Plaza Pública
Científicas silenciadas por una historia escrita por hombres
Durante la dura pandemia que nos ha tocado vivir en el 2020 y que aún seguimos viviendo en el 2021, han sido numerosos los expertos que han aparecido en los medios de comunicación para hablar de la pandemia, de cómo salir de ella o de la vacuna... y sí, he dicho expertos y no lo he acompañado del femenino porque, básicamente y en pleno siglo XXI, se considera que los expertos por defecto son hombres.
Un ejemplo claro, una de las vacunas contra el covid fue descubierta por un matrimonio, y aun leemos en algunos periódicos que se habla de ellos como Ugur Sahin y su esposa, Özlem Türeci, ella viene nombrada como su esposa, pero a nadie se le hubiera ocurrido que fuera al contrario.
He escuchado con atención noticias y debates, y en la mayoría de casos son los hombres los que han hablado del conocimiento, los que nos han transmitido los avances, los que han explicado las vacunas, como si el papel de la mujer científica en el campo sanitario no fuera crucial, como sino estuvieran representadas.
Porque no nos olvidemos, incluso en aquellos casos en que una niña o una mujer quiera ser científica, también existe sesgo de género, porque por lo que se ve, podemos ser unas buenas biólogas, enfermeras o psicólogas, pero no unas buenas ingenieras informáticas, astrónomas o físicas.
Cuando Elizabeth Blackwell decidió que quería ser médica, se le negó el acceso en diez universidades, pero ella perseveró y fue pionera en su campo, fue la primera mujer licenciada en medicina. Hoy en día, en las facultades de medicina el número de estudiantes mujeres es alto, pero para llegar hasta aquí hemos necesitado mujeres pioneras. Pero las pioneras tienen que ser las primeras, después como sociedad tenemos que ser capaces de normalizar la situación, porque ser pioneras constantemente nos agota y nos debilita. No tenemos que justificarnos cada día por ser mujeres y querer ejercer como tales.
Nombres como Metrodora, Florence Nightingale, Marie Curie, Margaret Sanger, Rosalind Franklin, Merit-Ptah, Gertrude Belle Elion o Francoise Barré-Sinoussi son prácticamente desconocidos por una amplia parte de la sociedad, pero ellas tuvieron un papel clave para que la medicina avanzara hasta llegar a ser lo que es hoy en día. Por el contrario, si nombramos a Hipócrates, Fleming, Watson, Crick, Freud, Pasteur o Galeno a todo el mundo les suenan sus nombres. Las primeras fueron médicas o trabajaron en el ámbito médico, igual que sus compañeros, pero una vez más la sociedad las invisibilizó, las borró de la historia.
Cuanto conocimiento escondido y robado, escondido al no reconocer la autoría real del trabajo de muchas científicas y robado porque se ha asignado sistemáticamente a sus compañeros.
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Además, cuando las científicas acceden a su carrera profesional, ellas de nuevo se quedan atrás por la imposibilidad de conciliar su proyecto laboral y vital, por el desequilibrio aun existente en las tareas de cuidado, fenómeno conocido como cañería que gotea y lamentablemente las gotas que se van perdiendo son las mujeres científicas. Por lo que no tan solo llegan menos, sino que las que llegan se las van expulsando a lo largo de su carrera profesional. Y para acabar, aquellas que llegan al final del trayecto se encuentran con que están infrarrepresentadas en los ámbitos de decisión, siendo por ejemplo solo el 8% de las rectoras en el 2016, según datos del Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación.
No nos queda más remedio que continuar reivindicándonos y luchando cada 11 de febrero, 8 de marzo, 25 de noviembre y el resto de días del año. Hemos venido para quedarnos, para investigar, para generar conocimiento, para dar respuesta a los problemas de las personas, pero ya no lo haremos desde el silencio de nuestros laboratorios, si hace falta gritaremos a voces lo que hacemos, lo publicaremos y lo reivindicaremos. Porque el 11 de febrero seguirá siendo el día internacional de la mujer y la niña en la ciencia. Cada 11 de febrero daremos voz a todas aquellas científicas que han sido silenciadas por una historia escrita con los ojos de los hombres.
* Sandra Guaita, diputada por Tarragona, portavoz adjunta de la Comisión de Ciencia, Innovación y Universidades del Grupo Socialista.Sandra Guaita