La situación en el PP

El PP cierra su cambio de líder sin debate ideológico y sin aclarar qué relación quiere con Vox

El PP ya tiene nuevo líder. Alberto Núñez Feijóo, que todavía es presidente de la Xunta y lo seguirá siendo, según sus propias palabras durante unas semanas, probablemente hasta Semana Santa, ha recibido de los barones del partido, de los expresidentes y de su antecesor, Pablo Casado, el respaldo unánime que pedía para afrontar el reto de ganar las próximas elecciones generales. Como candidato único, alcanzó el 98,35% de los votos. Casado, que en 2018 competía con Soraya Sáenz de Santamaría, se impuso con sólo el 57,2%.

En los pasillos del auditorio sevillano en el que se ha celebrado el 20º Congreso del PP, el segundo extraordinario consecutivo que viven los conservadores españoles desde que hace poco menos de cuatro años perdieron de forma traumática el poder, nadie tiene dudas acerca del mandato urgente que Feijóo acaba de recibir. Se lo recordaron todos los oradores: ganar las próximas elecciones. 

En el mandato otorgado en Sevilla se sobreentiende que, si lo consigue y se convierte en presidente del Gobierno, tendrá las manos libres para gobernar, entonces sí, el partido en toda España. Si no lo logra, volverán las tensiones. Y las miradas se volverán hacia los barones que mejor resultado obtengan en las elecciones que vienen, entre los que están llamados a destacar Isabel Díaz Ayuso en Madrid y Juanma Moreno en Andalucía. 

Su apuesta, ganar por una amplia mayoría e incluso reproducir las mayorías absolutas con las que siempre ha gobernado en Galicia, no es distinta de la que hasta hace un mes nutría los discursos de su antecesor, Pablo Casado. Y en el congreso que acaba de terminar no ha habido ni debates ideológicos o estratégicos ni un cambio del rumbo visible en la oferta política. 

Feijóo tampoco ha despejado las dudas que plantea su relación con Vox, sobre todo después de ratificar la decisión de compartir gobierno en Castilla y León, que la formación de Santiago Abascal quiere extender a otras comunidades, a los ayuntamientos y al Gobierno de España.

En ese contexto, todas las miradas se dirigen hacia Ayuso, cabeza visible del ala más radical del partido, puente natural con la ultraderecha y hoy por hoy la única dirigente con potencial suficiente para hacerle frente. Aunque la opinión más extendida en el partido es que si Feijóo cumple su palabra y le permite controlar el PP de Madrid a sus anchas —el congreso regional se celebrará con toda probabilidad en el mes de mayo— de momento no habrá movimientos internos que puedan incomodar a la nueva dirección.

El discurso con el que el nuevo presidente cerró el congreso, el último acto de la operación organizada por los barones para acabar abruptamente con Casado, giró sobre tres ejes: la necesidad de obtener mayorías, su voluntad de hacer oposición con “moderación” pero sin “tibieza” y, aunque no les mencionó por su nombre, la defensa de las ideas que le separan de Vox. 

Al presidente Pedro Sánchez le ofreció apoyo, pero para “rectificar lo que hace mal”, para “dejar de ocultar los problemas que hay y que vendrán”, para “agilizar las medidas que los españoles necesitan”, para “cesar a los ministros” de Unidas Podemos, para “bajar impuestos a la energía” o para dejar de depender de Esquerra y Bildu. 

Reunión con Pedro Sánchez

Desde este mismo sábado, Feijóo espera la llamada del jefe del Gobierno para celebrar su primera entrevista ya en calidad de jefe de la oposición, algo que ambos acordaron la última vez que tuvieron ocasión de hablar a solas cuando coincidieron en la isla canaria de La Palma durante la última Conferencia de Presidentes. Será en esa reunión donde se pondrá a prueba por primera vez la voluntad del nuevo líder del PP de marcar diferencias con Casado llegando a acuerdos donde su antecesor ni siquiera quiso sentarse a negociar. O confirmando que el cambio de líder no modificará el rumbo del partido.

La prueba del algodón será, según fuentes de Moncloa, la renovación pendiente del Consejo General del Poder Judicial, que a su vez tiene consecuencias a la hora de completar los nombramientos que faltan en el Tribunal Constitucional. Pero también las medidas para paliar las consecuencias de la guerra en Ucrania, sobre las que de momento Feijóo ha marcado ya una gran distancia.

Entre tanto, y aunque Casado ya está fuera, el presidente gallego no acaba de llegar. La dirección que ha formado es la suma de las propuestas de los barones. El resto está en formación. Y probablemente se irá transformando a medida que se sucedan los acontecimientos. 

Por eso, de los nombres clave sólo se conocen la secretaria general, Cuca Gamarra, aunque algunas voces creen que se trata de un cargo de transición antes de su lanzamiento como candidata a la Presidencia de La Rioja, y el coordinador general, Elías Bendodo. Pero la mano derecha del barón más poderoso, Juanma Moreno, no aterrizará del todo en Génova hasta después de las elecciones andaluzas y no falta quien cree que para entonces acabará asumiendo el puesto de Gamarra.

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El resto de nombramientos internos empezará a anunciarlos este domingo. Y en los próximos días, según fuentes de su equipo. Feijóo asegura que la mayoría ya lo saben, pero de momento nada ha trascendido.

Las elecciones andaluzas son la primera gran cita importante del PP en el intenso calendario electoral que se avecina y eso se hizo bien visible en el congreso de Sevilla. El partido vive con euforia los prolegómenos, convencido de que los votantes avalarán la gestión de Moreno impulsando sus candidaturas y acercándole a la mayoría absoluta, pero también con inquietud porque es muy posible que tengan que enfrentar el mismo dilema que en Castilla y León y decidir si están dispuestos as dar entrada a Vox en el Gobierno.

En el PP son conscientes de que el grave deterioro de la economía, y las consecuencias que el alza de precios tiene sobre los bolsillos de los ciudadanos juegan a su favor y acercan a Feijóo a la Moncloa,. De ahí que, pese al traumático episodio que acaban de vivir con la operación de derribo de Casado, se sientan con muchas posibilidad de ganar las próximas elecciones, aunque tendrán que disputar a Vox convertirse en los principales beneficiarios del posible voto de castigo al Gobierno.

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