, el país estaba exhausto del sufrimiento. Soy hija del año del intento fallido del golpe de Estado. Pero de aquellos descuidos hirientes, de aquella amnesia, estos malos recuerdos en el Congreso. 

Erais muy jóvenes. Teníais alrededor de 20 o 25 años; dirán que es la edad del idealismo. También es la edad de ser inconscientes ante el peligro. Pero, ¿por qué tan tarde para actuar sobre la historia? Por qué ese intento kamikaze final. Ya no bastó con acciones huelguísticas, ya no bastó con encabezar manifestaciones. Explícame cómo se decide pasar al ataque. Después de cuántos detenidos, de cuántos golpeados, de cuántos desaparecidos. Cuando te dijeron que para acabar con los fusiles había que empuñar el fusil, ¿dudaste? ¿Te echaste atrás? ¿Por qué aquella precipitación en las acciones? ¿Es cierta? Cuando la dictadura se encontraba ya con el agua al cuello, vuestra lucha parece desde la distancia un último intento desesperado para derribarla. Y sin embargo, su aparato de represión se revolvió. Y dio un buen mordisco final.

El FRAP mató a cuatro agentes: Juan Antonio Fernández Gutiérrez, miembro de la Brigada Político Social, el 1 de mayo de 1973; Lucio Rodríguez Martín, asesinado el 14 de julio de 1975, policía armada y de Tráfico; Antonio Pose, asesinado el 16 de agosto de 1975, agente de la Guardia Civil; y Juan Ruiz Muñoz, policía armada, el 14 de septiembre de 1975. 

El Gobierno de Franco mató a cuatro frapistas: el 17 de septiembre 1973, Cipriano Martos Jiménez murió tras dos días de tortura policial. El 27 de septiembre de 1975, fueron asesinados Baena, Sánchez-Bravo y García Sanz por las muertes de Pose y Rodríguez Martín. Los frapistas se declararon inocentes hasta el final. No hubo pruebas. Ninguna. Los abogados de la defensa fueron expulsados del juicio. 

El 20 de diciembre de 1973, Carrero Blanco había sido asesinado por ETA. El 27 de agosto de 1975 se promulgó la ley antiterrorista y el Gobierno ejerció, frente a vosotros, pero también frente al mundo que se rebelaba contra el fascismo español, el peor de los castigos. El saldo quedó en cuatro por cuatro. Atrás, miles de hombres y mujeres muy jóvenes encarcelados y torturados, algunos hasta la muerte, por luchar clandestinamente contra Franco. 

Han pasado muchos años y no ha pasado ninguno si en el Congreso de los Diputados, si en las familias y reuniones seguimos hablando y callando las mismas cosas. Si las víctimas no parecen encontrar su lugar en la historia, lejos de la politización. Parece, no obstante, que algunas bocas han vuelto a abrirse y no es precisamente para la confraternización. Dicen “Viva España”. Pasean la bandera del águila. Y estoy segura de que sus formas te suenan porque son las mismas que antes de 1978. 

Dijo el escritor Albert Camus que en política son los medios los que justifican el fin. Pero también Camus escribió en ¡España libre! que el franquismo representaba a “la aristocracia de una banda, a la realeza del crimen y a la cruel señoría de la mediocridad”. Las preguntas que quiero hacerte son estas: ¿crees que eres un terrorista por haber pertenecido al FRAP? ¿Son terroristas quienes se enfrentan a las dictaduras o son resistencia? ¿Son terroristas los que apretaron el gatillo en Hoyo de Manzanares para matar a las tres últimas víctimas de un gobierno impuesto por la fuerza o los que mataron a los guardia civiles y policías? ¿Qué significa el terrorismo para ti? ¿Es lo mismo repartir propaganda que apretar un gatillo? 

Si me tuvieras en frente, ahora mismo, probablemente me dirías que terrorismo es ejercer el terror para conseguir algo. Y que eso justamente es lo que hacía la dictadura. Que los Estados totalitarios necesitan crear sus propios terrorismos para justificar su naturaleza. Dime, ¿qué harías si volvieras al 1 de Mayo en que fuiste detenido con 20 años?

¿Volverías a militar? ¿Qué valió la pena y que no? 

Son muchas preguntas. Quedo a la espera de respuesta. 

Ya no hay prisa. 

Cartas para el día después

Cartas para el día después

Aroa

*Aroa Moreno Durán es escritora y autora de 'La hija del comunista' (Caballo de Troya).

*Esta carta está publicada en el número de verano de tintaLibre, ya a la venta. Si eres socio de infoLibre, puedes consultar todos los contenidos de la revista y los números anteriores haciendo clic aquíaquí

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