Quo Vadis, Ayuso

A nadie se le escapa que la cercanía de Vox con el PP de la Comunidad de Madrid es especialmente significativa. El último síntoma de ello, acaso de los más llamativos, que Vox haya puesto en bandeja a Ayuso la aprobación de sus Presupuestos, renunciando a sus líneas rojas más duras (como la derogación de las leyes LGTBI de Cifuentes) o a la financiación más elevada (como llevar hasta 300 millones el cheque para etapas educativas no obligatorias, que se queda en 62,5 millones). Es, en todo caso, un acuerdo mucho menos ambicioso que el que se manejaba en marzo cuando Ayuso decidió adelantar las elecciones. Esto es tanto más notable cuanto que hacía apenas unos días Vox había tumbado los Presupuestos de Andalucía, y se niega a sentarse a negociar los de la capital madrileña con Almeida. 

A nadie se le escapa, tampoco, que el conflicto abierto en el PP no es solo un conflicto de nombres y poder, sino de líneas políticas. Ayuso cabalga a Vox para acorralar a los barones más moderados del PP. El propio Casado, su principal promotor, y que llegó al PP de Rajoy exhibiendo un carácter ideológico duro y los modos airados de confrontación (tan sólo en el momento puntual de la moción de censura de Vox trató en vano de impostar un moderado perfil de Estado), ha recibido de su discípula su propia medicina. En la fiesta posterior a la publicación del libro de Cayetana Álvarez de Toledo, disidente por excelencia del oficialismo del PP, y a la que no acudió ningún miembro de la dirección de los populares, pudo verse a Rocío Monasterio con su marido, además de al consejero de Hacienda de Ayuso, Fernández Lasquetty, que dirige con mano de hierro la implementación de la arquitectura económica neoliberal en la región. Fue la noche antes de la aprobación de los Presupuestos madrileños.

Una mirada a la historia del siglo XX nos recuerda que este caldo de cultivo es también muy propicio para el crecimiento de propuestas que cierran la inseguridad por el lado autoritario y excluyente

Sabemos que Madrid opera como laboratorio del rumbo de la derecha española. La cuestión es si hay rumbo o sólo un deslizarse hacia el abismo. La crisis del covid-19, entre otras cosas, ha trastocado nuestra temporalidad, imprimiendo una aceleración que exige imperiosamente mostrar un “hacia dónde”. Y de momento, como señalaba Pablo Bustinduy en un artículo reciente, el diagnóstico es “revolucionarios sin revolución”, o protestas inconexas como manifestación de un malestar general difuso que no se concreta en programa político claro. Ante la caída de los consensos neoliberales sobre fiscalidad, políticas laborales o productivas, no observamos un plan coherente, y el aclamado “resurgir de la socialdemocracia” no parece terminar de nacer. El economista Thomas Piketty afirmó estos días que, en la incertidumbre y desigualdad creciente actuales, estamos en una situación similar a la que llevó a la Revolución Francesa; pero una mirada a la historia del siglo XX nos recuerda que este caldo de cultivo es también muy propicio para el crecimiento de propuestas que cierran la inseguridad por el lado autoritario y excluyente. Como indicamos alguna vez, si a algo suenan los aires de esta década, es a la de 1920 en Weimar

Ayuso no parece tener mucho más horizonte que navegar en la estela de quienes leen esta tendencia disolvente del presente, en este caso Vox. Produciendo precariedad y angustia a la mayoría para sostener el régimen de acumulación de una ínfima mayoría, el PP puede de este modo estar a medio plazo segando la hierba bajo sus pies. Harán falta posiciones ideológicas y guerras culturales más duras de las que ellos como partido están dispuestos a sostener para canalizar el malestar subsiguiente. 

Quo vadis, Ayuso, y quo vadis, década. En El mar, John Banville habla de una forma de nostalgia de futuro excesivamente anticuada, donde el resentimiento solo permite vislumbrar lo por venir con las marcas de un pasado que no quiere conservarse como algo vivo, sino embalsamarse como reacción. Muchas voces que se escuchan hoy en defensa de la nostalgia son incapaces de ponerle palabras que no sean las de la reacción embalsamada. No llamemos a engaño: trabajan así por un clima donde sólo Vox sale beneficiado. ¿A dónde vamos?

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Clara Ramas es doctora Europea en Filosofía (UCM) y profesora de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid. Ha sido investigadora en Albert-Ludwigs-Universität Freiburg y HTW Berlin y profesora invitada en universidades europeas y latinoamericanas. Fue Diputada en la XI Legislatura en la Asamblea de Madrid

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