La derecha mediática busca culpables y Abascal tiene casi todas las papeletas

El candidato de Vox, Santiago Abascal, durante el seguimiento de la jornada electoral.

La derecha mediática lleva desde la noche de las elecciones tratando de asimilar un resultado que no había previsto. Apoyados en los errores de las encuestas que ellos mismos difundían, daban por segura una mayoría del PP con Vox que sacase definitivamente a Pedro Sánchez de la Moncloa. 

Algunos columnistas han entonado el mea culpa y la mayoría reparten críticas entre el PP y Vox mientras se rinden a lo que consideran una evidencia: la derecha no podrá volver a gobernar España mientras PP y Vox peleen por el mismo espacio.

“No he acertado ni una. Ridículo total”, reconocía Alfonso Ussía (El Debate) en su columna. A Feijóo, decía a renglón seguido, le perdió su “obsesión” por “destrozar socialmente a Vox. Su obsesión y la de las amebas confusas y acomplejadas de las que se ha reunido. Sémper, Cuca, Pons y demás inútiles. El PP hizo una campaña electoral contra el partido que podría garantizarles el Gobierno, monumental majadería. Sin Vox, el PP no puede obtener la mayoría absoluta para gobernar“. Con este resultado, concluye el mismo texto, “Feijóo está obligado a devolverse a Galicia y los decepcionados del PP, olvidarse del recambio Ayuso. Isabel Díaz Ayuso está muy bien en Madrid”.

Pidió perdón también Jorge Bustos (El Mundo): “Es hora de que las encuestas pidan disculpas y yo también, por fiarme de ellas. ¿Recuerdan ustedes mi columna del sábado, tan segura de sí misma? Pues procedo a recortarla, hacer con ella una bolita y tragármela con un chupito de vodka”. Y Julián Quirós director de Abc, que tituló su pieza así: “No equivocamos”. “El cambio de ciclo que anticipamos no se ha evidenciado, el resultado además es incluso peor que la situación precedente. Al PP de Feijóo le ha faltado pulmón y el Vox de Abascal se desfonda en un erratismo creciente; conociendo la dinámica de la derecha española no cabe descartar terremotos internos de alta intensidad”.

No mirarse al espejo

Nadie en el espacio político de la derecha cree ni remotamente posible que la decisión de Feijóo de intentar la investidura conduzca a tierra firme. Esteban Hernández (El Confidencial) argumenta que la actitud de Feijóo de “insistir en que los resultados no fueron un fracaso y que lo lógico sería que el PSOE les dejase gobernar (…) no es más que una manera de evitar mirarse en el espejo”. 

El PP tiene la culpa del lo ocurrido, al menos en parte, porque decidió actuar “como si el líder gallego ya fuera presidente y los resultados estuvieran más o menos decididos. Feijóo se olvidó de la campaña, insistió en España o Sánchez’, en las mentiras y las falsedades del presidente y en la maldad de sus socios. No supimos nada de su programa y esa fue la primera causa de su fracaso: con el antisanchismo no le llegaba, necesitaba algo más que eso y no lo aportó”. La “mala lectura de las elecciones del 28M llevó a Génova a creer que con poner el acento en el sanchismo bastaba; Feijóo se agazapó en lugar de comparecer, menospreció a un partido que estaba herido, pero no derrotado, y tampoco valoró cómo su posición agresiva iba a provocar una reacción en contra en partes del territorio”.

Entre quienes arremeten contra Vox está Ramón González Férriz (El Confidencial). Según él, “mientras Vox exista, el PP no gobernará España”, porque es “un partido de aspecto chiflado”. Sus “muestras de desmesurada ambición ideológica” han “destruido las posibilidades de que en España gobierne la derecha”. Aunque el mérito, añade, no es sólo suyo. “También lo es de un PP que llegó a las elecciones pensando que no necesitaba más programa electoral que derogar el sanchismo y bajar los impuestos, que hizo una campaña mediocre y que no fue capaz de transmitir una visión de España más allá de vagas ideas rajoyanas que tal vez funcionaran en 2011, pero que sin duda no lo hacen en 2023”.

Ignacio Varela (El Confidencial) llama a no “engañarse” diciendo que el PP ha ganado las elecciones. “Esta votación tenía un único punto en el orden del día, que era sacar o no sacar a Sánchez del poder. Derogar el sanchismo, como formuló el propio Feijóo en expresión que siempre me pareció peligrosa y desafortunada. Pues bien, tal cosa no ha sucedido”. Y ahí tiene gran parte de la culpa Feijóo, señala, porque “se necesita algo más que ganar un debate televisivo y confiar en que la pulsión antisanchista te traerá el poder a casa. Su trayectoria en la oposición ha sido más bien errática, en ocasiones irresponsable (Consejo General del Poder Judicial) y autolesiva con demasiada frecuencia”.

La campaña ‘Bambi‘

Ignacio Camacho (Abc) culpa a “la campaña 'Bambi' de Feijóo, el espejismo del debate, la realidad aumentada de las encuestas” y “la relajación del verano”. Y constata un hecho: “La mitad del cuerpo electoral español siente más desconfianza o más miedo ante Vox que ante Bildu. Razón por la cual, de forma voluntaria o involuntaria pero objetiva, la formación verde se ha convertido en uno de los más valiosos soportes del sanchismo”.

En el mismo periódico, el exdirigente de Ciudadanos Juan Carlos Girauta, mucho más fan de los ultras que Camacho, escribe sobre el “fracaso” de Feijóo, que “no podrá gobernar ni derogar el sanchismo. He ahí las consecuencias del centrismo, sinónimo de nada. He ahí la eficacia de su obsesión con robar voto al PSOE a base de utilizar su mismo lenguaje, pues había que crecer por la izquierda. He ahí lo que pasa cuando hace ascos a diario a Vox (partido que la derecha social aprecia) mientras prima al PSOE”.

Un reproche similar al que lanza Juan Manuel de Prada, que tiene a gala quitarle la tilde al apellido del líder del PP: “Feijoo es palabra llana y no aguda, como es llano y no agudo el hombre que no consiguió derogar el sanchismo y se conformó con derogar la ortografía”, escribe en el diario de Vocento.

Antonio R Naranjo (El Debate) culpa a Vox: “Un muy buen candidato como Feijóo ha optado por una estrategia que, visto el resultado, no ha sido la mejor: defender la derogación del sanchismo y, a la vez, indultar al PSOE, al objeto de distanciarse de Vox”. La fórmula ganadora que propone para remediarlo es singular: “Hace falta la cabeza de Feijóo, pero hay que añadirle los huevos de Ayuso. A un macarra no se le puede vencer solo teniendo razón, modales y principios”.

La ‘gran coalición’

En el espacio mediático de la derecha son varias las voces, algunas de ellas muy influyentes, que ya recomiendan abiertamente un gobierno de gran coalición PP-PSOE presidido por Feijóo. Lo propuso Ana Rosa Quintana en su programa de Telecinco (“Suman 258 escaños. ¿Tan difícil es ponerse de acuerdo? Pactemos entre los dos grandes partidos”) y los desarrolló El Mundo en un editorial en el que este periódico aseguró que “un acuerdo entre ambas fuerzas no solo contribuiría a restaurar la concordia, sino que resulta imprescindible para que España progrese atajando sus problemas estructurales”.

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Feijóo, sostiene el diario que dirige Joaquín Manso, “tiene la oportunidad de ofrecer al PSOE un pacto para conseguirlo y cargarse de legitimidad y autoridad moral. Será responsabilidad de Sánchez si, como es previsible dada su trayectoria, lo rechaza, pero no podrá sostener que carecía de una alternativa a reforzar sus alianzas disruptivas”. En ese camino, añade el mismo editorial, “sería un signo de coherencia que [el PP] repensara su relación con Vox, aunque el precio implicara poner en cuestión alguno de sus gobiernos autonómicos”.

La idea la respalda uno de los columnistas del mismo diario, David Jiménez: “Feijóo haría un notable servicio a nuestra democracia ofreciendo un gobierno de coalición a Sánchez”.

No están absoluto de acuerdo Federico Jiménez Losantos (Esradio) que, harto de que nadie le haga caso, arremete contra la mayoría y en especial contra las voces que proponen esa gran coalición. En su opinión, “se ha equivocado el PP al hacer una campaña de cortejar al PSOE”, como también quienes cuestionaron los pactos con Vox. Y recomienda no creerse “la propaganda” de Génova de que el PP va a gobernar y asumir de una vez que “el problema del PP no es Vox y el problema de Vox no es el PP. Eso son mamarrachadas”, sentenció en su programa de radio.

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