La portada de mañana
Ver
Cinco reflexiones cruciales para la democracia a las que invita la carta de Sánchez (más allá del ruido)

Veranos con historia

El llanto revolucionario de la primera 'niña probeta'

El nacimiento que valió un Premio Nobel

¿Qué pasó?

“Superbebé”, “La encantadora Louise”, “Nace la primera bebé probeta”… Los principales medios de comunicación británicos evidenciaban la importancia que aquel alumbramiento tenía para la ciencia y, en especial, en el ámbito de la ginecología. El nacimiento de la pequeña Louise Brown ese verano de 1978 en el Oldham and District General Hospital, en la ciudad de Manchester, marcó un antes y un después en el desarrollo de la técnica conocida como fecundación in vitro: por primera vez en la historia, el equipo comandado por el ginecólogo Patrick Steptoe y el investigador sobre fisiología en la Universidad de Cambridge Robert Edwards consiguieron que de un óvulo fecundado en laboratorio e implantado posteriormente en un útero naciese con éxito un ser humano.

¿Cuándo pasó?

Todo comenzó en noviembre de 1974, cuando a Lesley Brown, madre de la niña, le implantaron en la matriz el óvulo que los médicos habían fecundado en un laboratorio con el esperma de su marido, John Brown. El matrimonio llevaba nueve años intentando ser padres, pero un defecto en las trompas de falopio de la joven, que en el momento del parto tenía 29 años, lo hacía imposible.

Sin embargo, nueve meses más tarde, en el paritorio del Oldham General Hospital, poco antes de la medianoche de aquel 25 de julio de 1978, rompió a llorar Louise. La niña, que pesó 2,61 kg, nació por cesárea y desde el primer momento fue un bebé saludable que ni siquiera necesitó la incubadora que tenían preparada para ella.

¿Quiénes fueron sus protagonistas?

Además del matrimonio Brown y de la pequeña Louise, en la ecuación de esta historia jugaron un papel muy relevante dos personas más: el ginecólogo Patrick Steptoe y el fisiólogo en la Universidad de Cambridge Robert Edwards. Ellos fueron los padres probeta de la niña gracias al tratamiento de reproducción que por aquel entonces todavía se encontraba en fase experimental —incluso hicieron firmar a Lesley un documento en el que se comprometía a abortar si el feto presentaba lesiones irremediables—.

Steptoe llevaba más de doce años trabajando en la técnica de la fecundación in vitro. Estaba convencido de que la esterilidad de una mujer a causa de una deformación en sus trompas de falopio podría superarse extrayendo un óvulo, fecundándolo en el laboratorio e implantando el embrión directamente en el útero materno.

Sin embargo, el avance científico no habría sido un éxito sin los conocimientos de Edwards, su pareja de baile en todo el proceso. El fisiólogo sabía que el óvulo sólo podría ser fecundado en el momento óptimo de su madurez. El compañero de laboratorio de Steptoe conocía perfectamente cuál era el día oportuno. Ya en 1969, el trabajo conjunto dio sus frutos: un óvulo había sido fertilizado en una probeta.

¿Qué fue de sus protagonistas?

La “pequeña y encantadora” Louise, tal y como la definieron muchos medios de comunicación a lo largo de todo el mundo aquel verano de 1978, tiene ahora 36 años. El 20 de diciembre de 2006, la británica dio a luz en la localidad de Bristol a Cameron John Mullinder. Siempre manifestó su deseo de tener niños sin acudir a la fecundación in vitro por la que ella vino al mundo.

Patrick Steptoe, por su parte, no pudo ver a la joven Louise cumplir los 10 años. El 23 de marzo de 1988 falleció a los 74 años de edad como consecuencia de un cáncer. Sí que pudo celebrar en diciembre del año anterior el bebé probeta número mil nacido en la clínica Bourn Hall, fundada por la pareja de científicos para ayudar a las madres con problemas de esterilidad a tener hijos.

Sin embargo, el trabajo de Steptoe fue reconocido como merecía: además de ser nombrado Commander of the Order of the British Empire, en 1987 recibió, con el nombramiento de Fellow of the Royal Society, uno de los mayores honores y reconocimientos dentro del ámbito científico británico.

En cuanto a su compañero Edwards, el fisiólogo falleció en 2013 a los 87 años de edad. Sin embargo, obtuvo el mayor reconocimiento de su carrera tres años antes: el Premio Nobel de Medicina por el desarrollo de la fecundación in vitro.

El ‘regalo’ que hizo posible la expansión de la fotografía

¿Por qué fue tan importante?

El nacimiento de Louise supuso un punto de inflexión en el desarrollo de las técnicas de reproducción asistida y una auténtica revolución en el campo de la ginecología moderna. Hasta el momento, gracias al perfeccionamiento del procedimiento, más de cinco millones de niños han sido concebidos por esta vía, según aseguró en 2012 el Comité Internacional para la Monitorización de las Tecnologías de Reproducción Asistida (ICMART, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, el relevante descubrimiento científico también despertó, por aquel entonces, la controversia que todavía se mantiene despierta en la actualidad en torno a estos métodos de embarazo. El nacimiento de Louise recibió importantes críticas de los sectores más conservadores y religiosos de la sociedad británica. Nada más conocerse la noticia, la Iglesia Católica mostró su férrea oposición. Así, el entonces arzobispo de St. Andrews y Edimburgo, Gordon Gray, por ejemplo, aseguró que tenía “serias dudas de las implicaciones y consecuencias” del nacimiento “para el futuro”.

Más sobre este tema
stats