Memoria histórica

El último intento de sacar de una fosa a su padre: “Quiero llevar flores a su tumba antes de morir”

“Quiero llevar flores a la tumba de  mi padre antes de morir”

Diego González García tiene 90 años y vive en Gran Canaria. Lleva desde los 11 esperando recuperar los restos de su padre, Francisco González Santana, asesinado por los franquistas el 29 de marzo de 1937 en el campo de tiro de La Isleta, Gran Canaria. A su edad, ha querido hacer un último intento desesperado por que las autoridades atiendan a su petición y abran la fosa común en la que está enterrado su progenitor, junto con más de un centenar de republicanos asesinados. No pide gran cosa, sólo que se haga justicia “con un hombre bueno que defendía la democracia y la libertad”.

Francisco tenía 41 años, era jornalero y pertenecía a la Federación Obrera de Canarias. Ejercía también el cargo de concejal en el Ayuntamiento de San Lorenzo, Gran Canaria. En julio de 1936, tras el golpe de Estado contra la Segunda República, él; el alcalde Juan Santana Vega; y el resto de miembros del consistorio fueron detenidos y encarcelados. Pocos meses después, fueron condenados a muerte y fusilados tras la celebración de un consejo de guerra.

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Francisco González Santana tenía cuatro hijos pequeños: Diego, Lorenzo, Francisco y Braulio. Éste último corrió la misma suerte que su padre. Varios miembros de la Falange irrumpieron de madrugada en el hogar de Francisco, sacaron de la cuna a Braulio González, de tan sólo cuatro meses, y lo golpearon contra la pared hasta acabar con su vida, ante la mirada de su hermano. Ochenta años después, Diego aún no ha podido borrar de su retina aquel suceso, como tampoco el recuerdo de su padre. Hace unos días, se decidió a escribir una carta al actual alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo, y a los demás miembros del nuevo gobierno, formado por el PSOE, Las Palmas Puede y Nueva Canarias. En ella, pide que se abra la fosa en la que yacen los restos de su padre, para poder por fin darles sepultura tras ocho décadas de espera, y poder llevarle flores a su tumba antes de morir. “Quiero que esta fosa donde hay cientos de republicanos enterrados junto a mi padre se abra, se identifiquen sus restos con pruebas de ADN, se entreguen a nuestras familias para enterrarlos como se merecen, como héroes de la lucha de los pueblos de la tierra. Es de justicia y si no lo hacen serán cómplices de los asesinos fascistas", sentencia Diego en su texto.

No es la primera vez que los familiares de Francisco González Santana, portavoces de la asociación Familiares fusilados San Lorenzo, reclaman a las autoridades su exhumación. De hecho, su petición ha sido reiterada en numerosas ocasiones al Juzgado de Instrucción y a la Audiencia Provincial de Las Palmas. Sin embargo, su solicitud fue siempre rechazada con el argumento de que los delitos de lesa humanidad a los que se refieren han prescrito, según el portavoz del colectivo y nieto del fallecido, que porta con orgullo el mismo nombre que su abuelo. Durante los últimos años, Familiares fusilados San Lorenzo han venido reclamando la recuperación de la memoria de las personas asesinadas por el bando nacional y su reconocimiento histórico como víctimas del franquismo, y han impulsado varios trabajos jurídicos para lograr la apertura de las fosas comunes del municipio.

Desde la publicación en redes sociales de la carta del nonagenario Diego González García, cientos de personas han querido mostrar su apoyo a la familia, pero aún ningún responsable político se ha puesto en contacto con ellos. Y, mientras, las horas de sufrimiento siguen pasando para un hijo ya anciano que sólo quiere poder enterrar dignamente a su padre.

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