Las tramas del totalitarismo

La vida es un rabo de lagartija y te lleva de un lugar a otro, más aún cuando se tiene un libro en las manos. Los años se enredan como las palabras ayer y hoy. La editorial Tecnos, que cumple 75 años, referente español del pensamiento y el debate político, acaba de reeditar Los componentes ideológicos en la filosofía política de Carl Schmitt, un libro que Jürgen Fijalkowski publicó en 1958 y que José Zamit tradujo al español en 1966. Los recuerdos me abren los ojos a la actualidad.

Francisco Ayala consiguió en 1929 una beca de ampliación de estudios en Berlín. Fue una experiencia decisiva para un joven escritor vanguardista y profesor de derecho político. Allí conoció a Carl Schmitt, uno de los teóricos más sólidos en la República de Weimar, del que acabó traduciendo en 1934 su libro Teoría de la constitución. El respeto dio pasó a la disidencia intelectual y humana cuando Schmitt se convirtió en un activo defensor del nazismo. Sus críticas a la democracia liberal, basada en una idea de los orígenes nacionales que se movían de manera lógica hacia un Estado Total, desembocaron en la identificación con el Führer. El parlamentarismo y la pluralidad eran un obstáculo para el movimiento hacia las verdades más puras.

También conoció Francisco Ayala en Berlín a un profesor socialista y judío llamado Herman Heller. Sus ideas sobre la comunidad encontraban motivos de crítica en el liberalismo burgués, pero un año de estudio en la Italia de Mussolini lo habían convertido en fervoroso demócrata a la hora de interpretar el sentido de la política. Castigado por el Nazismo, tuvo que refugiarse en Madrid. Francisco Ayala, que a su regreso de Berlín ocupó el puesto de secretario de la Facultad de Derecho, consiguió con ayuda de Fernando de los Ríos que se creara una cátedra para el perseguido por Hitler.

Las diferencias entre Schmitt y Heller fueron decisivas en el pensamiento de Francisco Ayala, tanto a la hora de comprometerse con el pensamiento democrático de la República española como al plantearse El problema del liberalismo (1941). Francisco recordaba que Schmitt y Heller fueron amigos y se trataron con respeto intelectual, pero hubo un momento de quiebra significativo en sus ideas sobre la democracia. Mientras Schmitt utilizó sus imperfecciones para justificar el totalitarismo, convirtiendo el relato de los orígenes en una raíz proclive al fanatismo, Heller desarrolló las tradiciones aristotélicas hasta la conciencia de una ciudad, una comunidad que podía resolver sus conflictos en el respeto a la diversidad.

La vida mezcla el ayer con el hoy: los debates de actualidad tienen mucho que ver con las meditaciones sobre el pasado

La vida mezcla el ayer con el hoy: los debates de actualidad tienen mucho que ver con las meditaciones sobre el pasado. El libro de Fijalkowski quiso defender en la Alemania de los años cincuenta la perspectiva social y democrática de Herman Heller. Y un joven español, Pepe Zamit, que jugaría después un papel importante en los primeros gobiernos socialistas de la democracia española, tradujo a mitad de los años sesenta el libro de Fijalkowski para comprender lo que se escondía bajo las palabras movimiento o caudillo y para analizar la trama ideológica de un totalitarismo que pretendió hacer incompatibles las palabras España y pluralidad. Ahora, en 2023, al leer el libro, no sólo recuerdo mis conversaciones con Francisco Ayala en los comienzos del siglo XXI, sino que miro a través de la ventana y de las pantallas para entender, avanzado ya el siglo, lo que hoy nos estamos jugando. La vida es un rabo de lagartija.

Hay estrategias que acaban por hacer incompatible al Estado con la democracia y que confunden, a la hora de resolver los problemas, la búsqueda de perfección con un fanatismo totalitario. La mentira repetida, las identidades cerradas y supremacistas, la caricaturización del otro y las exageraciones al analizar y falsear la realidad, convertido cualquier asunto normal en la puerta de una catástrofe, son estrategias del ayer que infectan nuestro hoy y degradan la democracia. Es muy triste que la derecha democrática española se haya desplazado hacia el pensamiento de Carl Schmitt. Los libros de Francisco Ayala son una buena lectura.

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