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La reconstrucción posdana, prueba de fuego para una contratación urgente marcada por la corrupción

ALBOROTO ELECTORAL

Basado en hechos reales

Los viejos querían ir al cine. Eso era todo: por fin reina la paz social. Los embalses rebosan, la inflación se contrae y en el ambulatorio dan cita para el día siguiente. Pedro Sánchez ha mandado rebautizar la residencia presidencial como «palacio del Aguinaldo».

Las lumbreras de la socialdemocracia han parido una idea revolucionaria: subvenciona bien y no mires a quién. La distribución de la riqueza de toda la vida, oiga. Defendiendo la controvertida medida, el gabinete de prensa gubernamental ha difundido imágenes de un grupo de ancianos (un verdadero escuadrón geriátrico) furiosos por tener que ver la filmografía de Kieślowski en pantalla pequeña.

Las lumbreras de la socialdemocracia han parido una idea revolucionaria: subvenciona bien y no mires a quién. La distribución de la riqueza de toda la vida, oiga.

Fue San Isidro y los candidatos madrileños se pusieron sus horrendos trajes regionales para rascar el voto folclórico. Un vestido de flamenca a medio coser y una gorra anodina: la tradición más fea del país, de ahí no me bajo. Antes de bailar el chotis al compás del organillo (trepidante pasatiempo), la corporación local ha repartido unas medallas: las del santo y las de la ciudad. Las primeras, que permiten discursito, han brindado a Ana Rosa (¡bienvenida!) la oportunidad de insultar a los chinos de Usera. «Yo nací en el barrio cuando era decente y español», ha dicho, para algazara de Alaska y Vaquerizo, que no se pierden una festichola organizada por el PP.

Los agricultores andan pidiéndole agua al patrón. Los campos, cuarteados. Se han avistado lagartijas pidiendo misericordia, pero, ¡tranquilos!, la Junta de Andalucía ha encontrado agua para montar una urbanización con campo de golf en las marismas de Doñana. «Es que no habíais mirado bien», ha declarado el director de campaña de Moreno Bonilla –el Chaves con pelo–.

¡Cáspita! El famoso acoso administrativo se ha cobrado una nueva víctima emprendedora: Ana González, concejala de Vox de la bellísima villa de Parla, ha sido detenida por dirigir (¡presuntamente!) una red de narcotráfico. Le han encontrado varios pistolones y unos kilitos de cocaína en el domicilio. No es concluyente. Los dirigentes del partido han pedido prudencia y no descartan que se trate de una represalia por la heroica lucha de la edil contra el verdadero enemigo municipal: los putos moros que okupan las casas.

Suma y sigue: Ayuso ha confesado a un atónito entrevistador que no tenía ni idea de las quejas a cuenta de la sanidad pública. «Me quedo muerta, ¿en serio me lo dices?». Se ve que el día que se manifestaron delante de su despacho estaba de asuntos propios. La presidenta se muestra confiada en revalidar su puesto: «Nuestras encuestas pronostican que nos votarán la mayoría de los nietos a los que dejamos sin abuelos». Por su parte, Begoña Villacís vaga como alma en pena por los mentideros, prometiendo cursillos de html en las escuelas y parcelas en el metaverso. Fuentes bien informadas afirman que Albert Rivera está preparando una nueva cátedra en su máster sobre liderazgo flácido.

En el extremo noreste del país, el candidato Trías dice que no se puede vivir con menos de tres mil euretes al mes. Estando como están las cosas, razón no le falta: vamos a dejarle unos días a ver si termina de cerrar el silogismo. ¡Atención! Nuestros enviados especiales confirman que Yolanda Díaz es la nueva mejor amiga de Ada Colau. Se avecina bochorno en las redes sociales. Menos mal que nuestros conspicuos analistas sexagenarios han terminado su exégesis eurovisiva y por fin tendrán tiempo para teclear tediosos artículos sobre el arte de encandilar a la generación zeta.

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