Esa enorme nube negra

Casi al mismo tiempo que conocíamos el auto del juez del Supremo ofreciendo a Santos Cerdán ir a declarar de forma voluntaria el 25 de junio, en los monitores que tenemos en la redacción con todas las señales entraba una enorme bola de humo negro: era la que había dejado el avión que se había estrellado minutos antes en la India. Y todo parecía una especie de metáfora de lo que estábamos viviendo.

El informe de la UCO recoge transcripciones de audios de Santos Cerdán que, para el juez, demuestran “consistentes indicios” de organización criminal y cohecho contra él y dejan al PSOE y al Gobierno en una situación más que complicada. Santos Cerdán ha sido el secretario de organización, el hombre en el que ha confiado Pedro Sánchez para lograr acuerdos importantes de esta legislatura, con Junts; se fue a Suiza a ver a Puigdemont... Un hombre del partido que ha sido mucho y todo en demasiadas ocasiones.

Cerdán es un hombre del partido que ha sido mucho y todo en demasiadas ocasiones

Y el silencio de Moncloa, especialmente el de Pedro Sánchez, era como esa enorme columna de humo que salía de ese avión estrellado a miles de kilómetros de la Moncloa y del Congreso y que se reproducía este jueves en los monitores de todas las redacciones mientras seguían publicándose extractos del informe de la UCO que lo cambia todo.

Era evidente la incomodidad de los socios de investidura con todo lo que se iba conociendo. Algunos, como Ione Belarra, iban más lejos y hablaban de que esto no era el caso Koldo, sino que había pasado a ser "el caso PSOE" y que todo esto cambiaría el rumbo de la legislatura.

La bola de humo y fuego iba creciendo en la sede de Ferraz conforme se conocían los detalles de ese informe de la UCO. Una conversación, de 2014, entre Koldo y Santos Cerdán, en plenas primarias del PSOE, en la que Cerdán le pide a Koldo que meta dos papeletas sin que le vea nadie. Minutos después, Koldo le contesta: “Ya está”. Una conversación que deja a Sánchez al borde del abismo.

Si las primarias fueron amañadas, aunque sea por dos papeletas, todo se cae.

Durante toda la mañana y buena parte de la tarde, las casi 500 páginas de ese informe iban dando detalles que eran un goteo de amaños, mordidas, silencios, adjudicaciones a dedo…

Las salidas para que la legislatura no termine ahora son pocas. Desde luego, el silencio no es la opción. A esta hora, cuatro de la tarde, cuando estoy cerrando esta columna, en Ferraz nadie había hablado aún. Nadie.

La dimisión de Cerdán como secretario de organización y su renuncia al acta de diputado despeja el camino de forma muy leve, como quien barre en un día de tormenta las hojas de los árboles. Caerán más en cuanto te des la vuelta. Y me temo que esta tormenta no ha terminado. 

Casi al mismo tiempo que conocíamos el auto del juez del Supremo ofreciendo a Santos Cerdán ir a declarar de forma voluntaria el 25 de junio, en los monitores que tenemos en la redacción con todas las señales entraba una enorme bola de humo negro: era la que había dejado el avión que se había estrellado minutos antes en la India. Y todo parecía una especie de metáfora de lo que estábamos viviendo.

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