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El proyecto europeo en manos de las mujeres y, esperemos, de la juventud

Pablo Allende Nieto

A pocos días de volver a votar, esta vez en unas europeas, hemos ido viendo cómo desde 2019, comicios tras comicios, los partidos populistas y euroescépticos se han acercado al poder de forma más intensa. En las últimas semanas, el ultra Wilders ha consolidado su liderazgo en los Países Bajos con un gobierno dirigido por su fuerza, Meloni es aceptada por el centro derecha europeo, Milei se posiciona como el representante internacional de una ideología anti-sentido común… todo ello está conformando una ola global de nacionalpopulismo que amenaza las elecciones europeas. Esta internacional populista defiende el regreso a lo que consideran un pasado glorioso y con líderes carismáticos, alejados de los políticos tradicionales, que sitúan el concepto de su patria como única forma de hacer política y, enfrente, todos son enemigos. 

El resultado electoral y la constitución de un gobierno que pretende renegar de los acuerdos europeos en uno de los países motores del proyecto (Países Bajos), que después se repitió en Eslovaquia, debería haber mandado un aviso a la Unión de cara a las elecciones europeas durante los últimos meses y analizar qué estaba pasando y qué espacios de la población estaban confiando en esas opciones (importante, y cuáles no). 

Con sus diferencias, en particular en lo referido a Ucrania, se está consolidando un bloque de ralentización europea. Además, los sondeos prevén que el belga Tom Van Grieken, del ultraderechista Vlaams Belang, pueda dar la campanada en las legislativas de este 9 de junio. Por su parte, AfD se consolida en la segunda posición en Alemania tras los democristianos y por delante de los socialdemócratas. En resumen, tal y como reveló The Guardian, casi un tercio de los europeos está votando en la actualidad a formaciones populista y anti-establishment, formaciones hostiles con las instituciones europeas y que avanzan a pasos agigantados en esa introducción del euroescepticismo en el propio corazón europeo.

Ante este avance del bloque populista, hay un grupo de la población que sí está mostrando síntomas de oponerse a la ola y que debería ayudar a los partidos europeístas a fijar sus campañas estos días: las mujeres. Ellas han conformado un muro para los movimientos ultras y su movilización está consiguiendo lo que podemos llamar buenos resultados para el europeísmo. 

Si nos fijamos en las recientes elecciones polacas, que terminaron con el dominio de los ultraconservadores del PiS, las mujeres polacas votaron casi siete puntos más que los hombres a formaciones europeístas. En la última década, fueron ellas las que lideraron las principales marchas contra el Gobierno por sus recortes en el derecho al aborto.

En Suecia, donde los socialdemócratas ganaron, pero perdieron el gobierno, y el centro derecha europeísta quedó en tercer lugar, la ultraderecha fue segunda fuerza. No obstante, las mujeres confiaron ocho puntos más que los hombres en la socialdemocracia europeísta. Hecho similar sucedió en las elecciones portuguesas, en el que las mujeres apostaron por partidos europeístas como AD o PS, ante una Chega muy masculinizada. En Austria, la ultraderecha obtuvo veinte puntos menos entre el electorado femenino.

Ante este avance del bloque populista, hay un grupo de la población que sí está mostrando síntomas de oponerse a la ola y que debería ayudar a los partidos europeístas a fijar sus campañas estos días: las mujeres

¿Y la juventud? ¿Qué está sucediendo entre aquellos votantes de las nuevas generaciones? El 32% de los votantes más jóvenes apoyan a Le Pen en Francia; un quinto de las nuevas generaciones portuguesas se sitúa del lado de Chega; en Alemania, los verdes han dejado de ser el partido más atractivo para la juventud ante el crecimiento de AfD; y el mismo patrón se ha seguido en la Italia de Meloni. Por cierto, aunque en el cómputo general del voto joven esté subiendo el antieuropeísmo, las mujeres jóvenes sí que confían en las fuerzas europeístas, tal y como se ha mostrado previamente.

Estos datos coinciden con el análisis de Politico que afirma que en Bélgica, Francia, Portugal, Alemania y Finlandia, los votantes más jóvenes están igualando, si no superando, a los mayores en su apoyo a partidos antiinmigración y antisistema. En cambio, es curioso contraponer estos datos y observar cómo la juventud ha sido decisiva para que la oposición europeísta polaca arrebatara el poder al ultraconservador PiS. Las elecciones legislativas de 2023 supusieron una revolución juvenil con el 70,9% de participación. En Hungría, la oposición europeísta recibió el 42% del voto juvenil ante el 23% del gobernante Orbán.

Da la sensación de que los jóvenes apostamos por opciones europeístas cuando vemos los resultados de los gobiernos ultras y euroescépticos, como en Polonia o Hungría. Parece que se da por hecho la posibilidad de moverse libremente por el continente europeo, trabajar en otros lugares y disfrutar y aprender con la beca Erasmus. Sin embargo, el darlo por hecho hace que parte de la juventud fije (o traten de fijarle) sus prioridades en otros aspectos divisivos.

Uno de esos aspectos es la inmigración. Estos días nos hemos tomado el café leyendo, nuevamente, un análisis de The Guardian afirmando que los jóvenes actuales se posicionan cada vez más en contra de la inmigración. El análisis del medio inglés revela que, en algunos países, especialmente en los de Europa del Este, las actitudes negativas hacia la inmigración son más comunes entre la generación Z o los millennials que entre la generación X o los baby boomers.

Las elecciones europeas se van a jugar en la movilización de las mujeres y la recuperación de la confianza de la juventud, que son quienes más sufren las políticas antieuropeas. La gestión antieuropea quita votos entre estos dos grupos de población, que se recuerde en las campañas al Parlamento Europeo.

Por cierto, acercarse a posturas populistas y euroescépticas para después intentar atraerlos al europeísmo tampoco funciona.

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Pablo Allende Nieto es vocal de Incidencia Pública de Equipo Europa y consultor político.

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