De Hungría a la Casa Blanca: el mapa de alianzas de Abascal crece con el auge de la ultraderecha mundial

La victoria del republicano Donald Trump el pasado noviembre supuso un golpe en el tablero para el resto de extremas derechas en América y Europa al ser uno de sus principales referentes. Trump quiere demostrarlo en su toma de posesión, que tiene lugar este lunes en el Capitolio, a la que ha invitado a dirigentes clave de la extrema derecha como el presidente argentino, Javier Milei, el salvadoreño Nayib Bukele, la italiana Giorgia Meloni, el húngaro Viktor Orbán y también al líder de Vox, Santiago Abascal, en su condición de presidente del partido europeo Patriotas.
Abascal lleva años tratando de mimar sus vínculos con el trumpismo y otras extremas derechas que ahora están en el poder, convencido de que obtendrá sus mismos réditos. En 2020 el líder de Vox mantuvo encuentros con varios senadores y congresistas republicanos. Pese a las buenas relaciones con el alma más radical del partido, Abascal tardó cuatro años en reunirse con Trump. Lo hizo en febrero del pasado año en Washington DC, durante la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), siglas en inglés de las cumbres internacionales promovidas por la fundación radical conservadora de EEUU, donde también coincidió con el vicepresidente del magnate, JD Vance.
Tras la reunión con Trump, de apenas 15 minutos, la formación ultra envió una nota en la que se destacó la sintonía entre Abascal y el republicano en "el fortalecimiento de las fronteras frente a la inmigración ilegal, la soberanía de las naciones frente al globalismo, la protección de familia y la vida frente a la ideología de género y la cultura woke, la prosperidad de las clases medias frente a la dictadura climática o el firme compromiso por la inversión en Defensa". El líder de Vox buscará replicar esa fotografía la próxima semana para demostrar que Trump lo bendice como su representante político en España.
"La victoria de nuestros aliados es muy positiva para España. Y no son solo triunfos electorales, sino un avance en nuestras posiciones, en los mensajes que llevamos defendiendo mucho tiempo solos contra la inmigración ilegal y en defensa del control de fronteras", señaló el líder ultra en una entrevista en la cadena Fox tras asistir el pasado diciembre a la reunión del CPAC en Buenos Aires con Javier Milei como anfitrión.
Orban, Le Pen, Meloni, Milei, Bolsonaro, Netanyahu... los aliados de Abascal
¿Y quiénes son los aliados de Abascal? El grupo de Patriotas por Europa, del que es presidente, agrupa a partidos de 11 países europeos y cuenta con 86 diputados en el Parlamento Europeo, lo que les convierte en el tercer grupo por detrás del Partido Popular Europeo y de los socialistas. Una de las claves que explican el ascenso del líder de Vox a esa posición es su excelente y destacada relación con Fidesz, el partido ultra del primer ministro húngaro, Viktor Orban, y con el Frente Nacional de la francesa Marine Le Pen.
El grupo parlamentario nació tras las pasadas elecciones europeas de una alianza entre Fidesz junto con el ultraderechista Partido de la Libertad de Austria (FPO) y el populista checo Alianza de Ciudadanos Descontentos. El grupo también lo componen los holandeses de Geert Wilders, el partido ultraderechista portugués Chega, la Lega del italiano Matteo Salvini y el partido nacionalista belga Interés Flamenco.
En otra familia distinta está el partido de la primera ministra italiana Giorgia Meloni, con la que Abascal ha tratado de no romper lazos después de que Vox no se uniera, de manera sorpresiva, al grupo de Conservadores y Reformistas (ECR) —al que perteneció durante la anterior legislatura y en el que se encuentra el partido de Meloni—, para unirse al de Patriotas de la mano de Orban. Tampoco están la extrema derecha de Alternativa para Alemania, heredera del nazismo, con los que Abascal había mantenido hasta hace escasos meses una relación movida entre la cortesía y la frialdad. Sin embargo, el lunes mostró sus "deseos de éxito electoral" a la formación, en pleno auge en las encuestas.
A las alianzas europeas se suman las que Abascal ha cultivado en Latinoamérica con el argentino Javier Milei, referente del ultraliberalismo, con el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, que al igual que Trump arengó a sus seguidores para tratar de subvertir el proceso electoral y proclamarse vencedores y a Antonio Kast, candidato presidencial –hasta ahora fracasado– de la extrema derecha chilena que no oculta sus simpatías por el pinochetismo, sobre todo en lo económico. A esta lista se le suma un nombre más, el del primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, al que Abascal fue a visitar en mayo del pasado año para dar su apoyo en el genocidio perpetrado hacia el pueblo palestino.
Una "internacional derechista" con un programa compartido
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Estas extremas derechas de las Américas y de Europa son heterogéneas en el fondo y en las formas pero comparten un amplio programa: rechazo al globalismo, reivindicación de la génesis cristiana de Occidente y mano dura con la inmigración. En síntesis, un mundo entendido como una lucha entre el bien y el mal, entre Occidente –cada una de sus naciones– y los enemigos de sus valores, sean comunistas, feministas o extranjeros.
Con todos estos elementos en mente, Milei llamó hace un mes a la creación de una especie de entente global de la ultraderecha, una "internacional derechista", según sus palabras. Una idea que fue recibida por el público con ovaciones durante la celebración del festival político organizado las juventudes del partido de Meloni. "Tenemos que estar a la altura del momento histórico y la forma más efectiva de hacerlo es estando juntos, estableciendo canales de cooperación a lo largo y a lo ancho del mundo, retomando la idea de que el mal organizado se vence mediante la organización de los buenos. Debemos trazar lazos ante los atropellos del socialismo" dijo.
Así, los nacionalistas, los nativistas, los partidos defensores de políticas identitarias empiezan a tener tanto peso como los que defienden las democracias liberales y los mercados abiertos. La batalla contra el wokismo y lo que suelen llamar "ideología de género" –una fijación del republicanismo estadounidense de base evangélica exportada a Europa y América Latina–, el rechazo a la inmigración pobre –"proteger las fronteras", "salvar Occidente",– y el nacionalismo –presentado en oposición al "globalismo"–.