Cine para mayores con una vida religiosa ejemplar

Félix Población

Me consta, por las referencias que me da mi hija, a la que he educado lo mejor que pude y cuyos conocimientos son ciertamente avanzados para los que generalmente suele tener la gente de su generación, que muchos jóvenes siguen desconociendo el carácter represivo de publicaciones volanderas como esta de El Cinematógrafo que mediados los años cincuenta del pasado siglo dictaba sus normas de moralidad, tal como la imprenta de un determinado obispado difundía. 

Dado que el cine, para la todopoderosa institución de la iglesia nacional-católica, era un medio sumamente peligroso si se quería preservar a las jóvenes mentalidades de las tentaciones satánicas o de las corrientes perturbadoras del conocimiento en libertad, se estableció una rigurosa vigilancia a fin de que los niños y niñas de esos años fuéramos idiotas el máximo tiempo posible. 

No hace falta comentar —porque El Cinematógrafo lo expresa sobradamente— lo que se lee en estas hojas volanderas, o lo que se leía también en la guía de películas que se instalaba en los atrios de las iglesias de cada ciudad, en donde los más fieles entre los feligreses de aquella nefasta institución que marcó nuestros primeros pasos aprendimos a discernir lo que sigue: los filmes tolerados para todos los públicos de los tolerados para jóvenes, solo para mayores o únicamente para mayores con reparos o con una cultura religiosa sobresaliente y una vida religiosa ejemplar. 

Me gustaría saber el grado de conocimiento real que las jóvenes generaciones tienen de estas interioridades del viejo régimen, aunque cabe pensar que es mínimo

Obviamente, las autoridades eclesiásticas de entonces suponían que solo con una formación religiosa muy sólida, o una vida religiosa propia de aquellas biografías de santos eclesiales que se publicaban con regularidad como materia de propaganda, se podía hacer frente a las películas que nos enfangarían, sobre todo, en los pecados de la carne, o nos abrirían la mente más allá de lo reglamentado para seguir siendo idiotas. Como cabe suponer, las pelis que más atracción despertaban en nosotros y, desde luego, sobre todo en nuestra carne, eran aquellas que la iglesia franquista consideraba gravemente peligrosas para todos.

Me gustaría saber el grado de conocimiento real que las jóvenes generaciones tienen de estas interioridades del viejo régimen, aunque cabe pensar que es mínimo, por lo mucho que desconocen en general del viejo régimen. Se trata de claves muy significativas de la intrahistoria de la dictadura franquista, sumamente explícitas de sus retrógradas miserias y represiones.

El resultado seguro que nos daría buena cuenta de la poca efectividad que la educación en nuestro país ha tenido en dar a conocer la historia del siglo XX en España desde una perspectiva científica y democrática, totalmente imprescindible y cada vez más necesaria para que la democracia se asiente y consolide todo lo que aún falta con el voto consciente y democráticamente responsable de quienes se han venido educando durante los últimos cuarenta años.

Posiblemente, si en los centros de titularidad pública esa formación ha sido deficiente, los resultados en los centros privados y concertados podrían abochornarnos. Conviene recordar a este propósito que durante el pasado curso la administración pública aportó el 57% de lo que ingresó la educación privada y concertada, sin contar el casi 3% que recibieron las universidades privadas.

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Félix Población es periodista y escritor. Su último libro es 'La memoria nombrada' (Ed. El viejo topo, 2018).

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