Orbán libra su "guerra cultural" en las instituciones europeas a través de un 'think tank' de Bruselas

Archivo - Imagen de archivo del primer ministro de Hungría, Viktor Orbán (izquierda), y el expresidente de EEUU Donald Trump (derecha)

Cédric Vallet (Mediapart)

Bruselas (Bélgica) —

“Hay una élite que quiere mantener el poder. Son cada vez más totalitarios. Y aunque el sistema intente destruirnos, creo que sí, que es el momento. Debemos estar preparados”. El miércoles 9 de abril, en una sala abarrotada situada en la planta 27 de The Hotel, un establecimiento desde el que se domina todo Bruselas, estas palabras de la eurodiputada del Rassemblement National (RN) Angélique Furet se toman muy en serio.

“Es el momento”. Otros oradores repiten ese mantra ante un público convencido, compuesto por una miríada de representantes de la extrema derecha europea. Aunque se muestran seguros de su futuro triunfo —Donald Trump les ha mostrado el camino—, se consideran víctimas de un “cordón sanitario” injusto y de “persecuciones” por parte de un sistema moribundo. La condena a Marine Le Pen sería la prueba definitiva.

Aquí se reivindica la lucha “populista” contra “la élite”. Se dicen palabras violentas, a veces fantasmagóricas, bajo el pretexto de la “libertad de expresión”. Es el caso de la “periodista” noruega Rebecca Mistereggen, que adopta un tono conspiranoico y “revela” una alianza imaginaria entre la Unión Europea (UE) y el islam, denunciando su supuesto proyecto de “sumisión de los pueblos europeos”.

Los participantes se entusiasman cuando Angélique Furet se refiere a Bruselas como la capital de la “EUSSR”. Este atrevido paralelismo entre la Unión Soviética (USSR en inglés) y la Unión Europea (EU en inglés), retomado por otros ponentes, tendría como objetivo aplastar el corazón patriótico de Europa y sus identidades nacionales.

Las protestas solo tienen lugar en el exterior. En la noche del 8 al 9 de abril, el colectivo antifascista Vigilance cordon sanitaire hizo pintadas en las paredes del hotel y otros establecimientos con este texto: “Aquí se acoge a la extrema derecha”.

El evento, titulado “¿Qué puede ofrecer el populismo patriótico a la democracia?”, está organizado por el MCC Brussels, uno de los think tanks más recientes de Bruselas. Desde hace más de dos años, este tipo de reuniones se celebran a un ritmo sostenido de una o incluso dos al mes, al tiempo que se publican diversos informes.

Construcción de un ecosistema

Para Ramona Coman, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Libre de Bruselas, “la aparición de think tanks que gravitan en torno a los partidos conservadores y de extrema derecha es un fenómeno cada vez más visible en Europa”. Según ella, “uno de sus objetivos es transformar progresivamente el régimen político de la democracia liberal, basado en la separación de poderes, el Estado de derecho y el respeto de los derechos fundamentales”. Y para ello, el método es siempre el mismo: “Intentan dar una base intelectual a los proyectos políticos de la derecha radical. De esa manera legitiman un contraproyecto de sociedad que debilita las bases y los fundamentos de la democracia”.

El MCC Brussels es una sucursal del imprescindible Mathias Corvinus Collegium (MCC), fundado en Budapest. El MCC, que es a la vez universidad, editorial, instituto de investigación, centro cultural, etc., está intrínsecamente vinculado al gobierno de Viktor Orbán. Su “director político”, Balázs Orbán, auténtico cerebro de su gabinete, es presidente del consejo de administración del MCC.

El día de la inauguración del MCC Brussels, el 22 de noviembre de 2022, él mismo detalló las razones de esta implantación en la tan denostada capital europea, en un discurso pronunciado en el monumental Atomium, uno de los símbolos de la ciudad. Frente a la “mediocridad” de la UE, el asesor quiere ofrecer “claridad intelectual, pensamiento crítico y desacuerdo”.

A medida que se acercaban las elecciones europeas de 2024, se ha observado una mayor inversión en la presencia húngara en Bruselas

David Paternotte, investigador

El think tank húngaro es, ante todo, una herramienta para facilitar el entendimiento entre las extremas derechas, cuyo objetivo es sembrar la confusión en el debate político de la burbuja europea. Para Katalin Cseh, diputada húngara de la oposición, dirigente del partido Momentum y exeurodiputada liberal de Renew, “el MCC es una entidad dentro de un vasto ecosistema de fundaciones, think tanks, medios de comunicación, universidades y diplomáticos... Su acción coordinada tiene como objetivo fomentar una red transnacional de extrema derecha”.

“Se ha observado, a medida que se acercaban las elecciones europeas de 2024, una mayor inversión en la presencia húngara en Bruselas”, confirma David Paternotte, sociólogo de la Universidad Libre de Bruselas. El MCC busca construir una red, ofrecer una forma de respetabilidad y, sobre todo, una caja de resonancia a la derecha de la derecha. Ha venido a llenar un vacío en esta parte del espectro político, ofreciendo un lugar de socialización dentro de la extrema derecha, al tiempo que representa los intereses y prioridades del Gobierno húngaro”.

Contactado por Mediapart, socio editorial de infoLibre, Frank Furedi, director del MCC Bruselas, no se reconoce en la etiqueta de extrema derecha que se le atribuye. Su trayectoria es atípica. Durante mucho tiempo militó en el Reino Unido en grupúsculos comunistas de tendencia trotskista. Fundó el Partido Comunista Revolucionario, antes de coquetear con el libertarismo y convertirse a ideales arraigados en el nacionalismo.

Furedi, profesor emérito de la Universidad de Kent y autor de numerosas obras, proclama a los cuatro vientos su “independencia”. Era una “condición para su contratación”. “Nunca me he dedicado a la propaganda”, asegura, aunque admite que la totalidad de los fondos de su organización, cuyo importe sigue siendo opaco, proviene del MCC Budapest y, por lo tanto, del Estado húngaro.

“El MCC Bruselas no recibe ninguna directriz” gubernamental, insiste, como si la simbiosis total entre los temas preferidos de su think tank y las prioridades políticas de Viktor Orbán fuera solo un detalle. Al igual que el primer ministro húngaro, Furedi reivindica la “guerra cultural” que se libra hoy en día en los frentes “de la nación, el patriotismo, la familia y las identidades”, contra las élites que “controlan los medios de comunicación, las universidades y las instituciones culturales”.

Vínculos con la esfera trumpista

Entre las obsesiones del MCC no hay ninguna sorpresa: la ideología woke, la financiación de la “propaganda” de las ONG por parte de la Comisión Europea, la inmigración masiva, la ideología “radical” de género y, en particular, la transidentidad.

En mayo de 2024, justo antes de las elecciones europeas, una de sus conferencias llamó especialmente la atención. Se trataba de romper el “consenso” europeo sobre cuestiones energéticas y climáticas. La conferencia fue una oportunidad inesperada para que los “investigadores” negacionistas del cambio climático tomaran la palabra y expusieran sus argumentos en un terreno propicio.

El think tank orbanista también se ha destacado por organizar coloquios que reúnen a diputados y organizaciones de agricultores de extrema derecha, como el Frente de Defensa de los Granjeros (Países Bajos) o la Coordinación Rural Francesa. El principal objetivo de todos los ponentes: el “peso” de las normas medioambientales.

Las conferencias del MCC suelen llenar el aforo. Entre los ponentes se encuentran, en primer lugar, diputados o miembros del grupo europeo de extrema derecha Los Patriotas, en el que se encuentran el RN, la Liga Norte italiana, Vox en España y, por supuesto, el Fidesz de Viktor Orbán.

También es invitado habitualmente el otro grupo parlamentario europeo muy inclinado a la extrema derecha, los Conservadores y Reformistas Europeos, al que pertenecen los diputados de Fratelli d'Italia de Giorgia Meloni y del partido polaco Ley y Justicia (PiS). Alternativa para Alemania (AfD) no se queda atrás y también toma la palabra en las conferencias.

La sede central del MCC, en Budapest, es increíblemente rica desde que el Gobierno húngaro le cedió el 10 % del gigante nacional del gas y el petróleo y el 10 % de una empresa farmacéutica emblemática

Mucho más raro es escuchar en el estrado a miembros del Centro Wildried Martens, el think tank del Partido Popular Europeo (PPE), es decir, de la derecha tradicional. Aunque sí lo hizo el 23 de mayo de 2023, durante un acto dedicado a la política energética. Pero, aunque no se les cierran las puertas, el PPE suele considerarse ahí un refugio de tecnócratas —una “causa perdida”, según Frank Furedi—, a pesar de las alianzas que se multiplican en el Parlamento Europeo.

Uno de los logros de este think tank es haber contribuido a la organización de la conferencia Natcon (por “conservadurismo nacional”), celebrada en Bruselas en abril de 2024. Un encuentro que contó con la presencia de Victor Orbán, Nigel Farage y Éric Zemmour. Varios de los eventos organizados en Bruselas se llevaron a cabo en colaboración con la Heritage Foundation, un think tank ultraconservador estadounidense y proveedor de ideas del trumpismo.

Recientemente, el MCC incluso abogó por que la UE se inspirara en el departamento de eficiencia gubernamental (Doge) de Elon Musk para recortar drásticamente el gasto europeo, en particular el destinado a financiar ONG.

El MCC tiene los medios para alcanzar sus ambiciones ideológicas. Su sede universitaria en Budapest es increíblemente rica, desde que el Gobierno húngaro le cedió el 10% de las acciones del gigante nacional del gas y el petróleo, la empresa Mol, cuyos beneficios proceden en su mayoría de las energías fósiles rusas, así como el 10% de Richter Gideon, un buque insignia del sector farmacéutico.

Todo ello tiene un valor aproximado de mil millones de euros y generó al MCC 92 millones de euros en dividendos en 2022. Además, el MCC recibe subvenciones directas del Gobierno húngaro.

¿Cuánto se transfiere luego a la sede de Bruselas? Imposible saberlo. El instituto, una asociación internacional sin ánimo de lucro para la ley belga, no publica sus datos financieros ni en el registro de transparencia de la UE ni en la base de datos del Banco de Datos de Empresas Belgas. “Una organización que ataca a la sociedad civil en cuestiones de transparencia debería dar ejemplo”, señala Olivier Hoderman, de la ONG Corporate Europe Observatory, que ha presentado una denuncia ante la secretaría del registro de transparencia.

Si bien el MCC favorece el encuentro de extremas derechas a veces muy divergentes, por el momento evita los temas que los enfrentan. “Nos reunimos en torno a oposiciones comunes, mucho menos en torno a objetivos comunes”, lamenta un participante en la conferencia del 9 de abril.

Aunque los participantes en los coloquios del MCC comparten su odio hacia el wokismo y los tecnócratas, siguen divididos respecto a Ucrania y Rusia, el papel del Estado o el uso, tanto semántico como práctico, del término “remigración”.

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Traducción de Miguel López

 

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