La otra memoria

Una web recopila los crímenes de odio perpetrados en España en los últimos 30 años

Dos personas se dan la mano durante una concentración en Plaza de Sant Jaume de Barcelona contra el racismo.

Yaiza Oliva

El proyecto que este martes presentan los periodistas Miquel Ramos y David Bou es una exhaustiva recopilación de los 101 crímenes de odio, con 103 víctimas mortales, registrados en España durante los últimos 30 años. La investigación ha sido una combinación de buceo en hemerotecas, contacto con abogados, familiares y amigos de las víctimas y contraste con registros de ONG. El resultado se presenta en una web interactiva programada por Gerald Kogler y diseñada por Diego Muñoz. [Ver aquí]

Hace cinco años los periodistas publicaron un trabajo de documentación que recogía los homicidios y asesinatos motivados por el odio en España. A raíz de ese trabajo, comenta Miquel Ramos, les han contactado familiares y amigos de víctimas de odio para que incluyeran su caso en la lista. Ha habido casos que no se han incluido porque no tenían la suficiente certeza de que se trataran de delitos de odio.

Las protagonistas de este proyecto son las víctimas, explica Miquel, ya que no pueden caer en olvido y el discurso del odio culmina precisamente en eso, el olvido. Y la lista, desgraciadamente, se irá actualizando con nuevos casos. El objetivo fundamental de elaborar esta recopilación es "que la sociedad sea consciente de que los discursos de odio tienen consecuencias", expresan los autores. Y, en segundo lugar, ofrecer herramientas para que estos casos estén documentados.

Un crimen de odio es toda infracción penal donde la víctima, el espacio o el objetivo de la infracción se elige por su conexión, apoyo o pertenencia a un grupo que pueda estar basado en la raza, origen nacional o étnico, el idioma, el color, la religión, la edad, la minusvalía física o mental, la orientación sexual u otros factores similares, ya sean reales o supuestos. Esta es la definición de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) que ha servido de marco conceptual al trabajo.

El estudio no identifica a los autores de esta violencia contra las minorías. Aunque los grupos agresores quedan retratados en las noticias que el proyecto vincula justo al caso. No siempre la persona que comete un delito de odio tiene una ideología de extrema derecha pero “los prejuicios racistas, homófobos, xenófobos sí corresponden a esta identidad”.

En el caso de las personas migrantes, en algunas ocasiones, ni siquiera se identifica el suceso como un caso de odio por lo que no se aplica el agravante correspondiente. Este tipo de delitos están recogidos en el artículo 510 del Código Penal y se castigan con cuatro años de prisión y una multa de seis a doce años para los que fomenten el odio de manera directa o indirecta. El proyecto recoge los crímenes que han sido juzgados. Se tiene información de 46 casos en los que se ha condenado a los agresores -25 como asesinato y 21 como homicidio- y 4 cuyas sentencias han sido absolutorias.

El sensacionalismo de los medios

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Los medios de comunicación han discriminado a la hora de dar más o menos cobertura a un caso. Si la información viene acompañada de una imagen impactante, como fue el asesinato aporofóbico –aversión y el desprecio al pobre– de Rosario Endrinal, que fue quemada en un cajero de Barcelona, la noticia tiene más repercusión. Las personas sin hogar no suelen tener casi seguimiento mediático, el caso de Rosario es una excepción debido a que las cámaras de seguridad grabaron “la espectacularidad que buscan los medios de comunicación”, comenta Miquel Ramos.

Todos los crímenes de odio han sido identificados y documentados en la web. Y se puede ver cómo algunos casos tienen más noticias vinculadas que otros. Uno de los casos más comentados fue el de Guillem Agulló, asesinado a manos de neonazis del que recientemente se ha estrenado una película, el estreno más visto en la historia de la televisión valenciana.

A lo largo de estos treinta años sí se puede ver una evolución en el tratamiento informativo, comenta Miquel: “Ha habido más pedagogía en los últimos años con los delitos de odio, se aplica la legislación más a menudo, pero no han dejado de ocurrir”.

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