De la política a la empresa

¿Hay sitios donde un líder de izquierdas no debe trabajar? Algunas lecciones del 'caso Garzón' según sus camaradas

Alberto Garzón interviene despidiéndose de la formación durante una reunión de la Coordinadora Federal de IU.

La renuncia de Alberto Garzón a trabajar en Acento Public Affairs, la consultora fundada el histórico dirigente del PSOE, José Blanco, y presidida por el exministro de Sanidad con el Partido Popular, Alfonso Alonso, ha reabierto un viejo debate dentro de la izquierda. Garzón, que en un primer momento aceptó incorporarse a la Dirección de Prospectiva Geopolítica de Acento donde hubiera ejercido de lobbysta— y estaba pendiente de recibir por escrito la autorización de la Oficina de Conflictos de Intereses del Gobierno, ha acabado rechazando el puesto tras las críticas suscitadas dentro de su espacio político. "No quiero que mi decisión personal perjudique a mis antiguos compañeros", afirma el exlíder de IU en una misiva publicada este miércoles.

Garzón reconoce que la noticia, conocida en la víspera, "despertó un enorme revuelo en el ecosistema de izquierdas," incluyendo a las formaciones y los espacios políticos a los que dedicó "todas sus energías" durante los últimos doce años, en referencia a Izquierda Unida, Unidas Podemos y Sumar y que "la impresión general" que se le trasladó es que la decisión "afectaría negativamente a las expectativas electorales del espacio político", asegura. Aunque el exministro de Consumo da un paso atrás, también pide a la izquierda que reflexione "sobre cómo trata a los hombres y las mujeres que dedican su tiempo, su energía, y su vida" a "los proyectos colectivos".

La presencia de figuras salidas del espacio político a la izquierda del PSOE es relativamente infrecuente en el avispero de la consultoría española de asuntos públicos. En general, la actividad de políticos en el negocio del lobby es frecuente objeto de críticas, normalmente centradas en la acusación de que ponen contactos adquiridos durante su etapa de servicio público, que pueden seguir ocupando cargos institucionales, al servicio del interés de sus pagadores. Esa fue la crítica lanzada por varios excompañeros de filas de Garzón como el excoordinador de IU y referente en la izquierda andaluza, Antonio Maíllo; el expresidente Ejecutivo del PCE, Felipe Alcaraz; o el exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias, que escribió un duro artículo en Diario Red. Otras voces, sin embargo, defienden que Garzón tiene derecho a buscarse la vida tras dejar la política institucional e incluso que la izquierda debe saber darle "una salida" a sus dirigentes.

"Hay que mantener lo que se dice y lo que se hace"

Así lo ve Gaspar Llamazares, el exlíder de Izquierda Unida y actual concejal en el Ayuntamiento de Oviedo. "Soy partidario de que los políticos vuelvan a la vida civil y que las únicas trabas que tengan para hacerlo sean las legales", señala en conversación con infoLibre. A su juicio, lo que está ocurriendo con Garzón es un "juicio político" con "ribetes puritanos": "Yo no estaba de acuerdo con Alberto en muchas cuestiones a nivel político, es de sobra conocido, pero no voy a criticar su reubicación ni a ejercer de inquisidor para resarcirme. Ya bastante difícil lo tienen los políticos a la hora de incorporarse a la vida civil", asegura.

El cofundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, discrepa. "Hay sitios donde un líder de la izquierda no puede trabajar. El lobby para determinadas empresas y gobiernos es uno de esos. Además, todos los líderes son rehenes de lo que han dicho para ganar votos por la izquierda. No se trata de hacer voto de pobreza. Hacemos política, no sacerdocio. Pero hay que mantener la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace", subraya. A su modo de ver, este tipo de movimientos, "dinamitan la credibilidad de la izquierda", traslada.

Por su parte, la excandidata de Unidas Podemos a la Comunidad de Madrid, Alejandra Jacinto, que también abandonó todos su cargos hace unos meses, se considera afortunada por haber vuelto a la cooperativa de abogados en la que trabajaba antes de iniciar su etapa política. Sobre el caso de Garzón, señala que "hay gente que entra muy joven en política institucional" y que, después, tiene "difícil salir al mercado laboral" especialmente "si eres de determinados partidos". "Eso obliga a mucha gente a aferrarse a cargos institucionales y cabalgar contradicciones, porque al final la política se convierte en un medio de subsistencia y no debería ser así".

Sobre esta cuestión, Monedero señala que deberían ser los propios partidos políticos los que busquen "salidas dignas" para aquellos líderes que "no puedan volver a su trabajo anterior": "El PSOE lo hace y el PCE lo hacía", asegura. "Como no queremos políticos profesionales, hay que ver qué van a hacer los que dedican sus diez mejores años de su vida a la política y luego tienen que seguir trabajando desde ese estigma", traslada. Llamazares asegura que hay una "doble vara de medir": "Nadie lamenta la situación de quienes tienen dificultades para reincorporarse a la vida labora, y los ha habido, solo se ven aquellos que se reubican de manera espléndida".

"Apelo a no juzgar a quien sigue en política institucional ni a quien se va"

Desde la izquierda siempre se ha puesto en valor que históricos dirigentes de IU como el propio Julio Anguita o Gerardo Iglesias volvieran a sus respectivos trabajos tras su etapa en política institucional. El primero, como maestro de primaria, y el segundo, de picador en la mina. De hecho, en una entrevista reciente con El Confidencial, Iglesias contó que volvió "porque tenía una excedencia de Hunosa": "Era lo más práctico. Tuve algunos ofrecimientos laborales para no volver a la mina, lo que ahora se llaman puertas giratorias, pero yo no soy de esos, amablemente los rechacé y volví a la mina", confesaba.

Llamazares asegura que siente el "mismo respeto" por la decisión de "Julio o Gerardo" que por la de Garzón y señala que, detrás de algunas críticas, hay una utilización "partidista" de una decisión "personal" del exministro de Consumo. Alude concretamente, a las críticas lanzadas por el exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, y considera que tampoco es quién para criticar porque él dirige "un medio de comunicación que ha tenido relación con gobiernos" : "Si llevamos esa visión al extremo, nadie que haya estado en el ámbito de las decisiones políticas podría trabajar en una empresa privada".

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En ese sentido, Jacinto apela a que la izquierda tiene que "revisar" cómo se abordan estos debates: "Deberían hacerse de una forma más cuidadosa, sin utilizar un error o una contradicción para intentar laminar políticamente a alguien ni para cobrarse viejas rencillas. Es un fracaso de este ciclo de política institucional dentro del espacio alternativo de la izquierda", reflexiona. Así, también considera que la izquierda debe crear "espacios" donde la gente "pueda desempeñar su trabajo de forma autónoma y poder aplicar las destrezas que adquieres cuando llevas tiempo en política institucional": "Apelo a no juzgar a quien sigue en política institucional ni a quien se va".

Monedero lamenta que el espacio de la izquierda se está "tuiterizando" porque hay "mucho odio y poca reflexión": "Se le presta demasiada atención a las redes y no son un reflejo de la realidad. Aunque terminan como profecías autocumplidas precisamente por hacerles caso", señala. El cofundador de Podemos considera que la izquierda tiene un problema porque descarga "su ira" contra organizaciones dentro de su mismo espacio y así "se queman los fusibles".

Además, la excandidata de Unidas Podemos en Madrid cree que el debate no se puede enfocar únicamente desde el lado de la política institucional y pone en valor "la figura del militante" que "no percibe ningún tipo de remuneración": "Hay que reconocer a todos los activistas que, muchas veces hacen el mismo trabajo y no reciben contraprestación, pese a que cuentan con las mismas dificultades a nivel de paro, precariedad e inserción en la vida laboral", zanja.

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