El boicot del PP a la oficialidad del catalán, el euskera y el gallego en la UE une a Junts y PNV contra Feijóo

La oficialidad del catalán, gallego y euskera en la Unión Europea vuelve a quedar bloqueada en Bruselas. El Gobierno de Pedro Sánchez choca de nuevo con las reticencias de un importante grupo de Estados Miembros, principalmente del norte y este del continente, que muestran “dudas” y “preocupaciones” sobre las “cuestiones legales y financieras” de reconocer a estas tres lenguas el mismo estatus que al castellano, francés, alemán, pero también que al sueco o finés en las instituciones comunitarias. 

Tras la intervención inicial del secretario de Estado de Asuntos Europeos, Fernando Sampedro, varios países, según confirman varias fuentes diplomáticas, pidieron a España retirar su demanda de votación, como finalmente acabó ocurriendo. Las gestiones del Ejecutivo español para tratar de convencer al resto de los gobiernos comunitarios no sirvieron para lograr la unanimidad requerida, por lo que la presidencia de turno polaca decidió aplazar la votación. Una opción que el Gobierno de Sánchez aceptó para seguir negociando ante la alternativa de que se rechazara, lo que hubiera complicado, todavía más, su relación con Junts.

A estas reticencias se le sumaron las presiones del Partido Popular que habría pedido a gobiernos afines en otros Estados Miembros que no apoyaran la petición del español en Bruselas. Las fuentes consultadas por infoLibre, tanto Madrid como en Bruselas, no confirman los movimientos del PP español entre gobiernos afines como el alemán, el italiano o el portugués, pero desde la formación justificaron el lunes el uso de sus contactos diplomáticos ante la reunión del Consejo de Asuntos Generales de este martes en Bruselas.

Las maniobras del PP español

El secretario general del PP catalán, Santi Rodríguez, fue quien reveló que en estos últimos días el partido de Alberto Núñez Feijóo contactó con sus homólogos europeos para que no apoyaran la oficialidad del catalán, el gallego y el euskera. "Si ha habido llamadas, es porque también las hay en sentido contrario", justificó. También esgrimió que "quien actúa por un interés político tiene que asumir que los otros hagan lo mismo". Desde el PP nacional evitaron confirmar estos movimientos, pero Rodríguez es un hombre de partido afín a Feijóo. 

Desde Vox también confirmaron estas maniobras. Su portavoz, José Antonio Fúster, reveló el lunes que el PP español se había puesto en contacto con ellos para que "intercedieran" y trataran de convencer a países gobernados por la ultraderecha con los que mantienen buenas relaciones, como el del húngaro Viktor Orbán, para vetar la oficialidad de estas tres lenguas en la Unión Europea. Así, Fúster presumió de que Vox ya estaba "haciendo su parte del trabajo" y aseguró que los esfuerzos de la dirección de Feijóo habían sido “inútiles".

La posición del Partido Popular provocó el enfado de Junts per Cataluña y del PNV, dos formaciones que Feijóo no quiere tener lejos por lo que pueda deparar el futuro. El expresident Carles Puigdemont acusó al líder del PP de maniobrar para bloquear el reconocimiento del catalán a costa de vulnerar la ley, en alusión al estatut. "Señor Núñez Feijóo, ¿las leyes están para cumplirlas o eso sólo es para los catalanes?", señaló en redes.

El líder de Junts recurrió a la ironía para preguntarse, en su cuenta de X, si el PP hace "apología de la desobediencia, de la rebelión... o del delito de traición", delitos imputados a los líderes independentistas, entre ellos el propio Puigdemont, tras llevar a cabo el procés en el año 2017. "Conspirar con terceros países para ir contra los intereses oficiales del Reino de España debe ser de todo menos lealtad", añadió.

Desde el PNV también cargaron con dureza contra la formación conservadora. Su presidente, Aitor Esteban, atribuyó al PP "maniobras sucias" para evitar que este martes se aprobase la oficialidad del euskera. Y su portavoz en el Congreso, Maribel Vaquero, también responsabilizó al PP de que Bruselas aplazara la votación. “Han puesto en marcha toda la maquinaria” para evitar esa aprobación, denunció Vaquero. “Las tres son lenguas europeas. Y el euskera además es la lengua más antigua de Europa". La portavoz jetzale evitó también culpar al Gobierno. "Si el PP no hubiese remado en contra, creo que la decisión habría sido otra”, aseguró.

Feijóo se hace el 'gallego' y no aclara su postura

Más allá de estos movimientos, ni siquiera el propio líder del PP dejó clara su postura. En una comparecencia desde la sede de Génova puso de manifiesto sus reservas, pero evitó posicionarse con claridad después de haber hecho gala durante su etapa en la Xunta del modelo bilingüe y de que el PP gallego apoyara hace solo tres semanas una moción para instar al Parlamento Europeo a permitir que se utilizara el gallego como lengua oficial. El líder del PP también evitó contestar a la pregunta de si ha mantenido contactos con otros países para tratar de vetar la iniciativa y desde su equipo inciden en que "no tienen por costumbre

Feijóo se hizo el gallego y mostró más dudas por el fondo de la iniciativa que por la forma. Puso el foco en un "informe técnico" de la UE que apunta a que es necesaria una reforma de los Tratados "para dar cabida a idiomas que no son oficiales en la totalidad de los Estados miembros" ya que, en el caso contrario, se estaría incurriendo en un "supuesto de ilegalidad", recalcó que "hay muchos países donde hay otras lenguas y que tienen precauciones de hacer oficial más de 40 lenguas que no lo son en la UE" y también planteó recelos sobre el coste económico, en línea con lo esgrimido por los Estados Miembros durante la reunión.

Minutos después de su comparecencia, fuentes del PP calificaron el aplazamiento de la votación como una "derrota sin paliativos" del presidente español y aseguraron que la Unión Europea ha lanzado el mensaje de que "no es moneda de cambio con el independentismo". Desde el PP también apuntaban a las supuestas "amenazas y presiones vergonzantes" del presidente del Gobierno y del ministro de Exteriores para que la iniciativa saliera adelante por unanimidad, pero obviaron las maniobras de su propia formación al respecto.  

Las dudas de los Estados Miembros

Ningún Estado Miembro quiso concretar su voto antes del Consejo de Asuntos Generales, pero las dudas, reticencias y excusas que mostraban sus ministros o representantes eran elocuentes. Suecia, Finlandia, Croacia, Austria y hasta Francia objetaron públicamente la demanda española. El ministro finlandés de Asuntos Europeos fue el más claro. "Creo que la diversidad lingüística es importante y siempre hemos sido constructivos", aseguró Joakim Strand, pero "queremos continuar la discusión y espero no tener que votar porque no creo que el asunto esté maduro para ello". Otros países como Alemania o Italia también rechazaron dentro de la reunión la petición española, mientras Dinamarca o Chipre eran reticentes.

El Gobierno, por boca del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en España o de Sampedro en Bruselas, asegura que son siete los socios comunitarios que frenaron la propuesta para cambiar el Reglamento 1/1958 que fija el régimen lingüístico dentro de la UE, pero diversas fuentes diplomáticas elevan esa cifra al menos a diez. Además de los seis representantes nacionales que expresaron sus recelos al llegar al Consejo, las tres repúblicas bálticas y Alemania estarían también en el bloque opositor.

La ministra austríaca, Claudia Plakolm, del Partido Popular de su país, aseguró que para apoyar la demanda del Gobierno español todavía quedan "cuestiones legales y de costes que debemos analizar y decidiremos [nuestro voto] cuando haya respuestas encima de la mesa". En la misma línea, la liberal-conservadora sueca Jessica Rosencrantz, reconoció ser "plenamente consciente de la posición española en una cuestión importante" y pidió "escuchar lo que tengan que decir otros ministros". La representante croata, también conservadora, alertaba sobre las "implicaciones legales y de costes" de oficializar las tres lenguas y exigía “analizarlas al detalle”. El finlandés Strand, que fue el más vocal al llegar al Consejo, también pertenece al Partido Popular europeo, el mismo grupo en el que está Feijóo.

Las tres repúblicas bálticas, Finlandia o Suecia tienen en sus sociedades comunidades ruso parlantes. Temen que reconocer las tres lenguas españolas supusiese sentar un precedente que aprovechase Moscú a través de sus afiliados para presionar en favor del ruso como lengua ante las instituciones europeas. Al mismo tiempo, la Comisión cifra en 130 millones de euros el coste de implantar en la UE el catalán, el gallego y el euskera, según un informe interno solicitado por el Consejo. Y aunque España se comprometió a asumir el pago de estos intérpretes y servicios de traducción por una cifra que, desde el Ministerio de Exteriores, calculan más baja, capitales como Berlín o Viena tampoco quieren que pasados unos años este coste recaiga en las arcas comunitarias.

Dos años de bloqueo

La realidad es que España sigue sin convencer al resto de Estados Miembros para modificar las normas sobre el régimen lingüístico dentro de la UE, y que la unanimidad necesaria está todavía lejos de alcanzarse por mucho que el Gobierno haya empujado diplomáticamente en los últimos meses, como confirmaron a su llegada a Bruselas varios ministros. Una decena de votos en contra se acerca casi a la mitad de los votos dentro del Consejo y la oficialidad para los tres idiomas vive un bloqueo de casi dos años.

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Fue en agosto del 2023 cuando el ministro Albares formalizó la petición española a través de una carta. Concretamente, el Gobierno demanda que “las lenguas oficiales y las lenguas de trabajo de las instituciones de la Unión” pasen a ser “el alemán, el búlgaro, el castellano, el catalán, el checo, el danés, el eslovaco, el esloveno, el estonio, el euskera, el finés, el francés, el gallego, el griego, el húngaro, el inglés, el irlandés, el italiano, el letón, el lituano, el maltés, el neerlandés, el polaco, el portugués, el rumano y el sueco”.

Durante la Presidencia de turno española del Consejo en ese semestre, el Gobierno ya tuvo que frenar igual que este martes una votación entre los 27 sobre la oficialidad de las tres lenguas al constatar que no contaba con el apoyo. Entonces, al menos doce países mostraron sus dudas sobre el coste financiero de la medida, la burocracia aparejada o las dudas legales que podía implicar sentar precedentes para el ruso o el turco dentro de la UE. Esa gran minoría de bloqueo sigue siendo casi idéntica hoy en día. En marzo del 2024, la Presidencia belga del Consejo que tomaba el relevo de Madrid retiró de la agenda del Consejo la cuestión.

Pasó casi un año y en febrero de este 2025 el secretario de Estado para Asuntos Europeos adelantó la decisión del Gobierno de elevar de nuevo durante este primer semestre la oficialidad del gallego, euskera y catalán en la agenda del Consejo de Asuntos Generales. Vamos a "seguir defendiendo con mucha fuerza" la propuesta, aseguró Sampedro, con la esperanza de obtener "importantes avances durante la presidencia polaca". El empuje diplomático realizado durante esta primavera no ha sido suficiente y la oficialidad de las tres lenguas vuelve a fracasar en Bruselas. Queda por ver si antes del verano o ya en otoño el Gobierno vuelve a la carga para conseguirla o si considera amortizados por un tiempo ante Junts y Carles Puigdemont sus esfuerzos políticos.

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