El nuevo populismo de derechas arrebata a la izquierda el monopolio de la rebeldía gracias al voto joven

El análisis independiente de las tablas del CIS de febrero deja varios titulares de primer orden que explican los importantes cambios que se están produciendo en el escenario electoral:
1.- La derecha alcanzaría la mayoría absoluta con 180 escaños, una ventaja pírrica que aboca a un empate técnico entre bloques, como ya sucediera en las elecciones de 2023, 2019 y 2015.
2.- El PP de Alberto Núñez Feijóo cae a sus números más bajos en una dinámica de descapitalización mayúscula: del 38% de hace un año, cuando soñaba con acercarse a una aritmética que le permitiera gobernar sin los votos de Vox, al 31% actual, que le aboca a una posición de mucha mayor debilidad, con el liderazgo del expresidente gallego cada vez más en entredicho. El bandazo a cuenta del escudo social, en el que el PP pasó de defender con vehemencia un no al decreto (que incluía, entre otros asuntos, la revalorización de las pensiones), a votar favorablemente con el gobierno pocas horas después de su tembladera de piernas, no ha hecho sino profundizar el marco de improvisación y partido sin rumbo, en el que tan pronto se acerca a las tesis de Vox, como sucede con la inmigración, como hace guiños al independentista Puigdemont, que hasta hace dos días se quería meter en prisión y hoy es un inesperado aliado. Un sapo difícil de tragar para una parte del centro derecha que se siente huérfana y estaría hoy dispuesto a pasarse a la abstención. Casi medio millón de votantes del PP se quedaría actualmente en casa.
3.- Vox, al calor del ciclo de efervescencia del populismo nacionalista de Trump y Milei, recupera el umbral del 14’5% y los 45 escaños, doce más que hace año y medio. Al contrario que su homólogo popular, Abascal mantiene un liderazgo indubitado, reforzado por la presidencia de Patriotas por Europa, el grupo parlamentario de Viktor Orbán, Marie Le Pen y Matteo Salvini.
El que desaparece de escena, al menos de momento, es el outsider Alvise, que tras las elecciones europeas llegó a morderle a Vox hasta el punto de llevarse a casi dos de cada diez de sus electores, tres veces más que en la actualidad. En esto tiene mucho que ver la ascendencia de Vox entre los jóvenes, que mes tras mes confirma su hegemonía en la franja de menores de 25 años. Desde el punto de vista sociológico lo que se está produciendo entre los jóvenes es una brecha disruptiva que rompe con el paradigma de que la desobediencia se escribe con letra de izquierdas. La rebeldía es hoy de la nueva derecha. Una rebeldía negacionista, eso sí, que se ve en muchos de los grandes temas de nuestro tiempo. Un ejemplo de ello es la preocupación por el cambio climático. El CIS pregunta a este respecto en su último barómetro y el resultado es sintomático: a menor edad menor preocupación. Si un 44% de los mayores de 65 años se manifiestan muy preocupados, tan solo un 30% de los jóvenes lo hace.
La derecha se ha hecho con el monopolio de la impugnación y eso puede tener un efecto inusual en las urnas. Al igual que es inusual, una anomalía si echamos vista atrás, que las nuevas incorporaciones al censo engrosen las filas del voto a Vox, también lo es que la derecha tenga dificultades de movilización. Muchos de ellos perfiles de mediana edad desconectados de este PP y lejos de la propuesta extrema de Vox.
4.- Sánchez escribe su enésimo capítulo de resistencia y, pese a la debilidad mostrada en el Congreso por la dependencia de Junts, se acerca al resultado que ya obtuvo en las elecciones de 2023 y discute la victoria al PP. La posibilidad de convertirse, aunque sea en las encuestas, en el partido más votado por los españoles tras años de ver al PP destacado por encima, es un balón de oxígeno y anímico para los socialistas. El PSOE es hoy el partido con una fidelidad electoral más elevada, un 82% de sus votantes repetirían papeleta. Logra captar voto además desde las filas de Sumar y de la abstención. Pero no todo son buenas noticias para los socialistas ya que siguen sufriendo en la franja moderada. Los denominados switchers. Ya en enero se registró un incremento del voto de PSOE a PP después de muchos meses de haber reducido esa vía de agua, y en febrero vuelve a situarse entre el 4%-5%, cuando llegó a ser de tan solo un 2%. O lo que es lo mismo, de 200.000 se pasa a 350.000 votantes que cambiarían de lado.
5.- La derecha alcanza mayoría de escaños porque donde siguen sin producirse avances significativos, al menos de puertas para afuera, es en el espacio que ocupan Sumar y Podemos, que en su conjunto rescatan tan solo 11 diputados, cuando yendo juntos obtuvieron 31. Han surgido algunas voces que hablan de una ecuación PSOE+Podemos que pudiera obtener un número de asientos suficiente, lo que parece hoy una quimera con los 3 o 4 escaños que obtendrían los de Ione Belarra. Podemos ha sabido sobrevivir en un ecosistema muy complejo, tras una campaña a europeas notable, dando pasitos desde entonces en una recuperación que pasa por rescatar algunos de sus rasgos fundacionales que perdió en la etapa final de su paso por el gobierno. Pero aun así, los números no engañan y las cosas siguen donde estaban hace un mes, con Sumar achicando agua, pero por delante de Podemos. Y con ambos dividiendo un voto que es crucial si quieren evitar un gobierno de derechas.
En la medida en que Yolanda Diaz es más ministra de Trabajo que líder de Sumar su imagen mejora. El tira y afloja con gobierno y patronal por la reducción de la jornada laboral primero y la tributación del SMI en el IRPF después juega a su favor.
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En cuanto a los principales movimientos entre partidos, al margen de los ya referidos de Sumar al PSOE (495.000) y del PSOE al PP (350.000), destaca por encima del todo la transferencia disparada de los de Feijóo a Vox, que es ya de 770.000 votos. Y subiendo.
Podemos ver los resultados que obtendría cada partido si hubiera elecciones inmediatas en el cuadro siguiente:
Rafael Ruiz es consultor y analista de datos en asuntos públicos en Logoslab.