El optimismo y el pesimismo Luis García Montero
Cuando el PP exigió fulminar a Silvia Intxaurrondo, Xabier Fortes y David Broncano
Fuentes fiables del anterior Consejo de Administración de RTVE aseguran a infoLibre que el PP exigió al PSOE, como condición previa e inexcusable para negociar la nueva composición del órgano rector del ente público, ver “rodar las cabezas” de Silvia Intxaurrondo, Xabier Fortes y David Broncano, que por aquellas fechas acababa de firmar el polémico contrato de La Revuelta para emitir en La 1 y competir con las hormigas de Pablo Motos. En el PP niegan la mayor: “En ningún momento se planteó nada de eso”. En el PSOE “no hay comentarios”. Y entonces nos enfrentamos a una cuestión de credibilidad: ¿ofrece más confianza un desmentido del entorno de Cuca Gamarra o el relato detallado de quienes en esas fechas tenían información puntual sobre la evolución de los contactos entre Gobierno y oposición? Me caben pocas dudas. Y me explico (o lo intento).
Por aquellas fechas (primavera de este 2024), el Gobierno intentaba por enésima vez, a través de Félix Bolaños, cerrar un acuerdo para renovar el Consejo General del Poder Judicial, bloqueado durante más de cinco años por el PP. Tragó Sánchez incluso (“para usted la perra gorda”) con el bochorno de aceptar una intermediación de Bruselas que se le hizo bola incluso al inefable comisario Reynders. Elecciones europeas por medio, cuando ya estaba en el horno un pacto que consistía en un empate en el número de consejeros y una presidencia “de consenso” para el Poder Judicial (ver aquí), se abrió el melón de intentar algo similar para el órgano rector de la radiotelevisión pública estatal. Cuca Gamarra, según nuestras fuentes, mostró la disposición del PP para acordar un Consejo de RTVE compuesto por cinco consejeros suyos y cinco a propuesta de la coalición de gobierno, y una presidencia “de consenso”. Pero antes de concretarlo había que resolver un obstáculo triple: el partido de Feijóo exigía que desaparecieran de la parrilla Silvia Intxaurrondo (La Hora de La 1), Xabier Fortes (La Noche en 24 Horas) y David Broncano, que acababa de firmar para presentar el prime time de La 1 con un programa cuyo contenido aún se desconocía, pero que el PP y sus terminales mediáticas consideraban ya una “imposición“ de Pedro Sánchez (ver aquí).
Lo de Intxaurrondo, a quien en la derecha no perdonan la entrevista a Feijóo en la que retrató sus mentiras sobre la revalorización de las pensiones a una semana de las elecciones generales del 23 de julio, era una exigencia nueva, mientras que la cabeza de Xabier Fortes venía sentenciada por la derecha desde mucho antes. De hecho, ya en noviembre de 2021 llegaron al Consejo de Administración las acusaciones de portavoces de PP y Vox que tachaban al equipo de La Noche en 24 Horas de “comportamientos sectarios y manipuladores”. La “urgencia” de destituir a Fortes de la dirección de ese programa de información y debate en el Canal 24 Horas llegó a tal punto que era conocido dentro del ente público incluso el nombre que el PP proponía para sustituirlo: Teodoro León Gross, profesor y analista malagueño que colaboró en el grupo Prisa en la etapa de máximo poder de Juan Luis Cebrián y Antonio Caño, y ahora ligado a Canal Sur y al digital The Objective. Respecto al nombre de Broncano, baste decir que la apuesta por su programa costó el puesto de director de contenidos de TVE a José Pablo López, acabó con la presidencia interina de Elena Sánchez (ver aquí) y ha terminado con Broncano superando la audiencia de El Hormiguero de Antena 3 y con López recuperado para presidir el nuevo Consejo de la radiotelevisión pública.
Félix Bolaños rechazó el órdago de las “cabezas rodando”, y ahí se bloqueó la posibilidad de un órgano rector de RTVE a semejanza del que se acordó para desatascar el Poder Judicial. Obviamente era inasumible el afán censor del PP contra profesionales del periodismo o del entretenimiento con trayectorias intachables, respaldados por la audiencia y, eso sí, con el rasgo común de ejercer un criterio independiente, ya sea desde la información (Intxaurrondo), el análisis (Fortes) o el humor (Broncano). Pero, además, el objetivo del PP no se limitaba a eliminar las voces más incómodas, sino que pretendía imponer en RTVE ese modelo de “empate indefinido” con una presidencia aceptable para la derecha. Es decir, la fórmula que desatascó el Poder Judicial y que, hasta el momento, cabría calificar de preocupante.
Se da por supuesto que un acuerdo entre los dos partidos mayoritarios aporta de entrada una especie de garantía de calidad democrática. Pues no. Depende
En estas mismas páginas advertimos de nuestras reservas sobre el acuerdo para desbloquear la justicia (ver aquí), y venimos publicando informaciones sobre las dificultades para acordar nombramientos en órganos clave si no obedecen a los intereses del sector más conservador del Poder Judicial (ver aquí). Es lo que se pretendía en RTVE. El Gobierno y sus socios han tirado por la calle de enmedio, eligiendo un Consejo cuya composición es más que discutible en algunos casos (nombres, por ejemplo, que vienen de puestos políticos de confianza sin méritos relacionados con el periodismo o con la comunicación audiovisual).
Conviene tener en cuenta todos los elementos de este puzle, que conducen a una conclusión obvia: lo llaman consenso cuando quieren decir ¡ríndete! Se da por supuesto que un acuerdo entre los dos partidos mayoritarios aporta de entrada una especie de garantía de calidad democrática. Pues no. Depende. Habrá que analizar hasta qué punto el desbloqueo de un Poder Judicial secuestrado durante cinco años y medio por la derecha supone de verdad una apertura hacia la independencia, la paridad y la despolitización o ese “empate indefinido” contiene una trampa que dilata la endogamia de una administración de justicia condicionada por una cúpula decidida a “salvar España” de quienes consideran enemigos a batir, no importa que para ello haya que saltarse la separación de poderes o encontrar fórmulas “creativas” que sirvan para encausar (sin indicios aparentemente sólidos) a casi toda la familia del presidente del Gobierno, al fiscal general o a cualquiera que ose tachar de “defraudador fiscal” a un novio de Ayuso autodeclarado autor de dos delitos fiscales. Censurar, amedrentar, intimidar… Verbos muy alejados de un mínimo respeto a la higiene democrática.
El consenso, con perdón, está muy sobrevalorado en este país acostumbrado a los pactos de trastienda, a la opacidad de las élites y a la eliminación de cualquier voz discordante. Necesitamos más Intxaurrondos, Fortes o Broncanos. Hay empates tramposos. Elijan la versión más creíble.
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