Todos somos corruptos menos ellos

De vez en cuando me asomo a la tele. No muchas veces. Sólo de vez en cuando. Para qué. La vida ya está llena de lágrimas y en la tele sólo salen toneladas de lava como las que bajaban de los volcanes de La Palma o Pompeya. Y te amargan el día, la noche, lo que sea. Me duermo con las gallinas. O sea, casi antes de que se ponga el sol, como cantaban Los Bravos en los tiempos de mi adolescencia. Y madrugo mucho, como los más de veinte años en que trabajé en el horno familiar, nada menos que desde los diez u once hasta casi los treinta. Les cuelo de refilón este currículum porque si alguna noche por lo que sea no me duermo, me quedo con Xabier Fortes y sus 24 horas en TVE. Hasta ahí llego. No más. Pero estos días me rehago el ánimo y me asomo a la pantalla. Sólo a las de TVE. Las otras me dan miedo. Antes, hace muchos años, veía cómo me señalaba con el dedo García Ferreras y me entraban ganas de que se le metiera por la punta un chispazo de electricidad. ¿Por qué hostias, cretino, tienes que señalar con el dedo a quien está a este lado de la pantalla? O sea, que no veo la tele pero estos días sí que lo hago de vez en cuando. Todo el rato salen Koldo, Ábalos y Cerdán. Cada día lo mismo. Y últimamente se añadían el Congreso del PP y el Comité Federal del PSOE. Lo común en los dos sitios: el material inflamable que se guarda en los soportes de ese monstruo de la informática (y de tantas otras cosas) que es ese tipo que, si no fuera por quitarle nobleza al gorila, podría haber sido seleccionado perfectamente para interpretar a King Kong.

Y la verdad es que no puedo soportarlo. Lo de ver la tele, digo. No por la tele, en este caso, sino por cómo oigo bramar a los del Partido Popular. Es que ustedes, como yo mismo, seguro que los vieron. A los tres: Aznar, Rajoy y Núñez Feijóo. Subidos al estrado de su Congreso. Crecidos por los desfalcos económicos, políticos y morales que asolan desde hace meses los cimientos del PSOE y la propia credibilidad de Pedro Sánchez. Sólo faltaban sumarse al trío de la vileza Felipe González, García Page y Lambán para tener el paisaje completo de la iniquidad. La Patria está en peligro. Por eso dice Feijóo: “ahora empieza lo importante: convertir nuestro trabajo en esperanza para los españoles”. Qué perra han cogido con salvar a los españoles. Se refieren, claro, a los buenos españoles. No creo que estén pensando en ustedes o en mí mismo. Pero ellos siguen a su bola. Y cómo no nos van a temblar como en un terremoto las piernas y el entendimiento cuando escuchamos a Aznar lo de que “si pactas con delincuentes, no te extrañe acabar en la cárcel”. De dónde ha salido este monstruo de la desmemoria. La mediocridad intelectual convertida en alimento espiritual para su feligresía. La palabra delincuencia debería explotarle en la boca y convertirlo en una bola de fuego, como en las películas apocalípticas que están tan de moda desde hace unos años. Hay que tener mucho cuajo para olvidar la Guerra del Golfo en la que nos metieron sus rendidas pleitesías a Bush Jr, las mentiras de los atentados del 11 de marzo de 2004 que causaron en Madrid centenares de muertos y heridos, la terrorífica realidad del Yak-42… Cómo se puede ser tan miserable, vivir tan a gusto en la indecencia, estirar las palabras hasta romper abruptamente su significado. La palabra corrupción en su boca suena a burla, a tomadura de pelo, a truco de tahúr en las partidas amañadas de la política. Y Rajoy. El imposible de descifrar M. Rajoy en los papeles de Bárcenas. El que durante su mandato más altos responsables de su partido fueron a parar a la cárcel y aún hay una larga lista esperando que se les abran las puertas para pasar allí una buena temporada. ¿Es que alguien duda de que M. Rajoy es Mariano Rajoy en esos papeles? Otra cosa es que tengamos que añadir lo de “presuntamente” para que la Justicia –la suya, la que nos persigue implacable a quienes no somos de derechas– no nos meta en un lío. Y habla el muy insensato de corrupción, lo mismo que Aznar y lo mismo que ese colega gallego que se pasaba los veranos navegando en barco con un narco aunque entonces, cuando él lo conoció, “sólo era contrabandista”.

A mí me da que no, que Feijóo nunca será presidente del Gobierno

Es que ves y oyes en la tele todo eso y te entran ganas de meterte a terrorista. Es que en València tenemos a un Mazón que huye de la Justicia como de la sarna en los tiempos de la guerra y la pobreza y dice, cuando Sánchez acaba de nombrar a la valenciana Rebeca Torró Secretaria de Organización del PSOE, “que Dios nos coja confesados”. Y lo dice un individuo que lleva sin aclarar dónde y en qué condiciones físicas y mentales estaba mientras 228 personas se perdían en la terrible Dana del 29 de octubre del año pasado. Por eso intento asomarme poco a la tele. Porque si encima veo o escucho a Felipe González ya me echo al monte directamente. ¿Recuerdan aquello de que daba igual el color de los gatos y que lo importante es que “cazaran ratones”? ¿Se acuerdan de los Gal y la cal viva? ¿Se acuerdan de cómo fue a la puerta de la cárcel para despedir con un abrazo a sus compañeros Barrionuevo y Vera condenados por su implicación en la guerra sucia contra ETA? ¿Se acuerdan de que vestía de joven el uniforme de la pana obrera y ahora se codea con la flor y nata de la élite mundial del dinero? Pues ese fulano dice que no votaría a su partido o votaría en blanco en unas supuestas elecciones que celebraría con champán el PP de las corrupciones infinitas.

La corrupción ahoga el mundo de la política. No de toda, faltaría más. Hay que repetir hasta la extenuación que la política es la lucha por el bien común allá donde cada cual pasemos nuestras vidas. No sé qué pasará después del Comité Federal del PSOE, ni si aguantará Pedro Sánchez hasta 2027, ni si llegará a formarse ese frente democrático que se oponga desde la eficacia, la dignidad y la decencia a esa siniestra camaradería que sin ninguna duda formarán PP y Vox para destrozar la vida de los españoles. De los “malos españoles”, quiero decir. De que los buenos españoles sean felices ya se encargarán Feijóo y Abascal si llegan a gobernar. Y miren ustedes: a mí me da que no, que Feijóo nunca será presidente del Gobierno. No sé. Igual es un golpe de calor que sufro en un pueblo devastado por la Dana como el mío. Pero qué quieren que les diga. A mí, como mal español que soy, me da que nunca llegará el colega del narco gallego a ser presidente ya de ningún sitio. Pues eso.

PD. El pasado 3 de julio se cumplían diecinueve años del accidente del Metro en València. Hubo 43 personas muertas y 47 heridas. Nunca el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, recibió en su despacho a la Asociación Víctimas del Metro 3 de julio (AVM3J). Aquellos días nos visitaba el Papa Benedicto XVI y la RTVV (Canal 9 y Ràdio Nou) dio la consigna de silenciar el accidente y ocuparse sólo de la visita papal. Luego se descubriría que la visita del Papa fue un foco de corrupción con altos representantes del PP y la RTVV juzgados y condenados. Millones de euros que fueron a parar a sus bolsillos tuvieron la culpa. Y sin embargo es como si todos fuéramos corruptos menos ellos. Menudos pájaros.     

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 Alfons Cervera es escritor. Su último libro es 'El boxeador', editado por Piel de Zapa.

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