Los acuerdos entre las grandes empresas de IA generativa (como OpenAI, Google o Microsoft) y los principales grupos mediáticos están configurando un ecosistema informativo de dos velocidades que amenaza con marginar a los medios locales y a los generalistas más pequeños e independientes. El principal riesgo para estos últimos no es solo la pérdida de tráfico (especialmente para los que dependen en mayor medida de las visitas para garantizarse ingresos de publicidad), sino la creación de una brecha de visibilidad cada vez mayor.
Los grandes medios tienen la capacidad de negociar acuerdos multimillonarios con estas plataformas para que los resultados que muestren estén basados en sus contenidos. Una fuente de ingresos fuera del alcance de los pequeños que les proporciona estabilidad económica y recursos para hacer su trabajo, además de garantizar que su producción sea utilizada y destacada por la IA, a menudo con atribución y enlaces. Lo que no sucede con los medios que se quedan fuera de estos acuerdos.
Esto crea un círculo vicioso: los medios que no firman acuerdos con la IA no solo no reciben compensación económica, sino que corren el riesgo de volverse invisibles en las respuestas generadas por los chatbots, que cada vez más actúan como la puerta de entrada a la información.
Existe la preocupación de que si los sistemas de IA se entrenan predominantemente con un grupo selecto de grandes medios de comunicación, se podría producir una homogeneización del contenido informativo. Esto reduciría la diversidad de perspectivas y perjudicaría especialmente a los medios locales o especializados que ofrecen puntos de vista alternativos.
Cada vez hay más evidencias y argumentos sólidos de que los buscadores y agregadores de noticias asistidos por IA pueden perjudicar el pluralismo informativo y la diversidad mediática, sobre todo cuando la visibilidad se decide por criterios opacos o comerciales. El efecto exacto depende del diseño técnico de los algoritmos de recomendación y de los acuerdos comerciales firmados (pagos, priorizaciones), que no son transparentes.
Los cambios no dejan de sucederse y con ellos aumenta la incertidumbre. Productos como Google Discover, que se habían convertido en fuentes dominantes de tráfico para los medios, lo que creaba una enorme dependencia y vulnerabilidad ante decisiones algorítmicas opacas, acaban de mutar después de que la multinacional americana decidiese transformarlo en una especie de red social que equipara la visibilidad los medios con la de los influencers y los políticos.
Fuente de audiencia
Ese cambio, que aparentemente modela la oferta de contenidos a partir de los intereses de los usuarios, afecta a una importante fuente de audiencia para los editores de prensa, pero no siempre se entiende cómo funciona. Según datos recogidos por Le Monde, Google Discover, disponible en Android, en la app de Google para iOS (sistema operativo de Apple) y en el buscador Google Chrome, se había convertido en la principal puerta de entrada para los lectores de prensa. Canalizaba el 69,3% de los clics con destino en medios de comunicación (el 23% procedía del buscador tradicional de Google).
Cada vez más informes advierten de que la curación automatizada de contenidos, siguiendo una combinación poco clara de elecciones basadas en el historial de los usuarios y acuerdos comerciales con los medios, tiende a homogeneizar la oferta y a reforzar a quienes tienen más recursos, reduciendo la exposición de los ciudadanos a voces minoritarias o locales.
Al mismo tiempo, la preocupación por la capacidad de las plataformas de IA para condicionar la viabilidad económica de los editores está cada vez más presente. Los acuerdos financieros o priorizaciones contractuales pueden distorsionar el ecosistema y, como consecuencia de ello, la diversidad.
La IA prioriza de manera opaca determinados formatos y fuentes, y eso provoca la desaparición de voces alternativas. Su entrenamiento en conjuntos amplios tiende a reproducir y amplificar las líneas dominantes, precarizando la pluralidad de enfoques.
La evidencia, todavía muy limitada, apunta a que la IA prioriza a los medios con acuerdos de licencia, más que a la popularidad o al número de usuarios. La razón principal es que las empresas tecnológicas buscan, ante todo, seguridad jurídica y fiabilidad. Al licenciar contenido de fuentes de prestigio (como The New York Times, Prisa o Axel Springer), se aseguran de que están utilizando información de alta calidad de manera legal, evitando así demandas por derechos de autor. Estos acuerdos suelen especificar cómo se debe mostrar el contenido, incluyendo la atribución y los enlaces, lo que por definición da prioridad a estos socios comerciales.
Aunque los algoritmos de recomendación tradicionales sí tienen en cuenta métricas de popularidad, en el nuevo paradigma de la IA generativa el factor determinante parece ser el acceso legal y estructurado a los datos que proporcionan estos contratos de licencia.
Del conflicto al acuerdo
En los últimos años, muchos medios han pasado del conflicto con la IA, a menudo rechazando la utilización de sus contenidos por parte de los chatbots más conocidos, como ChatGPT, a firmar acuerdos estratégicos en busca de ingresos y visibilidad.
Una parte significativa de los medios internacionales más importantes optaron inicialmente por bloquear a los rastreadores web de IA, temerosos de que se convirtieran en una competencia directa al generar resúmenes automáticos o textos completos a partir de su trabajo periodístico sin ofrecer compensación.
Ahora son cada vez más los que han firmado acuerdos. OpenAI ha sido una de las empresas más activas en la firma de alianzas. Hasta mediados de 2024, había cerrado tratos con al menos diez grandes grupos editoriales, entre los que destacan Associated Press, Axel Springer (editor de Politico y Bild), el Grupo Prisa (editor de El País), Le Monde, Financial Times, News Corp (que incluye The Wall Street Journal), Vox Media, The Atlantic y Time.
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Meta ha cerrado un acuerdo con Reuters y trabaja para incorporar a Axel Springer y Fox Corp. Perplexity tiene acuerdos con Prisa Media, Time, Fortune y Der Spiegel. Y Amazon con The New York Times.
La compensación adopta varias formas. De un lado, pagos por licencia: una tarifa fija por el derecho a usar el archivo de noticias. De otro, un reparto de ingresos publicitarios: es el modelo del acuerdo entre Prisa Media y Perplexity. Los medios reciben una parte de los ingresos generados por la publicidad que se muestra junto a las respuestas del chatbot que utilizan su contenido.
Los acuerdos son una estrategia para contrarrestar la invisibilidad, porque los contratos suelen estipular que la IA debe citar la fuente original, a menudo incluyendo el logotipo del medio y un enlace directo al artículo. Esto, en teoría, asegura que el medio reciba crédito y potencial tráfico. Aunque no hay pruebas concluyentes, hay sospechas de que, además, los contenidos de los medios con los que una IA tiene un acuerdo comercial tienen prioridad o serán utilizados de manera preferente y más visible en las respuestas a consultas de actualidad.
Los acuerdos entre las grandes empresas de IA generativa (como OpenAI, Google o Microsoft) y los principales grupos mediáticos están configurando un ecosistema informativo de dos velocidades que amenaza con marginar a los medios locales y a los generalistas más pequeños e independientes. El principal riesgo para estos últimos no es solo la pérdida de tráfico (especialmente para los que dependen en mayor medida de las visitas para garantizarse ingresos de publicidad), sino la creación de una brecha de visibilidad cada vez mayor.