FAES, Aznar y el candidato fantasma

El pasado miércoles, las aguas del PP se abrieron sobre Gaza. Mientras Aznar defendía el genocidio llevado a cabo por Israel en la inauguración del Campus FAES, en la Corte de los Leones Alberto Núñez Feijóo deslizaba una condena a la masacre. Este viernes, en cambio, las aguas se volvieron a cerrar: Aznar no citó a Gaza, ni habló de masacre. Y Feijóo reprochó a Sánchez que utilizase la masacre palestina para deshumanizarle. Todos los cañones apuntaron al presidente del Gobierno que, según Aznar, sólo pretende desviar la atención, “no para atender realidades ineludibles, sino para escapar de ellas. Lo que menos le importa a Sánchez es contribuir a la solución de un conflicto internacional”.

No hay think tank más relevante en la derecha española que FAES. Su importancia viene precedida por quien la preside, José María Aznar. A falta de un liderazgo definido en el PP, el reservorio ideológico y político más importante de la derecha sigue siendo la Fundación de Análisis y Estudios. Aznar cuenta en estos momentos con un faro ideológico y un gobierno, Madrid. Todo lo que diga, por lo tanto, siempre es de interés. De manera que el Campus FAES de este año, dedicado al examen de Europa y el vínculo atlántico, cobra mas importancia que nunca después de que se cumplan más de seis meses del retorno de Donald Trump, con una guerra en Ucrania y un genocidio en Gaza como paisaje de fondo. 

“¿Le iría mejor al mundo con Kamala Harris en la Casa Blanca?”. Esa fue la pregunta que formuló durante la primera sesión Tunku Varadarajan, periodista del The Wall Street Journal, a José María Aznar, un presidente liberado, fuerte y en forma. Detrás de la pregunta asomaba el genocidio que está cometiendo el Gobierno de Israel. Y la respuesta fue categórica: “Si Israel pierde lo que está haciendo, Occidente estará al borde la derrota final”. 

Lejos de Trump, pero cerca de Israel. "EEUU ha caído en el populismo y expande el populismo. Yo no lo comparto”. Aznar no quiere saber nada que tenga que ver con Vox o con MAGA. Con el cadáver de Charlie Kirk todavía caliente, para el primer presidente del Gobierno del PP el movimiento ultra es sólo una expresión de debilidad: “No quieren expandir su superioridad en el mundo, sino atrincherarse y repartirse el planeta en las viejas influencias de Yalta".

“Miremos a Oriente Medio”, contestó el expresidente del Gobierno. “¿Sería mejor con un Irán nuclear, con Arabia Saudí, Emiratos... haciendo la carrera nuclear? ¿Con Hezbolá controlando Líbano? ¿Con Hamás en Gaza y Cisjordania? ¿Con los hutíes controlando Yemen?”. He aquí el argumentario que Alberto Núñez Feijóo, presidente del PP, no ha osado todavía formular. Resulta un argumentario falaz, pero argumentario, al fin y al cabo, que el líder de la oposición no se ha atrevido siquiera a sugerir porque carece del más mínimo interés en todo lo que sucede fuera de España. ”El mundo es más seguro ahora", dijo Aznar, después de que Donald Trump retornase a la Casa Blanca, pero también es más imprevisible con él. 

Los claros del PP

Hace dos días, mientras Feijóo condenaba la “masacre” en Gaza, Aznar afirmaba en el Campus que Israel debía terminar “lo que tiene que hacer” por la seguridad de Occidente”. Donde Alberto Núñez Feijóo deja claros políticos, donde se abre el hueco y no hay discurso elaborado, en la zona vacía y blanca del PP, siempre se puede uno encontrar a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o a José María Aznar, presidente de FAES, dispuestos a ocuparla con su planteamiento global, que pasa por reforzar la alianza atlántica y despertar a Europa de su largo letargo desde que un tal Fukujama declaró el fin de la historia. 

Pero el fondo siempre es la forma y en FAES siempre es ambigua pero muy calculada. La inauguración del Campus FAES de este final de verano, como en ocasiones anteriores, es propicia para cubrir esos espacios, marcar la pauta política y dejar en evidencia que el único candidato en condiciones de plantarle cara a Pedro Sánchez es él. 

Mensajes ambiguos, expresiones erráticas. Durante la clausura de las jornadas de reflexión, Aznar afirmó que hay alternativa al sanchismo, “una alternativa que cuenta con las ideas, el proyecto y el liderazgo imprescindibles. Quien encarna esa alternativa es Alberto Núñez Feijóo”, dijo el expresidente ante Juan Bravo, Esther Muñoz o Esteban González Pons. Pero la realidad es otra: los últimos sondeos del CIS ya colocan al PSOE por delante del PP y Gad3 alerta también de la inercia declinante de Alberto Núñez Feijóo. La consultora de Narciso Michavilla tiene muchos clientes en el partido. Tampoco es cuestión de ser excesivamente alarmista con sus dirigentes. 

Aznar ha leído los sondeos. Está alucinado al comprobar que el país pierde la confianza en el PP, mientras el Gobierno alardea del crecimiento del PIB y se coloca en el lado correcto de la historia. Aznar sólo confía en líderes con planteamientos predecibles y Feijóo no lo es. Mientras tanto, Mañueco, el presidente de Castilla y León, sugiere que las elecciones serán en marzo. El descarrilamiento de Pablo Casado comenzó con el adelanto forzado de aquellas elecciones para pararle los pies a Isabel Díaz Ayuso. Todo el mundo sabe cómo concluyeron aquellos Idus de Marzo. 

De una intervención a otra

Durante su primera intervención en el Campus FAES puso de ejemplo a Truman tras la II Guerra Mundial, a Kennedy en Berlín, a Reagan ante Gorbachov, a la familia Bush en sendas guerras del Golfo, a Helmut Kohl ante la unificación de Alemania, a la Thatcher que inició el desmantelamiento del espíritu del 45 en los setenta y al Blair que lo concluyó antes de compartir con Aznar una foto en las Azores. “Yo tenía planteamientos y los sigo teniendo”, afirmó. De forma perspicaz, Aznar advirtió que China tiene cómplices pero no aliados y señaló que “el mundo que hemos vivido después de la II Guerra Mundial se ha terminado pero no se ha construido uno nuevo, con una orientación clara y un sentido histórico”.

La sesión de clausura, en cambio, sirvió para marcar la línea política contra el sanchismo. Aznar cree que Sánchez se encuentra en situación terminal. Dibujó un paisaje apocalíptico. “Europa influye menos en el mundo y España menos aún en Europa”, afirmó en su segunda filípica. Definió al Gobierno de Sánchez como “un rosario de paradojas insufribles”. España, según el expresidente, es “una democracia parlamentaria que gobierna a espaldas de su Parlamento y su política exterior no puede ser una escapatoria de sus problemas internos o un espejo donde ensayar poses morales”. Los cañones de este viernes no quisieron apuntar a Feijóo. El enemigo a batir continúa siendo Sánchez.

Aun así, la defensa del vínculo atlántico sirvió para que Aznar se atreviera a situar las coordenadas de Trump en la brújula neoconservadora que busca defender la democracia liberal y, ya de paso, marcar el rumbo de Feijóo, algo que Feijóo no puede ni quiere ni se atreve a hacer en estos momentos. En relación a la guerra arancelaria y a la guerra de Ucrania, “EEUU debe comprender que tiene 50 aliados y desconozco qué estrategia tiene Trump en Ucrania”, afirmó. 

En FAES, Donald Trump es, sencillamente, un gobernante impredecible. “Me gustaría que hubiera certeza”, dijo y citó a Raymond Aaron: “Lo importante es la lucidez”. Aznar sigue en plena forma. Su distanciamiento de Trump es abismal. “No sé qué pretende en Ucrania, no lo sé, pero lo que he visto hace unos días son oficiales americanos practicando maniobras militares con oficiales rusos en la frontera de Bielorrusia”. 

Una visión (atlantista) del mundo

Aznar habla de Vox mirando a EEUU. Insiste recurrentemente en la necesidad de apartarse de los populismos, también de Vox, y sobre todo, de los gobernantes que ponen en riesgo la democracia liberal, dando la voz de alarma ante la guerra arancelaria iniciada por la Casa Blanca sin otro resultado que el debilitamiento del vínculo atlántico. Conviene recordar que Aznar es europeísta porque es, sobre todo, atlantista. 

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Es fácil tener la impresión de que José María Aznar sí tiene una visión del mundo, una visión atlantista, alimentada por el choque de civilizaciones del desaparecido Huntington. Esa mirada del mundo es algo que Alberto Núñez Feijóo se empeña en no querer conocer. De modo que Palestina y el genocidio israelí sobre el pueblo de Gaza le han estallado en la cara. Lo más probable es que los próximos sondeos indiquen una caída de la intención del PP considerable. Miguel Tellado, secretario de Organización, salió del Edificio Bertelsmann el primer día con el rostro cariacontecido, como si después de haber escuchado a Aznar en su cerebro algo hubiera cortocircuitado.

En el laboratorio Vox, los experimentos de este verano en Murcia han servido para desgastar a Alberto Núñez Feijóo. Ha perdido la órbita marcada por José María Aznar en el último congreso ordinario. El CIS ha dicho que no puede gobernar sin Vox. El binomio PP-Vox está invirtiendo la polaridad. La palabra sorpasso vuelve a ser pronunciada por algunos diputados con la misma agitación que en 2016 lo hicieron algunos socialistas. Entonces, el partido que se deslizaba sobre ese abismo conceptual era el PSOE y el monstruo que le comía los talones se llamaba Podemos.

Quizá sea Aznar el principal adversario de Pedro Sánchez. Hay dos razones por las que no volverá a ser candidato del PP: porque dejaría de ganar mucho dinero y porque teme perder. En cualquier caso, su determinación para que el PP sea la principal fuerza de la derecha en 2027 está intacta. FAES sigue siendo el faro que ilumina la senda por la que ha de pisar su partido. Y un dato no menor: The Wall Street Journal es una cabecera que forma parte del emporio News Corp, de Rupert Murdoch. En 2023, Aznar fue valorado como el peor de los consejeros en la última Junta de Accionistas.

El pasado miércoles, las aguas del PP se abrieron sobre Gaza. Mientras Aznar defendía el genocidio llevado a cabo por Israel en la inauguración del Campus FAES, en la Corte de los Leones Alberto Núñez Feijóo deslizaba una condena a la masacre. Este viernes, en cambio, las aguas se volvieron a cerrar: Aznar no citó a Gaza, ni habló de masacre. Y Feijóo reprochó a Sánchez que utilizase la masacre palestina para deshumanizarle. Todos los cañones apuntaron al presidente del Gobierno que, según Aznar, sólo pretende desviar la atención, “no para atender realidades ineludibles, sino para escapar de ellas. Lo que menos le importa a Sánchez es contribuir a la solución de un conflicto internacional”.

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