¡A la escucha!
Una frase y una imagen
La realidad va tan rápido últimamente que no da tiempo a digerir lo que está pasando o lo que algunos políticos están proponiendo. Así que hoy les propongo darle al pause y detenernos en una frase y en una imagen. Porque sobre esto estamos construyendo nuestro futuro, el de nuestros hijos y el nuestro, el de Europa también, y debería por tanto preocuparnos.
La frase. “Vamos a hacer listas de gitanos”. Es del ministro del Interior italiano que lleva días echándose un pulso a sí mismo para ver si se supera en decir una barbaridad más grande. Se negó a que el Aquarius atracara en sus costas. Se jactó de haber conseguido que el barco hiciera una ruta de 4 días por el mar para acabar a 1.700 kilómetros cuando le tenía a 10 minutos de un puerto italiano. Lo vendió como un éxito y como vió que aquello no le pasaba factura, se ha venido arriba y ahora acaba de proponer hacer listas de gitanos que viven en Italia. Listas de personas. Que se cense quiénes son gitanos, primero, y quiénes tienen los papeles en regla. Los que estén en situación irregular serán expulsados de Italia, los que sean italianos, “lamentablemente” según sus palabras, podrán quedarse en su país. Su país. El de él, el de Salvini. Como si sólo hubiera una única forma de ser italiano, la suya. Pero insisto: ha propuesto hacer listas de gente. Registros con nombres, apellidos y direcciones de quienes, según Salvini, no son realmente italianos. Da escalofríos escucharle. Sí, en Europa ya se hicieron listas de gente. Entonces eran de judíos. Se les marcó con una cruz en la solapa. Se les hacinó en guetos y luego, se les hizo desaparecer. Salvini conoce la historia. Y juega a bordearla de nuevo. A dar la dosis suficiente para que el diferente sea visto como una amenaza. Hasta ahora le ha funcionado: ahí está, hay gente que le ha votado. Y está convencido de que con su discurso de ahora sumará más votos. En redes se ha hecho viral una campaña en la que muchos italianos cuelgan un cartel diciendo que ellos, lamentablemente, también son italianos y tienen que escuchar las barbaridades que dice este señor, su ministro del interior.
Pero vamos con la imagen. La de las jaulas que se han levantado dentro de una nave cercana a la frontera con México. Jaulas de unos dos metros de alto en las que se apilan niños que acaban de ser separados de sus padres. La imagen es terrible. Cuesta entenderla. No es un vallado, no es una pared de metal. Son jaulas. Tal cual. Y dentro niños llorando, suplicando que les dejen ir con su papá y su mamá. En una semana han hacinado en esos recintos a unos dos mil menores. La administración de Trump culpa a los demócratas a de haber redactado una ley que les deja “agujeros” legales para que esto ocurra. Su política de cerrar fronteras, de blindar su país de la inmigración ilegal, ha generado una situación inhumana. Ni siquiera su portavoz en La Casa Blanca ha podido aguantar las críticas. Un periodista le pedía la semana pasada empatía, una palabra que ha debido de desaparecer de su vocabulario. Le recordaba que ella también era madre, que escuchara a esos menores pedir volver con sus padres. Trump asegura que no piensa rectificar, que no piensa consentir que en suelo norteamericano ocurra el desastre, son sus palabras, que está ocurriendo en Europa. Y algunos, en un intento desesperado por justificar semejante barbaridad dicen que en realidad, esas jaulas son como campamentos de verano.
Bueno, Estados Unidos ha sido siempre ejemplo de país de acogida, un país construido con inmigrantes. La madre de Trump fue una de ellas. Sin esos inmigrantes no hubiesen logrado llegar hasta aquí. Y lo mismo nos puede pasar a nosotros. A la frase, a la imagen, les añado un dato, el que ha dado el INE esta semana. La brecha entre nacimientos y muertes en España está en niveles de la postguerra. Cada vez hay menos bebés. Somos un país envejecido que necesitará mano de obra, gente que sume para este país trabajo y talento. Y repito: trabajo y talento. El Papa decía ayer que Europa se enfrenta a un “invierno demográfico” y que no se pueden crear una especie de psicosis contra la inmigración. Trump, Salvini, ¿lo habéis entendido?