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El falso relato de la ruina y del nuevo ciclo político reaccionario (la derecha y las 'fake news')

Gaspar Llamazares

Hoy, a partir de la operación del relevo palaciego en la dirección del PP y con los vientos de las encuestas a favor, asistimos a un falso relato sobre la ruina y el poco menos que inevitable cambio de ciclo político en España. Por eso la acusación de Núñez Feijóo de maquillaje a los buenos datos de empleo y el cuestionamiento de los organismos oficiales de España y de Europa, y en los últimos días la campaña de propaganda sobre la práctica amortización del Gobierno de coalición y más allá de la intoxicación informativa en relación al presidente del Gobierno y en concreto a su renuncia a la futura candidatura a las elecciones generales. La misma campaña de desinformación y desestabilización que empujó a Zapatero al adelanto electoral, aunque sin datos de crisis económica ni de ninguna amenaza de intervención europea.

Las derechas profundizan en el relato del mal gobierno socialcomunista, de su debilidad ante los independentistas, del chantaje de las minorías y el parlamento como mercadeo, así como de la situación de inestabilidad política y de ruina económica de España

Ahora, en plena campaña en Andalucia, la derecha, cabalgando este falso relato, se muestra poco menos que eufórica, con la pretensión de que estas elecciones sean de nuevo, como en su momento lo pretendían hacer con las de Castilla y León, incluso con el señuelo de una victoria en solitario de la aparente moderación, una suerte de primarias de las próximas autonómicas y municipales y finalmente de las elecciones generales previstas para 2023. Todo, a sabiendas de que la norma electoral en la pandemia ha sido, al menos hasta ahora, que quien gane sea el gobierno de turno, al margen de la mejor o peor valoración de su gestión, junto con la reválida de los resultados generales de la ultraderecha, interpretada como un ascenso fulgurante. Con el discurso de que Juanma Moreno ha cambiado el mantel pero no el menú político desde el gobierno de  Andalucía, pero ocultando la dieta a que ha sometido a los servicios públicos de sanidad, educación y dependencia, así como al propio autogobierno. Cuando además, en Andalucía, tanto el PSOE como su izquierda siguen lamiéndose las heridas de sus todavía recientes crisis internas tanto de credibilidad como de liderazgo.

En este contexto, se refuerza el falso relato propagado por la derecha y los medios conservadores sobre la ruina de España, por un lado para no dejárselo en exclusiva a la ultraderecha y por otro para justificar el poco menos que fatal advenimiento del gobierno de las derechas, aunque sea de la mano de la misma ultraderecha. En definitiva, las derechas profundizan en el relato del mal gobierno socialcomunista, de su debilidad ante los independentistas, del chantaje de las minorías y el parlamento como mercadeo, así como de la situación de inestabilidad política y de ruina económica de España.

La paradoja es que, mientras tanto, continúan mejorando los datos del crecimiento y de la calidad del empleo, refutando el relato catastrofista sobre la gestión del gobierno de la izquierda, de la ruina económica y de los supuestos efectos negativos de sus principales medidas económicas como los ERTEs, el salario mínimo, el ingreso mínimo vital, la recuperación del poder adquisitivo de las pensiones y la reciente reforma laboral. Unos datos ante los que el PP de Feijóo se mueve entre el escepticismo sobre los números, porque considera que hay que excluir los contratos fijos discontinuos de los verdaderos contratos fijos, sobrepasando el límite de la negación de la información de los organismos oficiales o directamente hasta la invención de datos falsos.

Algo parecido ocurre con la previsión sobre el crecimiento económico, tanto del FMI como de la OCDE, que aunque disminuye con respecto a los anteriores a la incertidumbre provocada por la guerra y por las medidas económicas adoptadas en represalia, se mantienen en España aún muy por encima de la media de la Unión Europea. La derecha ve sin embargo el vaso medio vacío porque todavía no hemos recuperado la situación previa a la pandemia.

Por otra parte, y a pesar de que la escalada de la inflación ha repuntado en el mes de mayo con carácter general, España se encuentra en la media de la OCDE y de los países de nuestro entorno europeo. Unos incrementos que a consecuencia del estrangulamiento de la cadena de suministros a la salida de la pandemia y de los efectos de la guerra, empezaron en el sector energético y que ahora se extienden a la cesta de la compra, con el consiguiente malestar que afecta sobre todo a las rentas de los trabajadores y los sectores medios. Sin embargo son una oportunidad para el falso relato de la derecha que lo reduce a un problema exclusivo del Gobierno de España, como demostración del fracaso de la política del Gobierno de la izquierda. En definitiva, que la campaña de ruido y furia de los medios de la derecha y sus portavoces consiste en el falso relato de una supuesta crisis económica e incluso de una recesión inexistente, con la escalada de la inflación como responsabilidad exclusiva del Gobierno español.

En este mismo sentido, las derechas continúan con el ruido de la disgresión sobre la violencia machista y la violencia intrafamiliar y sin solución de continuidad, tan pronto esgrimen la denuncia de los impuestos como confiscatorios, giran bruscamente en su posición sobre Cataluña para denominar la ley recientemente aprobada como apartheid lingüístico o denuncian el adoctrinamiento en la escuela, ahora en los libros de texto, cuando no la responsabilidad del Gobierno en el bloqueo a la renovación de los organismos institucionales del Estado. El caso es amplificar el ruido.

Sin embargo, el relato de la ruina y del ruido de la gestión de la izquierda, paradójicamente las derechas los pretenden hacer compatibles con una forzada imagen de estabilidad, de buena gestión y de recuperación económica de sus gobiernos autonómicos, que sin embargo ni siquiera han aprobado los presupuestos o que se han visto forzados a convocar elecciones adelantadas.

Un falso relato que no es nuevo y que han venido elaborando desde la moción de censura, el cambio de Gobierno y en especial a lo largo de la pandemia, cuando pusieron en duda tanto la gestión del Gobierno, como la necesidad de las medidas de salud pública o los datos de mortalidad y muy en particular el marco legal del confinamiento, la cogobernanza así como la compra conjunta y el proceso de vacunación. Tampoco han dudado en recrearse en el catastrofismo y en sumarse incluso a las teorías de la conspiración. Por eso, con la salida de la pandemia solo han tenido que cambiar de temática del falso relato de la pandemia por el de la ruina económica. Para la otra rueda del tándem: la ultraderecha y su negacionismo, la pandemia no ha existido, como tampoco la violencia de género ni la memoria democrática. Solo la catástrofe.

En definitiva, al Gobierno central es al que unos y otros pretenden hacer pagar la frustración y los agravios provocados por la pandemia, las incertidumbres sobre la recuperación económica y el malestar como consecuencia de la escalada de precios como producto de la guerra de Ucrania. Para ello, la derecha y sus medios afines agitan una ruina inexistente al objeto de provocar la inestabilidad y la furia antipolítica y con ellas de favorecer la coalición de la aparente moderación del nuevo PP con la falsa normalización de la ira de la ultraderecha. Ambas como protagonistas de la fatalidad de un nuevo ciclo político reaccionario.

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Gaspar Llamazares es fundador de Actúa.

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