El PP ataca para ocultar su error

Dar un giro de 360 grados suele ser un error dialéctico. Es imposible hablar de movimiento si acabas en el sitio donde estabas, salvo si eres el PP a una semana de las elecciones gallegas. Lo que ha ocurrido con el último movimiento en círculo es que Alberto Núñez Feijóo pretende aparentar que no ha ocurrido nada y gesticula como si estuviera en el ‘antes del’ off the record de la “reconciliación” con Carles Puigdemont. Por otro lado, el paseo por el giro ha sucedido ante el estupor y la vista de todos. Y mientras el PP simula estar en el mismo, la pantalla es otra. Lo que queda no es sólo que Feijóo dude por sentido común del recorrido del delito de terrorismo contra Carles Puigdemont, o hable de vía política, estudiara “técnicamente” la amnistía y valore los indultos. Lo que permanece es que el PP negoció con Junts y, llegado el momento, si necesitan volver a hacerlo, lo harán. Si Feijóo puede ser presidente con sus votos, buscará la manera. Y si encuentra una suma de gobernabilidad (la colisión Vox-Junts lo hizo imposible) la utilizará. 

Quedan muchas dudas sobre las negociaciones de Feijóo después del 23-J. El PP hizo bien en intentar la investidura y hace mal en ocultar el alcance de las conversaciones con Junts, aunque el beneficio de ocultarlo sea mayor. Es cierto que esconderlo le permite desplegar una línea de oposición contra el bloque de Pedro Sánchez demonizando a Carles Puigdemont. De ahí que el expresident catalán se revolviera el pasado jueves: ”si hubiésemos hecho presidente a Feijóo...” De ahí la reacción de Feijóo al día siguiente. Junts tuvo dos ofertas y lo dijo. Feijóo dejó caer un “pudimos haber engañado a Vox” que ahora cobra sentido. La sensación hoy es que está engañando a alguien y no sabemos a quién.

El PP de esas dos horas de off the record es la versión real que volverá a surgir cuando pueda gobernar. Buscarán un ‘Majestic 2’, recuperarán las relaciones con Junts (o en lo que se convierta Junts) y el PNV

Si Alfonso Rueda no revalida la mayoría absoluta, las turbulencias para el líder del PP serán inmediatas. Si gana, creerán o harán creer que no ha pasado nada. La inquietud es tan evidente que estamos ante los últimos días de campaña más excéntricos del PP gallego. Nunca habían utilizado la política nacional para ganar en Galicia. Tampoco se les había ocurrido ‘batasunizar’ al BNG. Les funcionó en las autonómicas del 28M contra Sánchez y confían en que su baza ganadora está en hacer un holograma de la candidata Ana Pontón convirtiéndola en Arnaldo Otegi. También se empeñaron en meter la amnistía y ahora no saben cómo sacarla. Es probable que ninguna de las dos estrategias funcione con el votante gallego. Y también lo es que jueguen hasta el último minuto. En 2008 Feijóo denunció al entonces presidente socialista por autorizar la compra de un Audi A8 desde la Xunta como si fuera un escándalo y le funcionó.

Feijóo en ocasiones decide ser él mismo —o una de las dos versiones—, como acaba de ocurrir. Lo malo para la convivencia y la política es que no ha aguantado el envite del ala interna más dura —otra vez— y ha salido de la crisis sobreactuando desde la línea más incendiaria. Ni amnistía, ni indultos. Y menos responder a los periodistas cuando se desplaza a Barbate a pedir la dimisión de Marlaska y ni palabra de lo suyo. El PP de esas dos horas de off the record es la versión real que volverá a surgir cuando pueda gobernar. Buscarán un ‘Majestic 2’, recuperarán las relaciones con Junts (o en lo que se convierta Junts) y el PNV. Encontrarán el encaje, la salida política, la “reconciliación” verbalizada por Feijóo en un mitin gallego. Hasta entonces, la oposición corrosiva sustituirá a las verdaderas intenciones. No importa qué se lleven por delante. El PP pactará con nacionalistas e independentistas —con los mismos incluso que protagonizaron el procés— e intentarán vender que no han mentido. 

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