Una acampada de siete días fuerza a la Universidad de Barcelona a incorporar la crisis climática en las aulas

Activistas de End Fossil Barcelona acampando en el interior de la Universidad de Barcelona.

Siete días acampando en la universidad, un plan calculado hasta el milímetro y una victoria “histórica”, como definen algunos. Esto es lo que han logrado un puñado de jóvenes de End Fossil Barcelona, un movimiento contra el uso de los combustibles fósiles. Una lucha que, de momento, ha culminado con el compromiso de la Universidad de Barcelona (UB) de incorporar una asignatura sobre crisis ecosocial en todos los grados y másteres que oferta para el curso 2024/25, lo que supone formar en este ámbito a unos 14.000 estudiantes cada año. Se ha quedado en el tintero arrancar el compromiso de la UB de desligarse de cualquier negocio con empresas que, según los activistas, se lucran con recursos contaminantes, como es el caso de Repsol o el Banco Santander, ambas presentes en el centro.

“Ha habido momentos de bajón, en que las negociaciones no avanzaban, ha sido duro, con momentos de cierta ansiedad, pero ahora estoy muy contento y con energías más activas que nunca para seguir esta lucha”, resume José Antonio Giménez, que con 24 años está a punto de terminar el grado en Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). “Ha sido muy intenso y bonito, no nos esperábamos esta respuesta, extender nuestra lucha con tanta velocidad y con la previsión de cambiar el modelo universitario catalán”, afirma sonriente Gil Hortal, portavoz de End Fossil Barcelona.

Los jóvenes exigen a las universidades formación para hacer frente a los retos del futuro, que cada vez son más presentes. “Vivimos una crisis estructural, que no habíamos vivido nunca y que no solucionaremos con bancos y empresas que se aprovechan de esta crisis. Depender de combustibles fósiles nos hace vulnerables y nos lleva a un horizonte de incerteza e inseguridad. Pedimos a la UB que esté a la altura de las circunstancias y que nos prepare para el mundo que viene”, reclama Hortal.

Una comisión de expertos y académicos velará por el contenido de esta asignatura. Todos ellos son miembros que han sido nombrados por los propios activistas y entre los que destaca Jofre Carnicer, autor del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, que sirve para realizar evaluaciones integrales sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta, desde el punto de vista científico, pero también social.

“Esto no se acaba aquí, esto se debería extender al resto de universidades de Catalunya y entendemos que sirve de precedente para que en pocos años todas las estudiantes de universidades públicas catalanas reciban formación sobre la crisis ecosocial y como afrontarla”, dice Hortal.

El PSC, ERC, Junts, la CUP y los comunes se han reunido este miércoles en el Parlament de Catalunya con los miembros de este movimiento juvenil por el clima, que les han trasladado sus reclamaciones y les han pedido que trabajen en escenarios para transformar sus reivindicaciones en cambios legislativos. Así mismo, los activistas han pedido poder comparecer en la Comisión de Investigación y Universidades del Parlament y tener una reunión con el conseller del ramo, Joaquim Nadal.

Protesta mundial

La consigna de End Fossil a nivel general era clara: “Entre septiembre y diciembre 2022, la juventud del movimiento por la justicia climática va a ocupar cientos de escuelas y universidades de todo el mundo”. Y así lo han hecho. La experiencia de la UB no es singular: la primera acción de este tipo se fraguó el 16 de septiembre en la Universidad de Pensilvania, en los Estados Unidos. Le siguieron la Universidad de Leeds, en Reino Unido, el 7 de noviembre; la Universidad de Colonia, en Alemania, ese mismo día; y la Universidad de Lisboa, en Portugal, también el 7 de noviembre.

End Fossil tiene como objetivo común el fin de la economía basada en combustibles fósiles, como lo es el petróleo. Más allá de eso, cada una de las organizaciones locales plantea sus reivindicaciones concretas. Y en el caso de Barcelona el combate lo han centrado en la UB, una universidad que se remonta al 1401 y que por su historicidad y su prestigio ha servido como punto neurálgico de una protesta que han abanderado estudiantes de diversos centros públicos catalanes.

La UB ha marcado una “línea roja”, según relatan los activistas, ante la petición de desligarse de empresas privadas que hacen negocio con el petróleo. La universidad ha evitado hacer declaraciones a la prensa, pero ha remitido un comunicado en el que afirman sentirse “plenamente comprometidos con trabajar en la línea de erradicar las causas de la emergencia climática y paliar sus consecuencias”. Mientras tanto, cuentan con una cátedra pagada por Repsol que supuestamente tiene como función trabajar por la transición energética.

“Es greenwashing”, afirma Federico Demaria, profesor e investigador en la UB y experto en Economía Aplicada. “Repsol no está contribuyendo nada a la transición energética”, añade. Además de esta, la UB también cuenta con una cátedra financiada por Danone sobre alimentación saludable y sostenible y otra sobre sostenibilidad energética que cuenta con el sostén económico de Naturgy, Enagás y Cepsa.

Según la normativa de esta universidad, para crear cátedras hace falta que una empresa privada o institución haga aportaciones económicas de un mínimo de 20.000 euros anuales durante tres años, que la Comisión de Cátedras y Aulas UB emita un informe favorable y que el rector del centro dé su visto bueno.

En el caso de Repsol, fuentes consultadas por infoLibre afirman que la energética invierte 35.000 euros anuales. “Para tan poco dinero no vale la pena comprometer el prestigio de una institución académica como la UB”, apunta el experto en Economía Aplicada. Respecto al Banco Santander, su presencia se constata a simple vista con la ocupación del espacio público de los centros universitarios en forma de cajeros, e incluso en los propios carnés de los estudiantes, que son tarjetas con el logo de esta empresa. “Entran completamente en la vida universitaria y esto nos hace pensar si realmente la formación que recibimos no viene también influenciada por los intereses de estas entidades”, opina Hortal. “Hay una sombra de duda sobre nuestra formación”, remata.

Demaria ha firmado un texto a favor de las demandas de End Fossil Barcelona. Junto a él, otros 200 profesores e investigadores de toda España, como Susana Narotzky, catedrática y Premio Nacional de Investigación en Humanidades, Marta Segarra Montaner, catedrática y experta en lenguas y literaturas modernas y estudios ingleses, así como Javier Martín Vide, catedrático, climatólogo y revisor del IPCC [en referencia al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático].

Urdiendo el plan desde julio

Desde julio se llevó fraguando la ocupación de la UB, cuentan los activistas. Primero se establecieron contactos entre estudiantes catalanes y portugueses. Más tarde, se reunieron diversos miembros de entidades como Extinction Rebellion y Fridays For Future a nivel de Catalunya, para ver qué visos había de que la iniciativa prosperase.

El desencadenante clave fue la detención y encarcelamiento de 15 miembros de Scientist Rebellion, una organización de científicos que lucha contra el cambio climático y que protestaron de forma pacífica el 29 de octubre en un evento de coches de la empresa BMW en Múnich (Alemania).

“El miércoles por la mañana la mayoría de gente no sabía que íbamos al edificio central de la UB, porque teníamos miedo que la seguridad de la universidad lo supiera, y fuimos a la facultad que está en el barrio del Raval y cuando unos compañeros nos avisaron fuimos para allí”, relata Neus Barberà Betrans, miembro de Extinction Rebellion. “Queríamos entrar todos de golpe y no pudimos, porque cerraron 30 segundos antes la puerta y solo entró una parte de la gente, que se encadenó, y los encerraron allí hasta que decidieran salir de la universidad”, cuenta.

Mientras un grupo se quedó protestando a las puertas de la UB, otro se fue a buscar el material que portaba otro compañero en un coche. “Recuerdo cargar con dos o tres tiendas de campaña encima, con el altavoz, el megáfono, entrar por otra puerta de la Universidad y pensar: de ninguna manera me dejarán pasar”, relata esta joven de Extinction Rebellion. “Entonces montamos las tiendas en el patio. En un primer momento vino el rector, de buenas maneras, hasta que nos mandaron un papel diciendo que las cosas no se hacían así y que firmáramos un papel donde no nos ofrecían nada”, explica. Y tras siete días de acampada, de charlas, conciertos y protesta, lograron la asignatura de crisis ecosocial.

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