Crisis hispanomarroquí

Mohamed VI, de compartir cumbres de la Unión Africana con Ghali a exigir su expulsión de España bajo amenazas de más crisis

La embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich. posa junto a un retrato del rey Mohamed VI.

Fernando Varela

Marruecos se aferra a la decisión del Gobierno español de autorizar la entrada en España de Brahim Ghali, presidente del Frente Polisario, para seguir presionando y mantener vivo el conflicto abierto después de que las autoridades marroquíes decidiesen la semana pasada franquear el paso de miles de personas a través de la frontera con Ceuta.

Rabat argumenta que Ghali está acusado de graves crímenes y emplaza a España no sólo a impedir su regreso a Argelia una vez que sea dado de alta en el hospital de Logroño (La Rioja) que le atiende desde hace varias semanas sino a que sea juzgado en los tribunales de nuestro país. En caso contrario, habrá un “empeoramiento” de las relaciones entre los dos países.

La paradoja es que la afrenta en la que Marruecos ha querido convertir la decisión de España de prestar atención hospitalaria al líder del Frente Polisario contrasta vivamente con la aparente normalidad con la que el monarca alauita, Mohamed VI, se ha tenido que acostumbrar a compartir espacio con el presidente saharaui cuando ambos acuden a las cumbres de la Unión Africana, acostumbraren donde la República Árabe Saharaui Democrática (RADS) —que Brahim Ghali preside— es miembro de pleno de derecho, igual que Marruecos.

Es algo que viene ocurriendo desde noviembre de 2017, fecha en la que celebró la V Cumbre de la Unión Africana-Unión Europea en Abiyán (Costa de Marfil). Ghali y Mohamed VI, aunque separados, aparecen en la foto oficial de aquella reunión. Fue la cumbre que significó de hecho el regreso de Rabat a la Unión Africana, de la que se fue en 1984 en protesta por la admisión de RADS como miembro de plebe derecho.

Marruecos acepta que Ghali tenga trato de Jefe de Estado en la Unión Africana pero intenta desacreditar estos días que el Gobierno español haya decidido autorizar el viaje a España de líder saharaui por “razones humanitarias”. Y a pesar de que el reino alauita alegó en el pasado el mismo motivo para asilar a dictadores africanos bien conocidos por haber sometido a sus países a mandatos sangrientos.

Es el caso de Mobutu Sese Seko, el “carnicero” de la República Democrática del Congo, a quien Hassan II —el padre del actual rey— acogió en 1997. Mobutu falleció de cáncer plácidamente en Marruecos gracias a la decisión “humanitaria” de la monarquía alauita.

Mobutu, considerado el arquetipo del dictador africano, el político y mandatario más corrupto del continente, dirigió los destinos del país entre noviembre de 1965 y marzo de 1997. No falta quien le considera uno de los grandes cómplices de los hutus en el genocidio que en 1994 asoló la vecina Ruanda.

Hassan II alojó a Mobutu y a su familia directa en el hotel Amphitrite, colindante con el palacio real de Sjirat, a unos 30 kilómetros de Rabat., pero al poco tiempo las autoridades trasladaron al dictador a Tánger y después a Rabat para someterse a tratamiento del cáncer de próstata que padecía en el hospital Avicenas, que dispone de las mejores instalaciones médicas del país y en el que operan los médicos personales del soberano alauí. En el momento de fallecer tenía una fortuna estimada de más de 10.000 millones de dólares. Murió sin ser procesado después de esquilmar los bienes y recursos de su país.

No hay explicaciones oficiales, porque el Gobierno de Pedro Sánchez no quiere alimentar innecesariamente el fuego de la controversia con Marruecos, pero fuentes consultadas por infoLibre confirmaron que el líder del Polisario ingresó en España con “pasaporte diplomático” de Argelia, lo que le otorga cierto grado de inmunidad durante su estancia en España. Aterrizó el 18 de abril en la base de Zaragoza en un avión medicalizado fletado por la Presidencia de Argelia, desde donde fue llevado en ambulancia al hospital. Su llegada se produjo a petición e el ministro de Exteriores argelino, Sabri Boukadoum.

Ghali, reconocen las mismas fuentes, se registró con nombre falso por razones “de seguridad” en el Hospital San Pedro de Logroño donde está siendo atendido.

Exteriores declinó responder las preguntas de infoLibre. Pero, según ha podido confirmar este diario, aunque España no comunicó la decisión a Marruecos, sí ha dado explicaciones después al Gobierno de Rabat en los mismos términos que la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, las ha ofrecido a los medios de comunicación: se trata de una decisión “humanitaria”. Marruecos lo niega. Como también niega que tenga pasaporte legal.

Marruecos no informa

Las mismas fuentes defienden el traslado discreto de Ghali a España y recuerdan que Marruecos no tiene por costumbre informar a España de decisiones clave para nuestro país. Es lo que ocurrió, recuerdan, cuando Estados Unidos decidió reconocer el Sáhara como territorio marroquí a cambio de que Rabat diese carta de naturaleza al Estado de Israel o cuando, unilateralmente, extendió sus aguas territoriales.

La utilización de pasaporte diplomático argelino por parte de dirigentes del Polisario no comenzó con el Gobierno de Pedro Sánchez: es una práctica común de los responsables de la organización saharaui, a lo que Argelia otorga protección frente a Marruecos.

Fuentes de Exteriores ya aclararon la semana pasada que el Gobierno español no pactó “ningún tipo de inmunidad” previa al traslado de Ghali. Si tiene que enfrentarse a algún tipo de causa deberá hacerlo “exactamente igual que otros”.

No obstante, goza de protección diplomática. Y en el Gobierno son muy conscientes de que una solución contraria a los deseos del líder del Polisario añadirá al conflicto con Marruecos uno nuevo con Argelia.

En España Ghali tiene pendientes varias investigaciones judiciales en la Audiencia Nacional, donde el juez Santiago Pedraz investiga dos querellas presentadas contra él. Sus autores son el activista saharaui Fadel Breica y la Asociación Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos (ASADEDH): el primero le acusa de delitos de detención ilegal y torturas que dice haber sufrido en abril de 2019 a su llegada a los campamentos de Tinduf; la segunda denuncia el trato sufrido en Tinduf "por los prisioneros de guerra, así como por los propios ciudadanos saharauis, especialmente por los de origen español, a manos del Frente Polisario".

El titular del Juzgado Central de Instrucción número 5 citó a declarar a Ghali para el próximo 1 de junio. Los querellantes pidieron  su detención inmediata ante el temor de que Ghali pueda eludir la citación en caso de que se recupere pronto de sus dolencias, pero el juez se ha negado. Ahora una de las acusaciones ha pedido que se retire el pasaporte para que no pueda abandonar el país cuando se recupere, lo que podría suceder en el plazo de algo más de una semana.

El líder del Polisario enfrenta desde hace tiempo la acusación de ASADEDH. Ya en 2016, el anterior magistrado titular de ese juzgado de la Audiencia Nacional, José de la Mata, le citó a declarar una vez supo que tenía previsto viajar a España para participar en una conferencia en Barcelona. Finalmente, Ghali no se desplazó.

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Hasta ahora el juez Pedraz ha rechazado adoptar medidas cautelares teniendo en cuenta que “no hay indicios claros de su participación en las conductas recogidas en la querella” de la asociación saharaui.

Este lunes el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, rechazó hacer ningún pronunciamiento sobre el caso. “Sobre la situación procesal (de Ghali), no tengo ningún pronunciamiento que hacer (...) No creo que fuera respetuoso con la administración de justicia”, señaló.

En las últimas horas Marruecos ha intentado enmarcar el conflicto como algo que sólo afecta a España a la vista de la airada respuesta de la Unión Europea, que ha hecho suyo el desafío fronterizo marroquí.

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