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Desde la tramoya

Twitter: guía de uso para provocadores

Un cómico de TV3 insulta a Arrimadas en un poema satírico y una exconsejera independentista anima a la candidata a volverse a Cádiz, provincia en la que nació. Un profesor de Nanociencia llama "ser repugnante" a Miquel Iceta y una jauría anónima se ceba casi cada día con periodistas y comentaristas amenazándoles incluso de muerte. Twitter ha vuelto a convertirse esta semana en objeto de la atención pública, a propósito de la polarización extrema que se encuentra en la campaña catalana. He aquí cinco modestos consejos para provocadores.

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  1. Insulta con gracia. Para que tus provocaciones se comprendan como tales tienes que ser un provocador profesional, o al menos tener talento para serlo un día. Un pobre pringado llama "puta" a una candidata en su cuenta de Twitter, con sus 50 seguidores, y lo más probable es que la candidata ni lo vea. Y si lo ve, es seguro que no le prestará atención. Para poder provocar insultando tienes que crearte un perfil de sátiro, de cachondo. Tienes que marcarte como objetivo vital ser un genio del humor político como el viejo Alfonso Ussía en la derecha, o como el joven Toni Albà, en la izquierda independentista catalana. Libertad de expresión, lo llaman. Y se aplica sólo cuando eres un gracioso certificado. Si no, no. Para que suene satírico y libertario, pones "mala puta" y en formato poema gracioso.
  2. Elige bien al objetivo, no vayas a terminar detenido. Está el provocador profesional, usualmente escondido en la broma, en la chufla, pero también está el ofendido que sabe dejar en ridículo a quien le ofende, sin inmutarse, mostrándole desnudo ante el espejo. El que cuando recibe un insulto o una amenaza grande lo denuncia en su propia cuenta. De manera que el pringado de arriba, que amenazó de muerte, por ejemplo, a Ana Pastor o a Beatriz Talegón, de lo cual solo se enteraron sus 50 seguidores y las amenazadas, de pronto se ve como un imbécil ante los dos millones de seguidores de la periodista, o los cien mil de la analista. ¿Que quieres que te dejen como un estúpido ante millones? Pues insulta a gente de su perfil y lo lograrás con seguridad. Es probable que al exponerte, mencionen la cuenta de la Policía correspondiente, de modo que hasta los agentes te tendrán fichado. ¡Un éxito, colega! Si sólo quieres hacer el ridículo contigo mismo y con tus seguidores, insulta a gente que no se da por aludida. Como a la pareja Trump, al Papa, a Lady Gaga o a Justin Bieber... Les puedes decir lo que quieras. Mira sus cuentas y alucinarás con el poco caso que le hacen a las amenazas.
  3. Lo importante son los medios grandes, no Twitter. Eso Trump lo sabe muy bien. Lo importante no son sus gilipolleces, sus amenazas o sus salidas de tono tal como se ven en Twitter. Él allí tiene unos 45 millones de seguidores. Pero fuera hay otros 7.200 millones de seres humanos que se enteran de las tonterías por otros medios, por los viejos periódicos, las radios y las televisiones. Twitter es el lugar donde se puede poner la semilla, pero los asuntos florecen en la televisión. Y si no salen por televisión, no tienen importancia real. Las burradas que el profesor Borrell, el nanocientífico, le dedicó a Miquel Iceta, no le habrían hecho dimitir —y huir de Twitter— si no hubieran sido objeto de la atención de otros medios. Y no habrían sido objeto de atención de los medios grandes si los defensores de Iceta no hubieran desvelado los insultos y se hubieran rasgado las vestiduras ante ellos.
  4. No vas a convencer a nadie. En Twitter la gente se comporta como en la vida real. En pandilla. Provocar, insultar, amenazar, tiene sentido cuando quieres que te jalee tu gente, o hacerte famoso como un Quevedo en versión cibernética. Podrás ampliar el círculo de tus seguidores, pero no debes esperar una conversación política razonable de ningún tipo en ninguna red social. Las "fotografías" que nos muestran cómo se alinea la gente en la conversación política siempre son iguales: unos a un lado y sus adversarios al otro. Sin muchos puentes entre ambas tribus. Hay aquí un buen artículo sobre el asunto, en inglés. 
  5. En resumen, antes de tuitear, aplica a tu tuit esta lista de control, y por este orden:

 

  • ¿Es legal lo que digo?
  • ¿Rechazaría verlo publicado en televisión?
  • ¿Estoy seguro de poder mantener mi puesto de trabajo si lo envío?
  • ¿Lo aprobaría mi familia?

Si la respuesta es no a cualquiera de las preguntas, tú eres un sátiro como la copa de un pino, un genio de la provocación que será objeto de controversia pública... o un mero tonto a punto de caer en el ridículo. Antes de darle al botón, tu sabrás en cuál de las categorías quieres ubicarte. Suerte.

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