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Muy fan de...

Muy fan de... un país en funciones

Aquí seguimos, en funciones. Los cerezos reventando de flores antes de tiempo y nosotros tan “ingobernables” como el 21 de diciembre. Cuando el tiempo pase y miremos en el álbum las imágenes de esta semana, pasadas por ese filtro de la nostalgia que todo lo embellece, puede que digamos con media sonrisa y un suspirito final: “Ya no pasan cosas así, qué tiempos aquellos”. Muy fan.

Ahora, sobre el terreno de 2016, algunas escenas nos parecen sorprendentes, rompedoras e inimaginables en un pasado no tan remoto. Y es que, si las miramos con las gafas del presente, lo son.

Repasemos los cromos que nos dejó la pasada semana fantástica.

Una Infanta de España sentada en el banquillo

Si alguien nos hubiera contado hace tiempo que algún día nuestros ojos verían esta escena, nos habríamos puesto a gritar como Yoko Ono en el MOMA. (Recomiendo el visionado de esta performance en 2010, los lectores que no lo hayan visto se pierden uno de los momentazos del siglo XXI).

Reconozcámoslo, a los que tenemos más de veinte –je, je– nos habría resultado más verosímil imaginar a Cristina de Borbón sentada en el banquillo del Camp Nou, subiéndose las medias y a punto de calentar por la banda para sustituir a un pésimo Messi que no diera pie con bola, que visualizarla ante un Tribunal en el papel de acusada como cooperadora necesaria de dos delitos fiscales.

Curiosamente, lo que rodea a una escena tan vanguardista es muy setentero: ella confiaba en su marido que era quien llevaba en casa los asuntos de los papeles; él, cuando llegaba al hogar familiar, reventado de hacer horas extras, sólo hablaba con su esposa de los niños. Ah, y si había algún gasto que no cuadraba, sería cosa de “Julita”, la secretaria. (MÚSICA DE DABADABADÁ)

Dos diputados se besan en los morros en el hemiciclo

Hace años tampoco habríamos podido imaginar que algún día veríamos un “pico” entre dos parlamentarios durante un debate de investidura en el Congreso de los Diputados. En la imagen solo falta un "The end” y, a juzgar por sus caras, De Guindos, Alonso y García Tejerina salieron del cine como Boyero cuando vió la última de Star Wars.

Que la política está cambiando es un hecho, pero no por los ósculos. El beso entre políticos no lo inventaron Iglesias y Doménech esta semana en el Parlamento español, la versión histórica y mundialmente conocida también es setentera. Leónidas Brezhnev y Erich Honecker unieron sus morros en 1979 mientras muchas familias –a las que les hubiera encantado poder besarse– permanecían separadas por un muro que dividía a una ciudad y a un país, en dos mundos diametralmente distintos.

Yo celebro que el amor y el humor estén en el aire del Congreso, además lo agradezco, lo de “Pedro, solo quedamos tú y yo” y otras bromas de sus señorías, nos vienen de maravilla a los que hacemos una lectura cómica de la actualidad política. Aunque sus mejores chistes suelen ser aquellos que no nacen con vocación de hacernos reír.

Por cierto, sería de agradecer que a la soltura para hacer bromas sobre los demás se sumara la cintura para encajar las que otros hacen sobre ellos mismos. Va también por sus fieles seguidores, algunos tan susceptibles.

Esto tampoco lo ha inventado la nueva política, siempre existieron las chanzas de los diputados en la tribuna, aquellas con las que los cronistas parlamentarios –cómo disfrutaría Luis Carandell en estos días– tejían sus columnas, pero sólo con humor no se transforma un país. En estos días, anécdotas y chascarrillos no nos han faltado pero movernos, nos hemos movido poco. Estamos en la casilla de salida y con una urna en el horizonte.

Candidato se presenta a la investidura y no se convierte en presidente

Tampoco nos hubiera resultado fácil imaginar que un candidato entraría al debate de investidura y saldría sin investir.

Siempre fue un trámite del que nos sabíamos el final: tendríamos presidente después de la votación. Bueno, a decir verdad, en este caso también lo sabíamos, no tendríamos presidente salvo sorpresa de última hora y no la hubo.

Volverán los equipos negociadores de tu balcón sus propuestas a colgar y nos comeremos ruedas de prensa por encima de nuestras posibilidades. Que corra el Almax.

El Rey parece que, de momento, no tiene intención de abrir nueva ronda de consultas –aún le dolerán los pies de recibir gente en casa, se habrá comprado las plantillas Magnapower de la teletienda–. Todo apunta a que únicamente designará candidato si alguno le asegura tener los apoyos necesarios para formar gobierno. Apuestas en Bwin.

Tres imágenes del presente que nunca hubiéramos imaginado en nuestro pasado y ahora una del pasado inimaginable en este presente.

Un ministro dimite por responsabilidad

30 de abril de 1994, Antoni Asunción, ministro del Interior del gobierno socialista, dimite ocho días después de que el ex director general de la Guardia Civil, Luis Roldán, se haya fugado de España.

La fuga y el fracaso de las fuerzas de seguridad en la detención de Roldán fueron sus razones para dimitir: “He, naturalmente, resuelto afrontar mis responsabilidades políticas presentando mi dimisión al presidente del gobierno”.

El sábado falleció Asunción, demasiado joven, 64 años. Cuando alguien muere solemos exagerar sus virtudes y hasta falseamos nuestra cercanía al fallecido: “Le conocí”, “era estupendo”, “recuerdo cuando me dijo...”.  

Muy fan de... la serie 'Nóos' que triunfa en televisión

Pero hoy en las redes sociales no hay piedad con la muerte. A la noticia de un fallecimiento le siguen tantos pésames como chistes de dudoso gusto y críticas, en ocasiones, descarnadas.

En estos días he repasado los comentarios sobre Asunción en prensa y en las redes sociales. Sorprendentemente, el respeto a su figura es prácticamente unánime.

Seguramente Asunción tuvo luces y sombras, todos las tenemos, pero en algo fue ejemplar: no se agarró al sillón como otros y otras, se fue porque tocaba. Ahora, que no tocaba, se ha ido definitivamente. Descanse en paz.

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