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Memoria histórica

Un 'Valle de los Caídos' entre Burgos y Cantabria

Pirámide de los Italianos.

Sobre las faldas del Valle de Valdebezana, a un par de kilómetros del puerto de montaña de El Escudo, se encuentra la frontera que divide las provincias de Burgos y Santander. Es en este paraje, en medio de la nada, donde se levanta uno de los monumentos fascistas que quedan todavía en España: la Pirámide de los Italianos, erigida en honor a los soldados del fascio caídos durante la Guerra Civil.

Este mausoleo, construido en 1939 por orden de Franco y financiado por Galeazzo Ciano, yerno de Mussolini y ministro de Exteriores italiano, sirvió durante casi cuarenta años para albergar y homenajear los cuerpos de 372 camisas negras –360 soldados y 12 oficiales– que cayeron entre el 15 y el 17 de agosto de 1937, durante la campaña del Frente Norte. Hasta mediados de los años 70, la necrópolis fue un reclamo para muchos excombatientes y familiares de los muertos, que viajaban desde Italia para verlos y glorificarlos.

Pero no solo los italianos visitaban el cementerio. También el Gobierno franquista realizó varios homenajes por todo lo alto en este túmulo burgalés. Los muertos no tardaron en convertirse en mártires, trofeos de la causa fascista, y sus lugares de reposo fueron rápidamente reconvertidos en “ambientes de memoria”. Si el Valle de los Caídos fue, y es, el símbolo de los soldados franquistas que murieron en la Guerra Civil, el mausoleo de Puerto del Escudo tiene un significado parecido para los fascistas italianos, su propia “pirámide de los caídos”.

Entrada al monumento del cementerio de italianos de Puerto del Escudo, en 1967.

Al igual que ocurrió en el Valle, este mausoleo también fue construido por mano de obra republicana; sobre todo, por los presos que el Corpo Truppe Volontarie (CTV) hizo durante la Batalla de Santander (1937). Las obras fueron dirigidas por el arquitecto Atilio Radic –excombatiente del CTV– y supervisadas por Pietro Giovanni Bergamini (Pietro di Varzi), padre capellán de la Orden de los Capuchinos. Fueron precisamente estos monjes los que, una vez construida la pirámide, exhumaron los cementerios en el norte de España para recoger los restos de los excombatientes y derivarlos a Puerto del Escudo.

Allí se les enterró en la cripta, cuadrada y diseñada al más puro estilo romano tras un epitafio común: Al caduti legionadi –"A los guerreros caídos"–. La entrada a la tumba está precedida por una cruz de hierro y una gigantesca "M" que la encuadra y que, dice el rumor, es un homenaje a Benito Mussolini; no obstante, los historiadores concluyen que es solo una referencia a Moritorio (cementerio). Le siguen un total de 360 nichos para los soldados y 12 para sus oficiales, todos conservados para la historia con su grado, nombre, unidad de combate y fecha de muerte. Sobre ellos, el lema del fascismo italiano para recordar a sus muertos: “¡Presente, presente, presente!” Años más tarde, la Falange copiaría la fórmula para sus propios militares.

Es un monumento hostil para nosotros, un monumento de los invasores que mataron a los nuestros. Lo hicieron y pagaron italianos y lo construyeron presos políticos españoles, presos republicanos de la Batalla de Santander”, recuerda a infoLibre el escritor y periodista Isidro Cicero, miembro del Grupo de Memoria Histórica del PSOE en Cantabria.

El novelista, experto en la Guerra Civil, recuerda en perfecto latín la inscripción que corona una de las caras de la pirámide: Scutum ense fractum, ibi confregit potentia sartuum, scudum, gladium et bellum –“La espada rompió el escudo, y allí rompió a la vez los poderes de los arcos, el escudo, la espada y la guerra”– una memoranza victoriosa y triunfalista que, a pesar del paso de los años, sigue recordando la conquista del Norte por parte del bando franquista.

“Ahí está todavía. Como un fantasma, pero está”, concluye Cicero.

 

Cara oeste de la Pirámide de los Italianos, en 1967.

Memoria Histórica y resignificación

A día de hoy, el que fuera uno de los dos principales sagrarios militares italianos en España es solo un cúmulo de ruinas vacío de cuerpos y reconocimiento, pero que continúa glorificando el fascismo y atentando contra la Ley de Memoria Histórica. Así lo indica a infoLibre la responsable nacional de Memoria Histórica de Izquierda Unida, Esther López Barceló, quien aboga por la “resignificación” del monumento.

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“Actualmente solo sirve para ser un lugar de memoria, pero solo de la memoria de ellos, de los fascistas”, señala López. La formación izquierdista, que también pide la restitución del patrimonio expoliado por los golpistas a los derrotados en la Guerra Civil, reclama que espacios como estos, por su importancia histórica, sean reconvertidos en lugares interpretados “que contribuyan a no repetir las barbaridades del fascismo”.

Sin embargo, la Pirámide de los Italianos se ha convertido en uno de esos discretos parajes que continúan, solo con su presencia, glorificando estas acciones. Tras cuarenta años de democracia en España, la mayoría de cementerios de guerra para recordar a los fascistas italianos han desaparecido para incorporarse a la Torre Osario de Zaragoza –en la Iglesia de san Antonio de Padua, de los Capuchinos–, donde desde 1975 reposan 104 de los fasciosfascios, mientras que el resto fueron repatriados a Italia a lo largo de los años.

Según señala el historiador Dimas Vaquero, esta iglesia pretendió en su día servir de monumento para “todos” los italianos caídos durante la Guerra Civil. Aún así, de los 2876 cuerpos recogidos en el Sacrario Militare, solo 22 pertenecen a brigadistas que lucharon por la II República, convirtiéndolo en otro punto negro para la memoria democrática de este país.

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