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¿Adiós a la cultura francesa? El cierre anunciado del Instituto Francés de Valencia

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Pedro Ruiz Torres

Hubo una época en que la cultura francesa ejerció una influencia grande en Europa. En el siglo XVIII –escribe Miquel Siguan en La Europa de las lenguas– el francés fue la lengua internacional de las personas cultas. En ella se difundieron las ideas de la Ilustración y conversaron Federico II de Prusia y Catalina de Rusia con Voltaire y otros destacados pensadores del llamado grupo de los philosophes. La Revolución francesa vino a continuación y sus principios fundamentales fueron recogidos en la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente en agosto de 1789. De este modo no sólo se puso fin en Francia al Antiguo Régimen, también se abría el camino a la transformación política liberal de Europa durante la primera mitad del siglo XIX. La libertad era uno de esos principios básicos, la libertad contra la opresión del absolutismo, para acabar con una sociedad asentada en los privilegios de unos pocos. Pero la libertad iba unida a la igualdad y a la fraternidad entre los seres humanos. Nada que ver con esa otra libertad con la que hoy muchos se llenan la boca, la libertad egoísta del individuo que hace lo que le viene en gana, insensible a la extrema desigualdad y a la trágica situación de los que huyen de la pobreza y de la guerra. En el siglo XIX París se convirtió en la capital de una cultura europea cosmopolita, como pone de relieve Orlando Figes en Los europeos. París era entonces la ciudad de las exposiciones universales, de las compañías de ópera y escena musical, de los salones y de la cultura bohemia, del sector del libro, de los museos y las galerías, de los estudios de artistas y fotógrafos, de las primeras exhibiciones cinematográficas.

En España, a finales del ochocientos y durante las primeras décadas del siglo XX, las reformas educativas de la Tercera República francesa despertaron admiración en medios políticos e intelectuales partidarios de la reforma social. A diferencia de lo que sucedía aquí, el impulso dado a la enseñanza pública en el país vecino estaba haciendo accesible la educación a cada vez más niños y jóvenes, favorecía la igualdad de oportunidades y contribuía de manera decisiva al desarrollo de la opinión pública y a la consolidación de un régimen político democrático. En este contexto, un año antes de la conmemoración del centenario de la Revolución francesa, con la finalidad de difundir la lengua y la cultura francesas en España, se creó en 1888 el Instituto Francés de Valencia (IFV).

La cultura francesa, como cualquier otra, tiene también sombras: imperialismo colonialista, régimen de Vichy, guerra de Argelia… No sólo en el pasado brillaron las luces de la ilustración, los principios de la Revolución francesa, la capitalidad de una cultura europea cosmopolita y la educación pública para todos los ciudadanos. Son esas luces y la toma de conciencia, la crítica y el rechazo de la parte más oscura, lo que más se ha tomado en cuenta en el IFV, en especial durante las últimas décadas. Somos muchos para dar testimonio de ello. En este centro se organizan cursos y talleres de conversación, de literatura o de actualidad, frecuentados por alumnos de distintas edades entre los que no faltan los jubilados. En el Instituto Francés de Valencia se enseña, se perfecciona y se mantiene vivo el francés, en compañía de una importante labor de difusión de la cultura francesa por medio de conferencias, mesas redondas, debates, proyecciones de películas, exposiciones, etc., y con una bien dotada biblioteca y mediateca.

El Instituto Francés de Valencia debería ser reconocido y valorado públicamente por la intensa y variada actividad cultural que está llevando a cabo. Sin embargo, el gobierno del país vecino ha decidido que desaparezca. El jueves 29 de abril la consejera cultural de la embajada francesa en Madrid, Anne Louyot, estuvo en Valencia y trasladó a los trabajadores la intención de cerrar este centro por razones económicas. Ni tan siquiera se han tomado en consideración los efectos negativos de la actual pandemia. ¿Hasta tal punto llega la devaluación de la cultura francesa por parte de las mismas autoridades que deberían apoyarla? ¿Qué hubiera sucedido en el siglo XIX o en el XX con la lengua y la cultura francesas, en España y en el resto de Europa, con criterios de rentabilidad económica? No deja de sorprender que en estos momentos, en comparación con otras actividades como la restauración y el ocio nocturno, el foco mediático saque menos a relucir las dificultades por las que están pasando las industrias culturales de iniciativa privada relacionadas con la venta de libros, la música, el teatro y demás artes escénicas, el cine o las artes plásticas. Pero el asunto resulta especialmente grave cuando, en un contexto de crisis económica debido a la pandemia, un gobierno (en este caso el de Francia) decide el cierre de un centro de enseñanza y de difusión cultural por motivos de rentabilidad económica y echa a la calle a sus trabajadores, entre los cuales hay profesores muy cualificados.

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Quiero ser optimista. Me gustaría pensar que la decisión de acabar con el IFV puede reconsiderarse. Miles de personas, de muy distinta procedencia, han firmado una petición al presidente Macron, “Sauvons-Salvemos-Salvem l’Institut Français de Valence” (http://chng.it/ZhysfcnX) todavía abierta a nuevas incorporaciones. Asimismo el alcalde de Valencia, Joan Ribó, se ha dirigido al presidente Macron para solicitar la continuidad del IFV y en estos momentos hay una amplia movilización social en Valencia contra la amenaza de cierre. Los profesores y demás trabajadores de este centro han recibido la solidaridad, entre otras entidades, de la Asociación de Profesores de Francés de Valencia, y el Grupo Socialista en la Cortes Valencianas acaba de presentar una proposición no de ley para que se debata en el parlamento autonómico y se consiga frenar el cierre. Todo ello debe hacer cambiar de opinión a quienes no han tomado en cuenta la larga historia de un centro que ha hecho mucho por el conocimiento y la difusión de la cultura francesa en nuestro país.

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Pedro Ruiz Torres es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, de la que fue rector durante ocho años.

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