CRISIS DE SEGURIDAD EN ESPAÑA

¿Vigilar a los espías? Así controlan EEUU, Reino Unido, Alemania y Francia sus servicios de inteligencia

El Departamento de Estado de Estados Unidos ha añadido a su lista negra de empresas prohibidas a la compañía israelí NSO Group.

El arte de la guerra, de Sun Tzu (siglo V a.C) es una de las obras más antiguas que existe sobre tácticas y estrategias militares. En ella, el maestro Sun ya aleccionaba sobre lo esencial que es el espionaje para conocer la situación del enemigo y sacar ventaja de ello en el enfrentamiento. A lo largo de la historia todos los imperios se han servido de determinadas estructuras con el fin de obtener información para el ejercicio del poder y defenderse de las amenazas del entorno. Pero es a partir de la Segunda Guerra Mundial cuando surgen los servicios de inteligencia, tal y como los entendemos en la actualidad. 

Hasta finales de los años 70 estos servicios de inteligencia (también conocidos como servicios secretos) operaban sin ningún control. Todo cambió tras publicarse una investigación del periódico The New York Times que destapó una serie de operaciones de la CIA (la agencia de inteligencia exterior de EEUU) como CHAOS –seguimiento de grupos y ciudadanos de ideas izquierdistas– y del FBI (la agencia de inteligencia interior) como COINTELPRO –programa de contrainteligencia dirigido contra grupos que el Estado consideraba subversivos– que violaban flagrantemente la Constitución de este país al cometer asesinatos sumarísimos, tanto de líderes extranjeros como de activistas norteamericanos, manipulaciones políticas, espionajes extrajudiciales y campañas de chantaje. 

“Esos escándalos sacuden por completo a la población y todos los debates políticos empiezan a girar en torno a esto”, explica Bernardino León, columnista de infoLibre y miembro del proyecto europeo GUARDINT, que estudia las prácticas de los servicios de inteligencia occidentales. Para evitar estos abusos y forzados por la sociedad civil, se crearon varias comisiones de investigación (en el Senado, en la Cámara de los Representantes y en La Casa Blanca). ”De estas tres investigaciones la más potente fue la desarrollada por el Comité Church. Podríamos decir que entonces es cuando empieza el control democrático sobre los servicios de inteligencia”, valora León. “La repercusión fue tal que Frank Church (el senador demócrata que la impulsó) llevó a cabo una campaña presidencial”.

El investigador cree que este caso pone de relieve cómo la colaboración entre medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil, “particularmente de activistas antirracistas y antibelicistas”, y expertos técnicos, “entre los que había incluso exagentes de la CIA”, logró ejercer la suficiente presión sobre el campo político como para realizar reformas que hasta entonces habrían parecido imposibles, especialmente en un contexto como el de la Guerra Fría. Este control parlamentario tuvo poco después su traslación a los tribunales con la creación del Foreign Intelligence Surveillance (FISA). “Es el primer control judicial en una democracia occidental”, abunda León.

¿Y qué pasa en Europa? “Ese modelo poco a poco se va copiando pero tarda muchísimo en llegar a otros países”, valora el investigador, que destaca que España se ha quedado atrás respecto a otros países de nuestro entorno. Actualmente nuestro país no tiene ninguna comisión dedicada exclusivamente al control de los servicios de inteligencia, como sí la tienen países como EEUU, Reino Unido (Intelligence and Security Committee con miembros de ambas cámaras), Alemania (Parlamentarische Kontrollgremium y la comisión G10) y también Francia (con su Délégation parlementaire au renseignement en la Asamblea Nacional).  A diferencia de estas democracias, en España tan solo existe la Comisión de control de los créditos destinados a gastos reservados, cuya responsabilidad es la de auditar los “fondos reservados” con los que se financia, entre otras instituciones, el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). 

En las últimas décadas Reino Unido (desde el año 2000), Francia (2015) y Alemania (2009 y 2016) han reformado en profundidad sus sistemas de control sobre la actividad de la inteligencia, especialmente tras las revelaciones de Edward Snowden, antiguo consultor de la Agencia de Seguridad Nacional, que no tuvieron tanta repercusión en España. “España va a rebufo del resto porque no ha habido tanto interés en estas cuestiones… hasta ahora”, señala el investigador.

Reino Unido

En clave europea, Reino Unido es el único Estado que forma parte de la coalición de agencias de inteligencia conocida como Five eyes, junto a Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, lo que supone que sus agencias intercambian con frecuencia información comprometida. Los servicios de inteligencia británicos están sometidos al control ejecutivo, judicial y parlamentario. Su principal agencia, conocida como Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ), responde ante el primer ministro y ante el ministro del Interior.

El control parlamentario se realiza mediante el Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento. Es responsable del control de las políticas, gasto, administración y operaciones del MI5 (seguridad interior) del MI6 (seguridad exterior) y del citado GCHQ. Sus miembros (tanto de la Cámara Alta como de la Cámara Baja) son  nombrados por el primer ministro tras consultar al líder de la oposición. Sin embargo no tiene competencias formales en materia de investigación. Los miembros pueden pedir información, pero no documentos específicos.

Por lo que respecta al control judicial este se basa en una ley del año 1998 que establece un tribunal independiente formado por tres jueces desvinculados del Gobierno. Los jueces tienen poder para acceder a los informes de los servicios de seguridad y el Ejecutivo está obligado a facilitárselos. 

Todos estos controles no han impedido que los servicios de inteligencia británicos se hayan visto involucrados en varios escándalos. Los papeles que hizo públicos Snowden en 2013 mostraron cómo Reino Unido espió a funcionarios diplomáticos de diferentes países, como Turquía o Sudáfrica, durante el encuentro del G20 que tuvo lugar en su territorio en septiembre de 2009. Dos años después, en 2015, estos servicios fueron acusados de haber espiado los correos de periodistas de grandes medios internacionales.

Alemania

“Los servicios de inteligencia de Alemania se dividen en tres ramas, la del exterior que depende del Ejército, la interior que depende del Gobierno (el BND), y la Oficina para la Protección de la Constitución (FfV), que es de carácter federal”, explica a infoLibre Pablo del Amo, analista de Descifrando la Guerra. “Durante el escándalo de las escuchas a Merkel por EEUU, se descubrió que no solo el BND no protegió a la canciller, sino que fue partícipe de esas escuchas”, prosigue el analista. En 2015 se destapó que el Servicio Federal Alemán (BND) compartió información confidencial sobre su propio gobierno (en aquel entonces de Angela Merkel) con la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU.

El control ejecutivo depende del Ministro del Interior federal, que es responsable políticamente de su actividad. El modelo federal alemán añade a la ya compleja y tradicional organización de los servicios de inteligencia un nuevo nivel de dificultad con el funcionamiento de servicios que desarrollan su actividad en el ámbito de los länders. “La BfV es bastante autónoma, hay poca coordinación y es conocida por ser bastante opaca. En teoría los ciudadanos pueden preguntar sobre qué hacen, pero no suelen dar la información. Además tienen detrás escándalos importantes relacionados con la extrema derecha o neonazis”, explica Del Amo.

En cuanto al control judicial, los tribunales pueden controlar la actividad de los servicios pero el Ejecutivo puede ampararse en el secreto para no revelarlo. Por lo que respecta al control parlamentario, el Bundestag cuenta con una comisión parlamentaria en la que los diputados pueden hacer preguntas sobre el funcionamiento interno. Esta comisión, conocida como G10, también controla al BND (Servicio Federal de Inteligencia) y a los servicios de inteligencia internos del Ejército alemán. La comisión tiene derecho a acceder a los expedientes de los diferentes servicios secretos, a sus oficinas y hacer preguntas a sus funcionarios. Los ciudadanos también tienen derecho a preguntar sobre la información que los servicios de inteligencia alemanes hayan acumulado sobre ellos.

Francia

Los servicios de inteligencia franceses se pueden dividir entre el del exterior, dependientes del ministerio Defensa (DGSE), y el del interior (DGSI), dependiente del mismo ministerio del Interior. “La DGSE, a pesar de que tiene bastante prestigio en Francia, lo cierto es que a sus espaldas tiene bastantes escándalos. Por ejemplo, en 2017 se descubrió que varios de sus integrantes enviaban información a China. También está la vinculación de la DGSE con la petrolera Lafarge (francesa) en Siria que mantuvo su funcionamiento a cambio de pagar dinero al ISIS”, explica Del Amo.

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El hecho de que el terrorismo de Al Qaeda marcara el territorio francés como uno de sus objetivos conllevó un debate político de calado sobre la seguridad que derivó en la reorganización de los servicios de inteligencia y los cometidos que se les asignan a través de dos leyes, una aprobada en 2015 y otra en 2017, dedicadas, respectivamente, a la inteligencia y a reforzar la seguridad interior en la lucha contra el terrorismo. 

La ley de 2015 creó un organismo de nueva planta denominado Comisión Nacional de Control sobre las Técnicas de Inteligencia (CNCTR, por sus siglas en francés) que se yuxtapone a la Comisión parlamentaria de Control (Délegation Parlementaire au Renseignement) que fue creada en 2007.  LA CNCTR combina perfiles parlamentarios de diferentes cámaras y partidos con jueces y técnicos especializados en telecomunicaciones.

Del Almo recuerda que el pasado año el diario Le Monde sacó a la luz que el presidente francés, Emmanuel Macron, y varios ministros, fueron espiados por Pegasus. En este sentido, el analista no considera a España una anomalía entre los países de nuestro entorno. “En Francia y Alemania también tienen escándalos de espionaje. Para mí lo más grave es que nuestro presidente y ministros hayan admitido que han sido espiados por un agente exterior, y que los servicios de inteligencia hayan sido incapaces de actuar”, zanja.

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