CAÑADA REAL
Las cenizas de la Asociación Tabadol, una metáfora del abandono en la Cañada Real
“No somos un caso aislado, somos la evidencia de una injusticia”. Este ha sido el mensaje de Houda Akrikez, fundadora y presidenta de la Asociación Tabadol de la Cañada Real, después de que las llamas sembraran el caos en la zona.
Este jueves 17 de julio, el Sector 6 de la Cañada Real sufría un incendio que, pese a estar ya controlado, afectó a varias infraviviendas y una nave industrial. El Ayuntamiento de Madrid se vio obligado a activar el Procedimiento de Incidentes Complejos (PIC) y 14 dotaciones de bomberos fueron movilizadas a la zona para sofocar las llamas que habían comenzado a expandirse por varios puntos del sector. Afortunadamente, no existen heridos de gravedad, pero la situación ha sido devastadora para los vecinos de la zona.
Uno de los locales que se perdió entre las llamas del incendio ha sido el de la Asociación Tabadol, una organización sin ánimo de lucro liderada por mujeres que tratan de velar por los derechos de la gente del barrio. Esta asociación nació en 2013 de un grupo de mujeres que comenzó a movilizarse en defensa de los derechos de los vecinos.
Aunque para Houda el local que hoy ya no existe era algo más: “Era un hogar colectivo. Allí nos reuníamos, hacíamos talleres, meriendas, celebraciones, encuentros con mujeres, proyectos de poesía, clases… Era un lugar de vida, de cultura y de resistencia en medio del abandono institucional. Especialmente para las mujeres y las niñas del barrio, era un espacio de apoyo, escucha y empoderamiento. Nos ayudaba a organizarnos, a soñar y a sostenernos”.
Muchas familias en situaciones de exclusión también se han visto afectadas por el fuego: “Muchas casas alrededor también están quemadas. Algunas siguen en pie, pero por dentro están destrozadas. La casa de una familia gitana joven ha desaparecido por completo, como si nunca hubiera existido”, afirma Houda.
Además, desde la cuenta de Instagram de la asociación se denuncia la tardía actuación de las autoridades: “Cada vez que se llama por una emergencia, el camión de bomberos llega hasta la entrada de la Cañada y espera allí hasta que llega la Policía. Ayer tardaron 40 minutos en intervenir. No sabemos si es protocolo o decisión, pero ese retraso pone en riesgo la vida de casi cuarenta mil personas, muchas de ellas niñas y niños”.
Este incendio no es un hecho aislado, sino que pone de manifiesto la falta de políticas públicas y sociales y la escasez de recursos e infraestructuras que los vecinos llevan años denunciando. “La situación ya era muy dura. Desde octubre de 2020, miles de personas —muchas de ellas menores— vivimos sin electricidad”, cuenta Houda en conversación con infoLibre. Y la realidad es que desde el 2 de octubre de 2020 se interrumpió el suministro eléctrico en todo el sector. Tres semanas después esto mismo le sucedió al Sector 5.
Más de cuatro años han pasado desde los cortes del suministro eléctrico en el barrio más poblado de la Cañada, con casi tres mil vecinos, que han tenido que soportar condiciones climáticas extremas, como la borrasca Filomena, en una situación de total vulnerabilidad.
Desde la Plataforma Cívica por la Luz en la Cañada Real, un movimiento comprometido con la defensa de los derechos fundamentales de las vecinas y vecinos de esta comunidad, achacan la responsabilidad de los cortes de luz a las autoridades competentes y a la empresa Naturgy, la cual, según un informe pericial encargado por el juzgado de instrucción número 42 de Madrid en 2022, tiene limitadores eléctricos que provocan los cortes de luz.
La Asociación Tabadol era un nexo de unión fundamental entre los vecinos del barrio que, tras el fuego, han vuelto a comprobar que están desamparados por unas instituciones que les siguen dando la espalda
Esto va de la mano con el constante incumplimiento del Pacto Regional por la Cañada Real firmado en mayo de 2017 por la Administración General del Estado –a través de la Delegación del Gobierno en Madrid–, la Comunidad de Madrid, los Ayuntamientos de Coslada, Madrid y Rivas Vaciamadrid y por los Grupos Políticos con representación en la Asamblea de Madrid.
Nos cuenta María López, jurista y portavoz de la plataforma, que este pacto impulsado para “dignificar el barrio de la Cañada Real”, se incumple en varios puntos como en la falta de servicios y suministros como el de Correos, limpieza, agua, electricidad o en la cuestión de los realojos, en los que se exige el realojamiento en el propio lugar.
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Además, en febrero de 2025, el Comité Europeo de Derechos Sociales concluyó que España infringía múltiples elementos de la Carta Social Europea Revisada por los cortes de luz, que considera que el acceso a la electricidad era algo fundamental para el disfrute de los derechos de los habitantes de la zona a la “vivienda, salud y educación”.
La Asociación Tabadol era un nexo de unión fundamental entre los vecinos del barrio que, tras el fuego, han vuelto a comprobar que están desamparados por unas instituciones que les siguen dando la espalda. Aunque también, como en cualquier catástrofe, la colaboración vecinal ha sido clave y es la solidaridad lo que les mantiene firmes en su lucha por la aplicación de unos derechos fundamentales que cubran sus necesidades básicas.
“La Asociación era un espacio fundamental para el barrio, un punto de encuentro y de apoyo para muchas familias. Verlo arder fue muy doloroso. Pero también sentimos la fuerza de la comunidad: muchas vecinas y vecinos salieron corriendo a intentar apagar el fuego, a ayudar, a contener lo que se pudiera. Esa solidaridad entre nosotras es lo que siempre nos sostiene, incluso en los peores momentos”, ha recalcado Houda Akrikez.