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Hay una carta para ti del cardenal Cañizares

¿Recuerdan la emoción que sentíamos al recibir una carta? Qué momento tan electrizante. Bastaba con ver un sobre con un sello y tu nombre escrito "a boli" para que cientos de mariposas, que habían estado dormitando en tu estómago, se arrancaran a bailar zumba.

Ya no escribimos cartas ni las recibimos, hemos perdido aquella maravillosa costumbre del correo ordinario. Solo nos escriben los del banco y Montoro, pero para chafarnos las mariposas... Menos mal que todavía nos queda alguien que se resiste a que perdamos la "excitación epistolar", gracias a Dios, aún nos quedan las cartas del cardenal Cañizares. Muy fan.

Esta semana la Constitución ha cumplido treinta y nueve años. Cómo pasa el tiempo, parece que fue ayer cuando la Consti era una nena que veía Heidi y bailaba frenética el hula-hoop. Muchos políticos fueron a la fiesta para celebrar el acontecimiento, hacer campaña electoral, tomarse un vinito y charlar en los corrillos. Hasta Pablo Iglesias acudió esta vez, ya saben que Pablo, a lo de la Constitución, va unos años e outros non...va unos años e outros non

Con motivo del aniversario de la Carta Magna, Antonio, el cardenal más dicharachero de la Conferencia episcopal, ha escrito unas líneas sobre "la dignidad inviolable de todo ser humano" que no tienen desperdicio. ¡Que corra el orujo!

Siguiendo el camino espiritual de Jesucristo e imitando la empatía con los pobres que caracterizaba al de Nazaret, el cardenal comienza su carta lamentándose por aquello de que no cumplamos con los mandamientos 35 y 47 de nuestra Constitución, los que dicen, respectivamente, que todos los españoles tienen derecho a un trabajo y a una vivienda digna.

¿Se lo han creído? Pues no, era coña.

Coñizares, perdón, Cañizares, no habla de esas mamandurrias en su carta: ni desahucios, ni paro, ni pobreza infantil, ná. Dice Antonio que los principales problemas con los que actualmente nos encontramos en la aplicación de la Constitución son, tomen nota: "La vulneración del derecho a la vida con el aborto y la eutanasia, con la fecundación artificial o experimentación de embriones que algunos propugnan y el matrimonio homosexual". Ay, Señor, llévame pronto.

Antonio también da un repasito en su carta a lo que él llama "recortes en la libertad de enseñanza". Recordemos que, allá por primavera, le hizo un vade retro a la Generalitat Valenciana y pidió ayuda a la Virgen de los Desamparados por la reducción de aulas concertadas en bachillerato: "Los jóvenes son manejados por ideologías engañosas y llenas de mentira por legislaciones ideológicas de la enseñanza". Chupito.

En la carta que nos ocupa, también ha reñido a los independentistas: "La unidad de España es un derecho fundamental anterior a la misma Constitución". Antonio ya había dicho, días antes, en una entrevista: "No se puede ser independentista y buen católico". Sus palabras debieron de retumbar en las paredes de la celda del creyente Junqueras, aquel que en su discurso del DUIday aseguró que los independentistas apelan a "valores universales que el cristiano llama 'igualdad a ojos de Dios' o 'amor fraterno'". Si esto no son credos opuestos entre creyentes que baje Dios y lo vea.

Como estrambote de la carta de Antonio, atención, el problema gordísimo para la Constitución lo constituyen las nuevas ideologías, como la de género, "que es preciso superar con fidelidad a nuestra Constitución". Estoy de acuerdo, cardenal, hay que luchar contra la ideología del género tonto y rezar a San Deces.

Ay, don Antonio, si no fueran tan graves esas afirmaciones que nos regala de vez en cuando, si no frivolizara de un modo irresponsable con el sufrimiento injusto de muchos y muchas, si no tuvieran influencia sus palabras en sus followers, si no tuviera relevancia política su cargo espiritual, sería tan divertido escucharle, porque es como de coña, dan ganas de abrir sección de humor bajo el título Coñizares.

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Permítame la gran Lola Flores que le tome prestada aquella merecidísima descripción que hizo de su arte The New York Times, porque viendo las fotos de Cañizares con ese remedo de bata de cola y esperando su nueva performance dan ganas de decir:

"Con todos ustedes El cardenal, un artista español, no canta ni baila, pero no se lo pierdan". O sí...

 

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