Aznar se erige en portavoz del PP en política exterior dos décadas después de llevar a España a la guerra de Irak

En el último congreso que el Partido Popular celebró en julio, Alberto Núñez Feijóo asumió en primera persona las competencias de política exterior del PP —un cargo que hasta ese momento había tenido el eurodiputado Esteban González Pons— con el objetivo de mejorar su escaso perfil en esa materia. Sin embargo, en cada ocasión que puede, el expresidente José María Aznar trata de demostrar que quien marca el paso a Génova y actúa realmente como el portavoz oficioso del PP en temas internacionales es él. No solo por los lazos que trazó cuando era presidente del Gobierno, sino por el papel que ejerce como fundador de la fundación FAES,  que esta semana ha organizado su campus en Madrid y que ha clausurado Feijóó.

Ambos dirigentes han cargado con dureza contra el Gobierno de Pedro Sánchez, que Aznar definió como una "ineptocracia corrupta" y "un rosario de paradojas insufribles". El presidente de FAES justificaba hace unos días la ofensiva de Israel al advertir de que si el Gobierno de Benjamin Netanyahu perdía, "lo que está haciendo" es situar a Occidente "al borde de la derrota total". Y en la última jornada del campus se refirió de nuevo, sin citarlo, al conflicto, señalando que "lo que menos importa a Sánchez es contribuir a la solución de ningún conflicto internacional", porque "para él, la política exterior es un burladero".

"Europa influye menos en el mundo y España menos aún en Europa", añadió. "Un gobernante responsable tiene la obligación de analizar el contexto estratégico. Nunca debería entender la política exterior como una escapatoria de sus problemas internos o un espejo donde ensayar morales", dijo, para a renglón seguido añadir que "la política internacional no es cuestión de emociones ni sentimientos, sino de realidades".

La guerra de Irak por la que Aznar no ha pedido perdón

Las palabras de Aznar se producen más de dos décadas después del encuentro de las Azores que reunió a los líderes de EEUU, George W. Bush; Reino Unido, Tony Blair, y España, el citado José María Aznar. En aquella cumbre fue adoptada la decisión de lanzar un ultimátum de 24 horas a Saddam Hussein, presidente de Irak, para su que se deshiciera de unas supuestas armas de destrucción masiva. De no cumplirlo, anunciaron, la guerra sería inminente. El 20 de marzo de 2003 se inició la invasión de Irak por parte de una coalición internacional que no contó con el respaldo de la ONU, bajo el pretexto de unas armas que nunca aparecieron. Tampoco se evidenciaron vínculos de Saddam con Al Qaeda, ni se observó ninguna amenaza real para la seguridad occidental.

Aznar justificó su decisión por su "convicción atlantista" y porque "convenía estratégicamente a España". Esta invasión provocó la muerte de 185.000 civiles, a los que se sumaron las bajas militares, con once soldados en el caso español. Muchos de los que entonces apoyaron la guerra, como el propio Bush, reconocieron posteriormente el error. Aznar nunca ha pedido perdón ni tampoco ha asumido errores; es más, ha defendido en todos los foros posibles que los atentados del 11 de marzo de 2004 no fueron una consecuencia de la participación de España en la guerra de Irak, pese a que Bin Laden, en una grabación difundida por el canal de televisión árabe Al Arabiya, reconoció que fue un elemento clave para atacar Madrid.

FAES, Aznar y el candidato fantasma

Ver más

En el año 2016, y tras siete años de pesquisas, la comisión de investigación independiente sobre la participación de Reino Unido en la guerra, creada por el entonces primer ministro británico, Gordon Brown, alcanzó sus conclusiones. En el informe Chilcot –en referencia a Sir John Chilcot, presidente de la comisión–, se revelaron algunas de las claves del papel de Reino Unido en la intervención, pero también respecto al peso de España y José María Aznar. Según el documento, Aznar, Blair y Bush acordaron en aquella cumbre de las Azores no agotar la vía de la ONU antes de invadir el país. Sin embargo, más de dos décadas después, el expresidente del Gobierno español sigue permitiéndose dar lecciones sobre esta materia.

En Yugoslavia genocidio, en Gaza no

La hemeroteca de Aznar es extensa, pero el genocidio en Gaza –que el PP se resiste a denominar como tal– evidencia las contradicciones en el discurso de los conservadores. La dirección de Alberto Núñez Feijóo defiende que la ONU no tiene competencias para determinar lo que es o no un genocidio y que debe ser la Corte Penal Internacional (CPI) quien lo haga, el mismo tribunal que hace un año emitió órdenes de detención contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su antiguo ministro de Defensa, Yoav Gallant, por crímenes de guerra.

Sin embargo, el expresidente español no dudo en calificar como tal el conflicto en Yugoslavia (Kosovo, 1999) cuando ningún tribunal lo había denominado como genocidio. En una visita oficial en Hungría ese mismo año aseguró que se trataba de una catástrofe humanitaria" porque se estaba llevando a cabo un "genocidio" y una "limpieza étnica" por parte del Gobierno de Slobodan Milosevic y afirmó que España iba a contribuir "militar y políticamente" a la victoria aliada, presentándose como defensor de la moral internacional occidental frente a un Gobierno "enemigo" que desafiaba a la OTAN.

En el último congreso que el Partido Popular celebró en julio, Alberto Núñez Feijóo asumió en primera persona las competencias de política exterior del PP —un cargo que hasta ese momento había tenido el eurodiputado Esteban González Pons— con el objetivo de mejorar su escaso perfil en esa materia. Sin embargo, en cada ocasión que puede, el expresidente José María Aznar trata de demostrar que quien marca el paso a Génova y actúa realmente como el portavoz oficioso del PP en temas internacionales es él. No solo por los lazos que trazó cuando era presidente del Gobierno, sino por el papel que ejerce como fundador de la fundación FAES,  que esta semana ha organizado su campus en Madrid y que ha clausurado Feijóó.

Más sobre este tema