Del ‘pásalo’ del 11M a los escraches a políticos: por qué las algaradas en Ferraz han cruzado la línea roja

Grupos de personas participan en una nueva manifestación contra la amnistía este martes, frente a la sede del PSOE en Ferraz.

La sede nacional del PSOE, ubicada en la madrileña calle de Ferraz, se ha convertido en el epicentro de las protestas contra la investidura del presidente en funciones, Pedro Sánchez. La concentración del lunes, organizada por Revuelta —una asociación juvenil vinculada a Vox— reunió a 3.800 personas frente a la sede del PSOE en la calle de Ferraz, según la Delegación del Gobierno. Este martes se repitieron las protestas, en este caso frente a la sede de los socialistas y en las inmediaciones del Congreso. El lunes, algunos de los participantes, auspiciados por organizaciones ultras como Hogar Social o Desokupa, intentaron derribar las vallas que les separaban de las sede de los socialistas y lanzaron botellas a la zona en la que se encontraban las furgonetas policiales. Aunque en un primer momento los agentes de policía únicamente se dedicaron a sujetar las vallas con los brazos, más tarde utilizaron gases lacrimógenos y cargas para dispersar la zona.

Este martes el líder de Vox, Santiago Abascal, que acudió a la concentración —al igual que el vicepresidente de Castilla y León, Juan García Gallardo — pero se marchó antes de que se produjeran los primeros altercados, ha acusado al ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska, de ser el "vil mamporrero" de Sánchez por "ordenar" a la Policía Nacional que apaleara a "miles de españoles de bien". El líder ultra, que ha mostrado su apoyo a "todas las movilizaciones de resistencia pacífica al golpe de Sánchez", ha pedido a los policías que "no obedezcan orden ilegales": "Ante un golpe de Estado, no vamos a andarnos con remilgos", ha llegado a afirmar.

Por su parte, el Partido Popular ha evitado condenar de manera expresa los altercados y se ha limitado a defender sus convocatorias "pacíficas". En Génova 13 se han mostrado más preocupados por el rédito que Sánchez pueda sacar de las protestas que por el daño que puedan causar a algún ciudadano. “La forma de protestar contra las indignas negociaciones del PSOE es hacerlo de manera que Pedro Sánchez no logre que se desvíe la atención de su indecencia", señalaban fuentes de la formación a primera hora de la mañana. La incomodidad del PP se ha evidenciado con la rueda de prensa de su portavoz en el Congreso, Cuca Gamarra, en la que afirmado que "hay acciones que por ellas mismas son condenables" pero que también hay un malestar "que tienen derecho a poder expresar" los manifestantes.

La formación dirigida por Alberto Núñez Feijóo tampoco ha dudado en comparar la concentración ante la sede de Ferraz con las manifestaciones del 13 de marzo de 2004, en protesta por los atentados del 11M. "Es posible que algunas de las personas que se concentraron ayer ante la sede del PSOE, en noviembre de 2023, lo hiciera también ante la sede del PP en marzo de 2004", señala la formación conservadora en el primer punto del comunicado emitido este martes. "Entonces fue el PSOE quien mandó a la gente a protestar a Génova diciendo ‘España no merece un Gobierno que le mienta'", añadían estas mismas fuentes, pese a que los socialistas no la convocaron y, a diferencia de lo que sucedió en Ferraz, fue una protesta pacífica.

El 'pásalo' del 11M

Dos días después de que se produjeran los atentados en Madrid, el siguiente SMS corrió como la pólvora: "¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdaci trabajando? Hoy 13M, a las 18h. Sede PP, C/ Génova 13. Sin partidos. Silencio por la verdad. ¡Pásalo!". El texto era de Emilio Silva, periodista y uno de los fundadores de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y lo remitió a una docena de amigos, entre ellos a Juan Carlos Monedero, cofundador de Podemos y entonces asesor de Gaspar Llamazares en el Congreso.

El propio Monedero lo relata así en conversación con infoLibre: "Lo convocamos porque el PP suspendió la campaña electoral el jueves y dijo que había sido ETA. El viernes convocó una manifestación con el lema 'Por la paz, contra el terrorismo y con la Constitución' cuando uno de los asuntos de esa campaña era cambiar la Constitución y el sábado era jornada de reflexión. El Mundo sacó una entrevista a doble página a Rajoy. Ahí decidimos convocar con las redes del 'No a la guerra'. Nunca imaginamos que fuera a tener tanta convocatoria", asegura.

Monedero subraya que "había mucha rabia acumulada contra el PP" por haber involucrado a España en la guerra de Irak y haber mentido diciendo que había sido ETA. "La concentración era pacífica. Solo queríamos la verdad antes de votar. En ningún momento se amenazó a la sede del PP ni se hizo intento alguno de entrar dentro. Sólo queríamos que el gobierno dejara de mentirnos, que RTVE dejara de mentir, que los medios de la derecha dejaran de mentir. Acababan de asesinar a 191 personas y el gobierno seguía mintiéndonos. Cuando al final de la noche reconocieron que el atentado era islamista, nos fuimos", zanja.

Según se recoge en las crónicas de los diarios El País y El Mundo —y como se puede comprobar también en el archivo de RTVE—, se trató de una protesta pacífica en la que hubo un fuerte dispositivo de seguridad, compuesto por 20 furgonetas policiales y al menos 50 antidisturbios, que custodió la sede del PP en Madrid. Es más, los agentes trataron de pedir el DNI a los manifestantes, pero ante el éxito de convocatoria tuvieron que desistir y en los periódicos se recoge que el agente de la Policía Nacional al frente de los efectivos policiales afirmó ante la prensa que no tenía órdenes de disolver a la masa congregada hasta las 12 de la noche, pero ese momento nunca llegó porque la muchedumbre se desplazó masivamente a la Puerta del Sol.

El entonces candidato del PP, Mariano Rajoy, aseguró que esa concentración y el resto de las que se produjeron frente a otras sedes territoriales del partido iban "dirigidas a influir negativamente en las elecciones". "No vamos a permitir esta manipulación", llegó a asegurar ante los medios para pedir a los convocantes de estas manifestaciones "ilegales" que cesaran por ser "antidemocráticos actos de presión" sobre las elecciones que se iban a celebrar al día siguiente.

El derecho a la protesta pacífica

A  juicio de Javier Lorente, profesor de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y experto en opinión pública, la principal diferencia entre la manifestación frente a Ferraz de la que se vivió veinte años antes en Génova radica en el uso de la violencia. "La protesta es fundamental para la democracia y no hay que verla con desconfianza cuando los que protestan son los demás. Tiene un valor social positivo, pero lo que no es tolerable es la violencia", sintetiza en declaraciones a este periódico. "Si te concentras a las puertas de la sede de un partido o lo haces frente al Congreso, como pasó en su día, de manera pacífica y sin amagos de violentarla o de agredir a nadie no le veo mayor problema", prosigue.

Lorente cree que el problema se produce en el momento en el que "se infiltran grupos violentos". Es lo que, según el atestado policial, ocurrió el lunes. El documento recoge que durante la concentración se detectó la presencia de unos 200 individuos “con el rostro cubierto y estética ultra" e intervino una barra de hierro, palos y tres barras extensibles. El experto identifica un problema frecuente en las manifestaciones de la derecha que no acusa en la izquierda y es la falta de "organizaciones intermedias" acostumbradas a llevar a cabo este tipo de protestas que son las que, a su modo de ver, identifican rápidamente a los sujetos más conflictivos de los que no lo son. "Si se te cuelan organizaciones ultras que solo quieren ir a reventar el acto, la protesta queda deslucida", afirma.

El profesor de la URJC también destaca la incoherencia de las proclamas que acusan a Sánchez de querer instaurar una dictadura. "Es legítimo oponerse a la amnistía, pero la amnistía no desafía el orden constitucional. En primer lugar, porque se tiene que aprobar en el Congreso y después enfrentar al veredicto de los tribunales", subraya. En ese sentido afirma que, precisamente, si en España no hubiera democracia estas protestas estarían directamente prohibidas o la Policía "abriría fuego" contra los manifestantes como sucedió en Vitoria en el año 1976, cuando ametralló a cinco trabajadores en el interior de una Iglesia.

Lorente no cree que las cargas del lunes fueran "especialmente violentas" y considera que en otras manifestaciones se actúa de la misma manera o con mucha más contundencia. Sin embargo, sí que le genera dudas la utilización de los gases lacrimógenos. "La reacción de los manifestantes tiene un componente emocional, porque se creen que la Policía es suya, pero al final son servidores públicos que cumplen las directrices de sus superiores".

El caso de los escraches

El escrache es un término popularizado en los noventa en Argentina que supone la intimidación de un personaje público, pero en su espacio privado y alterando su cotidianidad. En España este tipo de actos se dieron a conocer gracias a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y lo han sufrido dirigentes políticos de todo color y condición. Desde el exvicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, y la actual ministra de Igualdad en funciones, Irene Montero (Podemos), a la exvicepresidenta en el Ejecutivo de Rajoy, Soraya Saénz de Santamaría (PP), al exministro José Luis Ábalos (PSOE) o a la exvicepresidenta del Govern, Mónica Oltra (Compromís).

Esta forma de manifestarse y expresar una protesta por decisiones políticas concretas ha sido avalada por nuestros tribunales, que la consideran amparada por la libertad de reunión, manifestación y expresión. No obstante no se puede olvidar que, al mismo tiempo, la tranquilidad domiciliaria tiene que ver con la libertad personal y además está en una estrecha relación con el derecho a la intimidad consagrado en el artículo 18.1 de la Constitución.

Sin embargo, el acoso continuado frente al domicilio de Iglesias y Montero planteó algunos interrogantes por la periodicidad de esas protestas. ¿Era lo mismo un escrache de un día como el de Sáenz de Santamaría y otro de dos meses seguidos? ¿Es igual esta presión sostenida que simpatizantes o militantes de la derecha ejercen cada día sobre Iglesias y Montero que el que una mañana o una tarde sufrieron también distintos dirigentes del PP como Cristina Cifuentes o Esperanza Aguirre o Esteban González Pons? Tal y como fue concebida la práctica del escrache, ni se hacía si había niños presentes, ni se acosaba físicamente al destinatario. El límite era la intimidación.

Lorente confiesa que siempre le ha generado "inquietud" esta práctica porque "traslada la imagen de que el político lo es todo el tiempo": "Al final los políticos asumen un rol, están representando unos intereses a unos ciudadanos, pero no son políticos todo el tiempo, tienen familia, tiempo para el descanso", sintetiza. Por ese motivo cree que aunque sea una práctica "legítima" y "amparada por los tribunales" a su juicio "no son deseables porque generan un nivel de crispación y de violencia" muy alto en la sociedad.

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