Torrejón, un modelo mortal Pilar Velasco
Los constantes cambios en la política comercial de Trump desde, especialmente, el 2 de abril, el llamado “Día de la liberación”, no solo afectan al comercio, sino que suponen un descrédito del conjunto de la política exterior norteamericana. Además, está teniendo efectos negativos en la economía estadounidense, como pueden ser las caídas en las bolsas, la reducción del comercio exterior, especialmente con Europa, el aumento del déficit, la subida de precios, y otras medidas, que complican la presencia de Estados Unidos en el mundo.
Después de las decisiones de las subidas arancelarias generalizadas para gran parte del mundo de aquél 2 de abril, se frenó esa política desproporcionada el 9 de abril, dando una tregua de tres meses, hasta el 9 de julio, para la entrada en vigor de los aranceles, con objeto de poder negociar acuerdos comerciales específicos, incluida Europa. Sin embargo, pronto, esa aparente calma se vio truncada con las declaraciones del Presidente del 22 de mayo, cuando anunció que era muy difícil conseguir una negociación con la Unión Europea en materia de aranceles, que dijo que se creó “para aprovecharse de los Estados Unidos” y, por lo tanto, amenazó expresamente con aplicarlos a partir del 1 de junio, con un arancel global del 50% a todos los productos europeos.
Frente a este nuevo cambio de planes, el domingo 25 de mayo, una inopinada llamada de la Presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, al Presidente Trump, que según él fue muy positiva, consiguió que se mantuviese la prórroga hasta el 9 de julio, con objeto de conseguir una negociación completa sobre un acuerdo comercial, tal y como se preveía desde el 9 de abril. No obstante, de nuevo, la calma duró poco. El 30 de mayo, Trump anuncia otra vez que va a subir los aranceles al aluminio y acero europeos al doble, pasando del 25% al 50%, a partir del 4 de junio.
La respuesta de la UE a estos aranceles de los Estados Unidos ha quedado en suspenso hasta el 14 de julio, proporcionando tiempo para llegar a un acuerdo más amplio. La Comisión Europea, sin embargo, podría tomar represalias antes, si fuera necesario: “Si no se llega a una solución mutuamente aceptable, tanto las medidas adicionales existentes como las posibles de la UE entrarán automáticamente en vigor el 14 de julio o antes si las circunstancias lo requieren”, dijo Olof Gill, portavoz de la Comisión Europea responsable del comercio, el 2 de junio.
Los constantes cambios en la política comercial de Trump desde, especialmente, el 2 de abril, el llamado “Día de la liberación”, no solo afectan al comercio, sino que suponen un descrédito del conjunto de la política exterior norteamericana
Sin embargo, un nuevo acontecimiento podría inclinar la balanza a favor de la UE. La semana pasada en Nueva York, la Corte de Comercio Internacional dictaminó que los decretos de emergencia invocados por Donald Trump no le dieron el poder de imponer un arancel básico del 10% a todas las importaciones, ni de imponer aranceles recíprocos a unos 60 países, suspendiendo de facto su política. Sin embargo, días más tarde, otro tribunal ha anulado, al menos provisionalmente, esa decisión.
Los hechos que hemos narrado reflejan el carácter errático de las decisiones que está tomando Trump en la política comercial, en este caso, con la Unión Europea, pero con los otros actores internacionales como China, ha tenido incluso unas variaciones aun más radicales. Esto lleva a la falta de coherencia y de fiabilidad de la política comercial americana, lo cuál está produciendo una completa falta de confianza de su política. La credibilidad comercial lleva años en conseguirse, pero la pérdida de la misma es rápida, y los efectos económicos y políticos son profundos.
Por si fuera poco, a esto hay que añadir otro conjunto de decisiones que se están tomando diariamente o semanalmente, como puede ser recientemente las adoptadas para la desaparición de USAID, la agencia de cooperación y desarrollo estadounidense, que está produciendo unas consecuencias humanitarias tremendas. Especialmente, se está valorando que, en materia de salud, en un año puede haber millones de personas que fallezcan por la ausencia de esta política en los países en desarrollo. También se está reduciendo la financiación en otras organizaciones mundiales de cooperación, como puede ser la Organización Mundial de la Salud.
Estas decisiones internacionales no están solas, sino que son en parte consecuencia de las decisiones internas que se están produciendo en asuntos como las deportaciones de migrantes, o la reducción de la burocracia interna que se le encargó a Elon Musk, que ha producido despidos masivos de funcionarios, aunque todavía no se ha quedado satisfecho con los resultados obtenidos y, por ello, el magnate tecnológico ha abandonado sus funciones en la Casa Blanca. No podemos olvidar la intromisión en las universidades, y concretamente su guerra abierta contra Harvard, un símbolo de libertad e independencia académica, para todos los que hemos pasado por esos campus.
En las últimas semanas, vimos con alegría que en Rumanía el peligro que había de que venciera en las elecciones el candidato prorruso finalmente se superó, perdiendo con gran diferencia frente al alcalde proeuropeo de Bucarest. El pasado domingo 1 de junio, sin embargo, ha ganado las elecciones presidenciales en Polonia el candidato de la extrema derecha, perteneciente al partido Paz y Justicia, con una diferencia mínima, lo cuál no debe sorprendernos ya que, hasta ahora, su antecesor era de la misma formación, y había ganado holgadamente. El Primer Ministro polaco, Donald Tusk, que está llevando una política impecable, se va a someter a una moción de confianza, para poder continuar con su programa proeuropeo.
La pregunta que nos hacemos es si estos resultados son gracias a Trump o, precisamente, en cuanto el ciudadano polaco se dé cuenta del daño que está haciendo la política comercial con la desaparición de miles de puestos de trabajo, la incidencia de estas fuerzas de extrema derecha va a ser mucho menor. Ya que, la política arancelaria de Trump perjudica a grandes sectores de la sociedad europea. Por ello, a medio plazo, estamos convencidos de que, si no cambia su política exterior y comercial, el gran beneficiado de estas políticas será Europa y la Unión Europea, por el efecto rebote que generará en su posible electorado.
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Francisco Aldecoa Luzárraga es catedrático emérito de Relaciones Internacionales en la UCM y presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo.
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