Derechos humanos

El 'Aita Mari' pone rumbo al Mediterráneo para denunciar el bloqueo del Gobierno al rescate de migrantes

El Aita Mari pone rumbo al Mediterráneo

Marta Maroto

El Aita Mari se ha cansado de esperar. El 15 de marzo salía del puerto de Pasaia (Gipuzkoa), donde llevaba meses atracado, rumbo a A Coruña, donde ahora ultima una reparación en sus motores y aguarda al buen tiempo: dará la vuelta a España, hasta el Mediterráneo, en una travesía de protesta. Las muertes en el mar son consecuencia de “determinadas políticas migratorias europeas, de países como Italia o Hungría, y con las que se está alineando Pedro Sánchez”, denuncia Daniel Rivas, portavoz de Salvamento Marítimo Humanitario (SMH). La ONG está detrás del atunero vasco bautizado con el nombre de un marinero convertido en héroe por la cantidad de pescadores que rescató durante las tormentas del Cantábrico.

Quizá en una semana el Aita Mari pueda partir a Portugal y encaminarse pronto hacia el Estrecho. No hay un plan fijo porque depende de los despachos que vayan concediendo los diferentes puertos españoles. En sus paradas, se convocarán concentraciones y charlas, para concienciar y denunciar el bloqueo al que, desde hace más de dos meses, el Ejecutivo fuerza al Aita Mari y al Open Arms. A finales de enero Fomento justificaba esta decisión alegando que ambos barcos “incumplían la normativa internacional de Salvamento”, y hacía referencia a dos aspectos. El primero, a la imposibilidad de desembarcar a los rescatados en el puerto seguro más cercano. Con Italia y Malta cerrados en sí mismos, los buques deberían dirigirse a España, país donde tienen su bandera. Y esto es considerado, también por la propia ONG, peligroso. “No es aceptable hacer un trayecto de cinco días”, comenta Rivas a infoLibre, e insiste en que el Ejecutivo español debe presionar al italiano y al resto de países miembros para que cumplan con sus responsabilidades.

 

El 'Aita Mari', atracado en un muelle del puerto de A Coruña. EFE

El segundo aspecto tiene que ver con un cambio en la interpretación de la ley. Ahora se considera que los inmigrantes rescatados pertenecen a la categoría de pasajeros y no a la de náufragos, lo que implica que ninguno de los dos buques tendría capacidad para acoger a una cantidad de personas elevada. Los pasajeros se contabilizan como parte de la tripulación, de manera que las labores de rescate se convertirían de facto en “transporte de personas”. SMH discrepa, ya que considera que no serían tripulantes al uso porque requieren de asistencia, y que si fuese por esta norma “ni siquiera los barcos de Salvamento Marítimo podrían patrullar” el Estrecho. Proactiva Open Arms lleva desde 2015 vigilando las costas libias y desembarcando a los refugiados en puertos italianos o españoles –el buque con su mismo nombre fue escoltado por barcos gubernamentales–, y nunca antes había sido prevenido por estos motivos.

SMH recurrió estas decisiones pocos días después de que le fuera denegado el despacho por la Capitanía de Pasaia. Habiéndose cumplido ya dos meses del inicio del bloqueo, Verónica Barroso, portavoz de Amnistía Internacional, advierte de que al Gobierno le queda uno más para contestar al recurso y que, si no lo hace, la petición de la ONG se considerará desestimada. “Volveremos a reclamar pero no somos optimistas”, apunta Rivas, y lamenta el poco desgaste electoral que este aspecto supone para el Ejecutivo, “no parece que le estemos haciendo ni cosquillas”, reconoce. Para ganarle tiempo al silencio administrativo al que parece que quisieran condenarle, el Aita Mari decidió comenzar su viaje y bordear la Península rumbo al Mediterráneo, “para estar listos en caso de que el Gobierno dé el permiso”.

¿Por qué no el Estrecho?

La carta solo impide el acceso a la zona de Búsqueda y Rescate del Mediterráneo central, que comienza en el agujero negro que es hoy Libia, de donde parten las barcazas de goma, hasta costas italianas. Así que, realmente, el Aita Mari no tiene impedimento para navegar por otras áreas. Entonces, ¿por qué no quedarse en el Estrecho colaborando con Salvamento Marítimo en el rescate de pateras? Rivas se muestra cauteloso: lo que Sansemar –la empresa dedicada a las labores de seguridad en el mar– demanda no es la colaboración de las ONG, sino más medios y un aumento de sus plantillas. "Da la sensación de que están intentando desmantelar Salvamento”, comenta en alusión a la precarización que sufre la institución y a la reciente colaboración impuesta con la Guardia Costera marroquí. "España tiene que mantenerse como ejemplo en Europa de la gestión de sus aguas", y para eso, hay que defender la existencia de la empresa, afirma la portavocía de SMH.

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Marco Martínez, capital del 'Aita Mari', en el puerto de A Coruña. SMH

"El trabajo está en Libia, donde tenemos que estar porque no hay Estado", cuenta a infoLibre Marco Martínez, capitán del Aita Mari. "No hay nadie y están muriendo personas", continúa. Y es que desde el martes, después del último bloqueo del Gobierno italiano a la ONG Mediterranea, no hay ningún barco de rescate en el Mediterráneo central. Por eso y pese a las trabas administrativas, la tripulación del Aita Mari está dispuesta a hacer honor a su nombre, a agotar todas las vías legales para conseguir el despacho de navegación y a cumplir la labor que se han dado: aliviar el sufrimiento y evitar las muertes, que el Mediterráneo no siga convirtiéndose en la fosa común a la que Europa no se atreve a mirar.

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