Plaza Pública

El "poder" de los vecinos en la España rural

Ángel Viviente Core

Ha habido grandes cambios en nuestro Estado durante los últimos 40 años. La llegada de la democracia insufló aires nuevos a las políticas del pasado, aquellas que fueron impulsadas por la dictadura durante los 40 años que siguieron a la sangrienta guerra civil y a los sangrientos años de represión que hubo a continuación. El miedo era patente en los que vivieron aquellos años de terror, pero las jóvenes generaciones se negaron a aceptar esa forma de empoderamiento de las autoridades en todos los niveles y estamentos. Las generaciones posteriores a las de la dictadura empezaron a preguntar y a pedir responsabilidades y comenzaron a exigir respuestas a las acciones de gobierno. Las autoridades, los jueces, la Iglesia ya no tenían la verdad absoluta que no admite preguntas ni explicaciones.

¿Este cambio se ha dado por igual en todos los territorios de nuestro Estado? Mi apreciación es que no, que no lo ha sido por igual.

¿Se ha dado igual desarrollo sociopolítico en las amplias zonas semi despobladas y con una edad media muy elevada, como pudiera ser el caso de la Comunidad de Castilla y León, como en otras zonas más desarrolladas e industrializadas? ¿Se ha dado ese cambio por igual o seguimos en muchos lugares encerrados en los miedos a la autoridad y al párroco, exactamente igual que hace un siglo? Tal vez sería exagerado decir que sí al 100 %, pero algo de eso sí que es cierto y se comprueba en diversos ejemplos de prácticas que parecían olvidadas para siempre y que se siguen dando, sobre todo en aquellos municipios con muy pocos habitantes, en donde el enfrentarse a decisiones de “las autoridades” pudieran traer consigo problemas “por haberse significado” (mejor permanecer callados).

En la provincia de Segovia, de sus 209 municipios, el 63% tiene menos de 250 vecinos.

En Castilla y León existen alrededor de 650 municipios con menos de 100 habitantes. En tan solo 29 de estos 650 municipios funcionan los ayuntamientos con el sistema, ya inventado hace muchos años, de Concejo abierto, en donde las decisiones pueden tomarse en “comunidad” por todos los vecinos. Parece un sistema lógico y participativo que en municipios pequeños haría empoderar las opiniones y puntos de vista de los habitantes.

Pero no, parece ser que a la mayoría de las autoridades municipales de esta Comunidad les resulta más cómodo y eficaz el sistema cerrado e incluso algunas veces “unipersonal” del “yo me lo guiso y yo me lo como”, en un ten con ten alcalde-secretario. Sin dar cuentas a nadie más.

Y luego aparecen otros estamentos, como por ejemplo la Diputación: ¡Ay!, la Diputación, ¡con la iglesia hemos topado! Alguien se preguntará que qué pinta aquí la Diputación. Pues miren, resulta que en la Diputación abundan unas personas que al final, con sus decisiones, están influyendo en gran medida y marcando en los temas más básicos y a las formas de vida de las gentes de su provincia respectiva. Es un juego “amigable” entre los alcaldes del partido que gobierne la Diputación correspondiente, donde las razones de beneficio a las poblaciones son lo de menos, frente al amiguismo partidista en la toma de decisiones y el apoyo recíproco (intercambio de cromos, diría yo). El tener buenas influencias en la Diputación correspondiente, empezando por pertenecer al propio partido de Gobierno, es básico para un buen vivir en cada municipio.

Un ejemplo de "buen  hacer": Riaguas de San Bartolomé (Segovia)

 

Erase una vez un pueblo de 37 vecinos censados (¿a quién le importan 37 votos?) más muchos otros no residentes que acudían allí a sus segundas viviendas, a disfrutar de la paz de Castilla y de sus paisajes y tranquilidad. Es cierto que no es una zona muy poblada por árboles, pero tenían un maravilloso paseo en el que la vida social se desarrollaba, encontrando a amigos en charlas intrascendentes, en una caminata tranquila a la sombra de unos árboles que aportaban frescor al paseo de las tardes de verano.

Érase una vez alguien en la Diputación de Segovia al que le parecía muy fastidioso y antieconómico el realizar podas y cuidados anuales de estos árboles para evitar la caída de ramas sobre la carretera con el consiguiente peligro vial. Es cierto que en sus 60 años de existencia ningún accidente había ocurrido en ese tramo de carretera, nadie había chocado nunca con ninguno de estos árboles, pero el utilizar el argumento de la seguridad vial ha sido el propicio para que la Diputación convenciese a la autoridad del ayuntamiento para que solicitase la tala de estos árboles, aun a sabiendas de que este tema no era responsabilidad de este Ayuntamiento, si no de la propia Diputación, pero eso les añadiría una buena justificación para ejecutar lo ya decidido y quitarse de encima, en apariencia, la responsabilidad de la decisión.

La autoridad del Ayuntamiento, sin consultar a nadie del vecindario, adoptó esta decisión y solicitó la tala. Es cierto que en este Ayuntamiento no hay Concejo Abierto y, claro, las decisiones se pueden tomar así.

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Meses después los árboles desaparecieron del paisaje, aprovechando el frío diciembre en el que muy pocos vecinos permanecían en el pueblo, reduciéndose más aún la escasez de arbolado de la zona. La Diputación aduce el mal estado de los mismos pero los vecinos, asombrados, comprueban el perfecto estado del 95% de ellos por la simple observación de los tocones que quedan en las cunetas como presencia de un paisaje muerto. La Diputación se quita de en medio el problema del cuidado y mantenimiento anual y todos tan contentos. “Muerto el perro se acabó la rabia”. Incluso se comprueba que, aprovechando la situación, se han cortado más arboles de los autorizados. Se supone que alguien se habrá podido aprovechar de ello.

Pero no se ha acabado la rabia. Esa rabia que hace llorar a muchos vecinos cuando echan un vistazo a esa zona tan querida y a los que se ha privado del paseo de toda su vida. Ya nadie pasea por allí. Ya no hay zonas de paseo como esa en el pueblo. La Diputación mata dos pájaros de un tiro y consigue que los vecinos permanezcan encerrados en sus casas, sin intercambiar opiniones con otros mientras pasean. La televisión oficial y sus noticiarios oficiales serán la forma de que los vecinos pasen las tardes de verano, acompañados por una buena cerveza. _________________

Ángel Viviente Core es coordinador general de Convocatoria Cívica

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