Mintió sobre Prestige, el Yak-42, la guerra de Irak y ETA y sigue haciéndolo sobre el 11M. ¿Cómo se llama?

Hoy es el día siguiente. El 12 de marzo. La fecha en que el presidente que se iba queriéndolo dejar todo atado y bien atado ordenó a sus ministros y hasta al cuerpo diplomático que mintieran al país entero sobre la autoría del atentado yihadista de la víspera. Todo el mundo sabía que era un engaño, una estrategia política en la que no había lugar para el drama, en la que el mensaje era que hay que ser pragmáticos cuando te juegas el poder y no detenerse en asuntos morales, hasta ahí podíamos llegar. La prensa internacional ya había publicado en las cabeceras más prestigiosas de medio mundo que las bombas las había colocado el islamismo radical y que era una venganza por la presencia de Aznar en la foto de las Azores. Quien era alcalde de Madrid en aquellos días, Alberto Ruiz-Gallardón, desveló este lunes que, la misma mañana de los atentados, el juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, le llamó para confirmarle “que no había sido ETA”. Hoy mismo, Aznar ha insistido en el bulo de que la cosa no estaba tan clara y quedaron cabos sueltos por investigar. La soberbia es un defecto contra el que no resulta fácil luchar.

Ruiz-Gallardón, después ministro de Justicia, ha explicado en La 1 de Radio Televisión Española que nunca quiso entrar en la teoría de la conspiración y que con cuestiones como esas “nunca" ha "hecho política”. Por desgracia, sus compañeros del PP sí la hicieron y los ciento noventa y dos muertos en la masacre de los trenes de Cercanías no fue lo más importante para ellos. Ni tampoco la devastación de los familiares de los damnificados. De Pilar Manjón, madre de un muchacho que falleció a consecuencia del crimen y presidenta de una de las asociaciones que surgieron de aquella catástrofe, se rieron a carcajadas los diputados conservadores cuando compareció en el Congreso. Un ministro dijo en voz alta, al cruzársela por la calle, “por esta puta y cuatro muertos de mierda hemos perdido las elecciones”. Y algunos medios la criticaron por haber ido a una entrevista bien peinada, “muy triste no estará cuando tiene ganas y tiempo de ir a la peluquería”, como si, aparte de la mezcla de maldad y estupidez que delata la frase, no supieran que en las propias cadenas te peinan y maquillan antes de entrar a plató. Algunas de esas personas sin alma y sin vergüenza siguen dando lecciones de todo a todo el mundo.

Había mentido sobre el Prestige, sobre el Yak-42 y sobre la guerra de Irak y volvió a hacerlo sobre el 11M. Para chulo, él, porque le funciona

Aznar se seguía riendo años después, cuando le preguntaron sobre aquella tragedia, su foto con Bush y Blair y la campaña de intoxicación que montó su Gobierno, y su respuesta fue: "No tengo que pedir perdón por nada. Me siento especialmente orgulloso y no tengo nada de lo que arrepentirme”. Había mentido sobre el Prestige, sobre el Yak-42 y sobre la guerra de Irak y volvió a hacerlo sobre el 11M. Para chulo, él, porque le funciona: un gesto adusto, una mirada torva y un dedo acusador y lo mismo se presenta como el Cid Campeador de la lucha contra ETA que la llama Movimiento de Liberación Vasco. Lo mismo clama ahora contra la amnistía que aseguró entonces: “Sabré ser generoso si dejan las armas.” Como su sucesor Núñez Feijóo ahora, que avisa de que España se romperá porque el presidente Sánchez ha hecho lo mismo que le ofreció él a Puigdemont, aunque fuera “desde detrás”, otra vez. Es una manera de entender la política, al parecer, hereditaria. “Ningún documento afirmó la responsabilidad yihadista”, repite ayer mismo Aznar, y nadie le bajará de ese caballo negro. Lo que no puede ser, es imposible. Entonces, La Moncloa llamaba al CNI, como ha revelado su director en aquel tiempo, para conminarle a negar que la investigación ya hubiera abandonado la pista falsa de ETA. Hoy, desde la calle de Génova se guarda silencio sobre aquella gestión nefasta y cínica de los atentados. Y, sobre todo, inhumana. Qué buena oportunidad ha perdido Núñez Feijóo de no parecerse a sus antecesores.

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