Talento a la fuga

“La verdadera aventura cuando sales de España empieza cuando te percatas de que no cuentas con la ayuda de tu gobierno”

“La verdadera aventura cuando sales de España empieza cuando te percatas de que no cuentas con la ayuda de tu gobierno”

No es la primera vez que sale de España en busca de una oportunidad laboral, pero tanto sus familiares y amigos como él, temen que ésta pueda ser la definitiva. Julián Hernández, un geógrafo de 28 años, ha tenido que marcharse hasta Ecuador para encontrar el “clima laboral perfecto” en el Centro de Investigación Internacional del Fenómeno del Niño (CIIFEN). Por el camino se ha encontrado la dejadez de las instituciones que deberían cuidar de sus compatriotas en el extranjero, se ha expuesto al desarraigo que amenaza a las nuevas generaciones de emigrados españoles y ha sacrificado la seguridad y el calor que le prestaban los suyos en su Extremadura natal. A cambio, ha ganado la posibilidad de crecer profesionalmente y trabajar en aquello en lo que cree. Pero, sobre todo, de “darlo todo” y “luchar” por una sociedad que considera, se esfuerza día a día por escapar de la pobreza, la inseguridad y la corrupción.

Geógrafo físico por vocación, a Julián le pilló el huracán de recortes y desempleo que cayó sobre España mientras trabajaba en Suecia. Tras dos años en el país nórdico, se encontró con una situación “desgastante” para él tras verse casi obligado a trabajar en España en lo que en el Ecuador que ahora lo acoge denominan cachuelos, el término que se refiere a pequeños empleos precarios y mal pagados. Fue entonces cuando alumbró la idea de retornar al país latinoamericano, donde ya había vivido la experiencia de residir en lo que allí se llama “periferias”, una especie de favelas de mala fama donde, sin embargo, y según indica, se encontró con un escenario que desafiaba los tópicos sobre la pobreza y la delincuencia. Una experiencia que, ya en España, lo impulsó a marchar nuevamente y a buscar empleo en el CIIFEN, la institución internacional creada con el fin de estudiar El Niño, un complejo fenómeno climatológico que afecta a América Central y del Sur, llegando a provocar devastadores alteraciones que cada cierto número de años asolan la región con sequías, inundaciones, miles de millones de euros en perdidas y decenas de muertos.

Empujado por la tormenta que en España se había desatado por la conjugación de la crisis económica y la políticas de empleo regresivas, Julián no temió enfrentarse al cambio de aires que suponía empezar una nueva vida en una nación cuya hospitalidad, para bien y para mal, no oculta el abismo social y cultural que aún la separa de España. “Antes de nada, venimos aquí a que nos den la oportunidad de trabajar, de darnos lo que por suerte o por desgracia no nos han dado allí. Y digo por suerte, porque hemos crecido mucho profesionalmente. Pero hay que tener cuidado, porque no tienes aquí lo que tienes allí”, explica. Con las Naciones Unidas avalando el esfuerzo realizado en los últimos años por lograr mayores cotas de igualdad, crecimiento económico y educación, Ecuador ha multiplicado su inversión y gasto público hasta colocarse en la zona de “desarrollo humano alto”. No obstante, todavía se enfrenta a la ausencia de un estado del bienestar universal claramente desarrollado: “Un amigo español se quemó de gravedad, de estar un mes ingresado en la UCI, y al final se quedó con una deuda de cien mil dólares que está pagando desde hace diez años. Y sí, se está haciendo todo un trabajo por potenciar la sanidad pública, pero está claro que aún les queda muchísimo camino por recorrer”.

Pero en ese camino, las peores piedras con las que se ha topado no han venido del choque cultural ni de las peculiaridades de Ecuador, sino de la incomprensión y dejadez de funciones de las propias instituciones españolas. “No sé si hay gente que sale por eso de la aventura, pero sí que un buen amigo español salió una noche por la ciudad de Cuenca y se encontró con una trifulca que acabó en tiroteo. Una de las balas rebotó contra su pierna, destrozándosela. En la sanidad ecuatoriana no le atendían. Así que cuando acudió al consulado a solicitar que le facilitaran un vuelo para salir a España a tratarse, le contestaron con toda la frialdad del mundo que no eran una agencia de viajes. Con esa indiferencia contestan a un compatriota que ha venido aquí a luchar y trabajar porque en España no le dejaban. Es algo que le podría haber pasado a cualquiera. Hasta al propio cónsul, sintiéndolo mucho. La verdadera aventura cuando sales de España comienza cuando te percatas de que no cuentas con la ayuda de tu gobierno” denuncia con rotundidad a infoLibre.

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“Quiero volver porque veo España con esperanza”

Pero con el mismo ánimo con el que ha ido venciendo dificultades, Julián contempla “la posibilidad de cambio” en España con una esperanza que no tiene nada que ver con las eufóricas previsiones del actual Gobierno, sino que pasan precisamente por terminar despejándolo de la ecuación. “Sí quiero volver a España, pero porque creo en la posibilidad del cambio. Miro a mi país con esperanza. Cuando pasó el 15-M, muchos creyeron que se iba a disipar, que no serviría para nada, pero lo que se hizo en las asambleas, en las barriadas, en los movimientos civiles, todo eso fue calando. Da igual si te gusta o no Podemos, Ahora en Común o quien sea. Lo importante es que la posibilidad del cambio ya está ahí”.

Mientras llega la transformación que anhela para la España que abandonó por última vez hace ya dos años, Julián sigue manteniendo los lazos afectivos con la familia y los amigos por los que siente que aún continúa luchando. Como para la mayoría de “Talentos a la fuga” que han pasado por esta sección, los miles de kilómetros que los separan de los suyos no han logrado que se aparte un milímetro de su compromiso con aquellos que continúan dando la batalla por un mañana mejor, ya sea dentro o fuera de nuestras fronteras, sean expatriados o “retornados”, de esta generación que algunos llaman “perdida” o de la generación de emigrantes que la precedió. “Veo un video de mi familia y o mi sobrina y me digo: 'con lo que yo he jugado con ellos y me lo estoy perdiendo'. Aquí estoy luchando por esta parte del mundo, y ojalá que nunca dejé de hacerlo. Pero también quiero luchar por ellos. No solo reclamamos por nosotros, sino por nuestras familias, por nuestros padres que tanto han trabajado para que tuviéramos unos estudios. Por todos nosotros”.

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