PREMIO A LA IGUALDAD

Safia El Aaddam: "El feminismo hegemónico es paternalista con las mujeres migrantes"

La activista feminista y antirracista Safia El Aaddam.

Safia El Aaddam (Tarragona, 1995) se pregunta si España es un país racista, pero el interrogante nace más como un gesto de cortesía que como la expresión de una duda razonable. Porque la joven activista lo tiene claro: sí, el racismo es estructural y lo impregna todo. El Aaddam es filóloga y autora de la novela Hija de inmigrantes (2022) y el ensayo España ¿racista? (2024). Lleva años haciendo del antirracismo su campo de batalla y confrontando con un discurso de odio que se hace fuerte cuando teje alianzas en redes sociales e instituciones. El Aaddam recibe este miércoles el Premio a la Igualdad en la II edición de los Premios Jóvenes infoLibre. Su apuesta es clara: un feminismo interseccional que interpele a las mujeres migrantes y a la clase obrera.

Has hecho batalla por el derecho a voto de las hijas e hijos de inmigrantes nacidos en España. ¿Por qué crees que este asunto no está entre las prioridades políticas?

El antirracismo no está en la agenda política. Tampoco los derechos de las personas migrantes, ni de sus descendientes, por eso se explica que a día de hoy haya miles de hijos de inmigrantes nacidos en España que no tienen la nacionalidad española y que por lo tanto ni pueden votar, ni pueden ser funcionarias públicas en muchísimos espacios.

El antirracismo no está en la agenda política

De ahí nació tu iniciativa para que los electores abstencionistas cedieran su voto a las personas migrantes y a sus hijos. ¿Cómo nació la iniciativa?

Surgió porque yo fui una de esas hijas de inmigrantes que, pese a haber nacido en España, no podía votar. A mí no se me concede la nacionalidad hasta que cumplo los 27 años. La solicité a los 18, pero hay muchísimos retrasos, cientos de miles de expedientes abandonados y más de cinco años de espera. Así que en todas las elecciones que pasan, no tengo reconocido ese derecho. A mí me interesa la política y soy muy activa en ese sentido, así que lo denuncio en redes sociales y aparecen muchos hijos de migrantes que están en mi misma situación. A partir de ahí, lanzo la campaña Votar es un derecho, votar es un privilegio, donde denunciamos esta democracia que no es real porque hay millones de personas que no pueden votar. Entonces personas de nacionalidad española a las que no les interesa la política deciden cedernos el voto, así nace la iniciativa.

¿Y qué impacto tuvo?

Logramos que miles de personas puedan votar desde 2019. Aunque ha habido denuncias desde hace años por la falta del derecho a voto para las personas migrantes, no se había puesto sobre la mesa esta problemática, ni se había desarrollado una acción para recuperar ese voto perdido. Esto ha llegado a las instituciones, ha llegado a los políticos y ha generado un debate, se ha hablado de ello, pero tampoco es que se haya solucionado absolutamente nada. Además nos hemos llevado denuncias por parte de la extrema derecha, porque les ha molestado y se han sentido amenazados. Ahora bien, sin éxito: la investigación se terminó archivando porque la nuestra es una campaña simbólica y quien ejerce el voto es quien puede hacerlo.

Los delitos de odio por razones racistas y xenófobas han pasado de 639 en 2021 a 856 en 2023. Además es la principal causa del odio, según datos del Ministerio del Interior. ¿Tenemos un problema con el racismo?

Totalmente. Como digo en mi ensayo, esos datos que nos sorprenden ni siquiera se ajustan a la realidad, porque hay muchísima gente que no denuncia por miedo a perder el NIE, porque no tienen papeles, por el racismo institucional y estructural que se encuentran en estas mismas instituciones, en las las comisarías. Esos datos lo que nos indican es que nos tenemos que alarmar muchísimo más, porque hay mucho más detrás. También nos tenemos que preguntar cómo se recogen esos datos desde la misma institución, quién hace esos informes y quién decide qué es racismo. Cuando hay datos y encima esos datos son malos, nos tenemos que llevar las manos a la cabeza porque la realidad es muchísimo peor.

Y frente a los datos, tenemos los bulos alentados por la extrema derecha ¿Existe también un discurso de odio en aumento?

Me preocupa más la pasividad de los partidos que no son de extrema derecha. Si estos salen a flote es porque no hay un antirracismo político y porque su discurso no tiene consecuencias. Evidentemente, cada vez va a ir a peor, ¿pero qué se ha hecho para frenarlo? Eso es lo que me preocupa, que no se ha hecho nada. El antirracismo que hay en la política es un antirracismo de postureo que no atiende a la realidad. No me preocupan los que ya conocemos como racistas, sino los que dicen que no lo son, que sus políticas no lo son, pero son todo lo contrario.

Si los partidos de extrema derecha salen a flote es porque no hay un antirracismo político y porque su discurso no tiene consecuencias

La izquierda ha tendido a centrar la defensa de las personas migrantes apelando a su capital laboral, a su potencial para ser productivos y útiles al mercado de trabajo. ¿Qué opinas?

El problema que tiene la izquierda es que no reconoce su racismo interiorizado, no reconoce que vivimos en un sistema que es racista y que por lo tanto ellos también van a reproducir conductas racistas. Ya no estamos en los años ochenta, donde el discurso lo sostenían mayoritariamente personas blancas y podían reproducir paternalismo y más racismo intentando defender a la población migrante. Ahora hablar en términos de economía únicamente y en términos de lo que aportamos y servimos, es deshumanizante y contribuye más al racismo. La gente se acaba cansando de que no se nos represente bien, se acaba cansando de los discursos en medios de comunicación y de que no se incluya realmente al antirracismo político más allá de estas defensas que se basan en que vamos a pagar sus pensiones.

Hablar de las personas migrantes en términos de economía únicamente es deshumanizante y contribuye más al racismo

Los dos ciudadanos senegaleses que en 2021 se jugaron la vida para intentar ayudar a Samuel Luiz, víctima de violencia LGTBIQ+, consiguieron regularizar su situación gracias a este hecho heroico. ¿Qué te dice esto?

Hay dos extremos: la criminalización de las personas migrantes, propia del discurso de la extrema derecha; y la heroicidad defendida por la izquierda. En definitiva, debemos jugarnos nuestra propia vida para merecernos derechos básicos y fundamentales. Ese discurso es deshumanizante hacia las personas migrantes y racializadas. Al final, únicamente tienen que existir los que ellos consideran, el resto no.

Carla es una mujer migrante de 35 años con cinco hijos. Denuncia a su pareja por violencia de género y no sólo no consigue justicia, sino que se queda sin trabajo y pierde la custodia de su bebé. Es una historia contenida en el reciente informe sobre Violencia Institucional Machista. ¿Cómo interseccionan machismo y racismo?

Cuando eres una persona migrante, racializada y precarizada, si eres además mujer, tienes todo en tu contra. Por eso reivindicamos un feminismo interseccional que recoja todas estas cuestiones. ¿Cómo puedes hablar de feminismo si estás dejando atrás la lucha de muchísimas mujeres que no se atreven a denunciar, porque van a perder a sus hijos, sus trabajos o porque muchas veces sus papeles dependen de la persona a la que denuncian? El racismo y el machismo institucional no contemplan otras realidades.

Las temporeras, las trabajadoras domésticas, las mujeres que pierden a sus hijos en los llamados arrancamientos… son casi todas mujeres pobres y migrantes. Se habla mucho del origen de los agresores, pero poco del origen de las víctimas. ¿Hay un discurso interesado?

Es evidente. No interesa conocer a las víctimas, por lo tanto no interesa atender el problema real. La gente utiliza ese discurso nacionalista simplemente por sus intereses. La extrema derecha dirá que los agresores son extranjeros, pero nunca dirá nada cuando las víctimas sean extranjeras y los agresores españoles. En el caso de la explotación laboral está claro: porque tienen poder sobre ellas, porque son sus jefes y de ellos dependen sus papeles. 

¿Es el feminismo paternalista con las migrantes?

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El feminismo hegemónico y blanco sí lo es. No solamente es paternalista, es supremacista y no sirve ni representa a las mujeres migrantes y racializadas, sino que se une al patriarcado para seguir oprimiéndolas.

Si el feminismo no recoge la denuncia y las opresiones que vivimos todas las mujeres, no es feminismo

¿Qué es el feminismo blanco?

Es un feminismo que únicamente busca la igualdad entre las mujeres blancas y los hombres blancos, dejando atrás, oprimiendo y pasando por encima de los derechos de las mujeres migrantes y racializadas. No se nos contempla, no se nos espera en esos espacios, no se reivindican nuestros derechos y nuestras voces no están ahí, por lo tanto nuestra opresión no está presente. Si el feminismo no recoge la denuncia y las opresiones que vivimos todas las mujeres, no es feminismo, porque no está representando a todas las mujeres, está representando únicamente a una parte de las mujeres: blancas y de clase media-alta.

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