“Cueste lo que cueste”

Whatever it takes”, cueste lo que cueste, forma parte de esas frases míticas que han ido construyendo la Unión Europea. La pronunció Draghi en 2012 en medio de una enorme crisis financiera para salvar el euro. Hoy es el Partido Popular quien se apodera del eslogan pero no para salvar Europa, sino para salvarse de la crisis en que la gestión de la DANA les ha sumido en Valencia y que puede salpicar al conjunto del partido en España. 

Si las irresponsabilidades y los fallos del Gobierno de la Generalitat no se hubieran visto de forma tan descarnada y traumática, quizá hoy no estaríamos en esta situación, pero incluso los dirigentes populares en los primeros días tras la DANA evitaron dar su apoyo al presidente valenciano, conscientes de que se los podía llevar por delante. En los últimos días, y en un claro giro de guion, el Partido Popular intenta minimizar los daños en Valencia y cobrarse una presa de “caza mayor”, la Vicepresidenta del Gobierno de España y candidata a Vicepresidenta de la Comisión Europea presidida por la conservadora Von der Leyen.

Según se ha conocido por los medios de comunicación, el mismo día que Ribera acudía a la audiencia en el Parlamento Europeo los populares ya habían acordado que se aplazaría la votación sobre su idoneidad –que es lo que se examina en las audiencias ante el PE– y le preguntaban si dimitiría en caso de ser imputada. A las pocas horas, Feijóo reclamaba a Pedro Sánchez que cambiara de candidata. ¿Por qué? ¿Qué negligencias ha cometido Ribera para no poder asumir la vicepresidencia de la Comisión? Ni un dato de los que han visto la luz hasta el momento permite contestar a esa pregunta. Los servicios dependientes de su ministerio, tanto la AEMET como la Confederación Hidrográfica del Júcar, actuaron según lo previsto, emitieron alertas en un caso y avisos en otro como han ido publicando distintos medios de comunicación. Sin embargo, existe ya en la opinión pública una sensación de duda, de reparto simétrico de responsabilidades. Una de las estrategias de la desinformación es precisamente esa, la de generar dudas. El próximo miércoles, y a petición propia, la Vicepresidenta Ribera comparecerá en el Congreso de los Diputados para dar explicaciones. Será la oportunidad para despejar esas dudas, sin olvidar que los bulos  correrán ese día a la velocidad de la luz

El PP está decidido a cobrarse una víctima del Gobierno de España como contrapeso a su crisis en Valencia, y Manfred Weber a imponer su posición en el Partido Popular Europeo, cueste lo que cueste

Ningún analista entendía la noche del martes pasado que la Comisión pudiera caer víctima de la onda expansiva de la bronca política española. Sin embargo, según han publicado quienes siguen el día a día de la política comunitaria, el día de antes se juntaron el hambre con las ganas de comer. Manfred Weber, Presidente del Partido Popular Europeo y enemigo íntimo de Ursula Von der Leyer, vio en el lío español una oportunidad para ganarse el favor de Feijóo en el próximo congreso de los populares europeos que se celebrará en mayo, precisamente en València, donde su reelección no está asegurada; máxime, si las elecciones alemanas de marzo dan como resultado una “gran coalición” de los socialistas con los conservadores. Una vez más, en lugar de una Alemania europea, gana terreno la idea de una Europa alemana. Si los populares españoles y Manfred Weber consiguen un acuerdo, ambos pueden salir ganando. ¿Las consecuencias? Acabar con el pacto entre socialdemócratas, liberales y conservadores que ha regido la Unión Europea en las últimas décadas abriendo la puerta a una mayoría de la derecha y la ultraderecha. ¿Les suena? Es decir, el PP de Feijóo está decidido a cobrarse una víctima del Gobierno de España como contrapeso a su crisis en Valencia, y Manfred Weber a imponer su posición en el Partido Popular Europeo, cueste lo que cueste.

El pulso es de máxima tensión. Está en juego el equilibrio de familias que ha sostenido la UE en estas décadas y la posibilidad de que la ultraderecha entre en las mayorías europeas mediante un acuerdo con los conservadores. Todo esto, mientras Trump llega al poder. Una coyuntura endiablada en la que los populares españoles son sólo una pieza y Mazón un peón en el tablero de ajedrez, cuya debilidad puede cambiarlo todo.

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