Tener beneficios o pagar mordidas

Mientras la presidenta de la Comunidad de Madrid se salta todas las leyes de la democracia pidiéndoles a los bancos y las grandes empresas que boicoteen al Gobierno y lo hagan caer, los juicios de la Gürtel vuelven a poner en el escaparate la corrupción programática de su partido y el saqueo que llevó a cabo, robando en cada caja fuerte que se puso en sus manos y cobrándole mordidas de hasta dos millones y medio de euros a esos mismos empresarios a los que ahora Ayuso llama a las barricadas. Si quieren ahorrarse pagar sobornos, para llenarles los bolsillos y financiarlos irregularmente, no le harán mucho caso, y si desean seguir teniendo los beneficios históricos que tienen con el Ejecutivo actual, tampoco. Que en esta película de terror gótico haga de gurú o director espiritual Aznar, el presidente con más ministros encarcelados, juzgados o investigados de toda nuestra historia, da la medida del cinismo al que nos enfrentamos.

La Gürtel empezó con aquella comparecencia de M. Rajoy en la que dijo que esa mafia no era una trama del PP, sino contra el PP. A su espalda, asentían y brindaban apoyo incondicional a esa farsa sus mujeres y hombres de confianza, del mismo modo que ahora mismo justifican y mantienen a Mazón en Valencia, pese a saber de su indignidad e inutilidad patentes. El vínculo entre un episodio y el otro es claro: el todavía president ha repartido cada billete de la ayuda para la reconstrucción que ha llegado a sus manos entre, sorpresa sorpresa: ¡empresas condenadas por la propia Gürtel! "Eso mismo fue lo que yo le pregunté", decía el estribillo de Círculos viciosos, una canción de Chicho Sánchez Ferlosio. “Sánchez tenía que ser”, dirán en la calle de Génova.

El mundo va mal porque está en malas manos. Y porque quienes podrían pararles los pies, están usando las suyas para aplaudirles

Las y los ciudadanos asisten con perplejidad a este espectáculo en el que gente envuelta en una bandera que intentan hacer sólo suya dan lecciones, enriquecen a la familia y conspiran contra un Gobierno legítimo por tierra, MAR y aire, y hacen todo el ruido posible con sus trompetas del Apocalipsis para que no se oiga el ruido de los cristales que rompen mientras siguen colándose por las ventanas para llevarse lo que se pueda, que es lo que hicieron durante la pandemia de coronavirus aquí y allá, siempre en los alrededores del poder, y aprovechando el paso de los cortejos fúnebres para hacer buenos negocios con comisiones y trapicheos varios: mientras el resto contábamos víctimas, ellos contaban billetes. Les da igual, montan escándalos, culpan a los demás de sus tropelías, sobornan o casi a determinados medios y llegan hasta donde tengan que llegar con tal de salirse por la tangente.

Los juicios de la Gürtel revelarán hasta qué punto los gobiernos del Partido Popular de Aznar y Rajoy fueron delictivos, se llevaron lo que no era suyo, repartieron sobres de dinero negro, utilizaron en beneficio propio el dinero y las instituciones para tapar sus culpas y enturbiar el agua de la convivencia. Todo ello, convencidos de que a la gente se la puede engañar: si a un individuo como Donald Trump lo pueden llegar a votar setenta y siete millones y medio de personas, es que todo es posible. El mundo va mal porque está en malas manos. Y porque quienes podrían pararles los pies están usando las suyas para aplaudirles.

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