Vox y la memoria de la memoria del franquismo
Como escribió Tzvetan Todorov en Los abusos de la memoria, no es lo mismo recuperar el pasado que utilizarlo. Sea lo que sea recuperar el pasado –prefiero no entrar en este espinoso debate aquí–, resulta claro a qué se refería el intelectual búlgaro con utilizarlo. Esta es la cuestión que me interesa analizar en este artículo. Hacerlo desde la visión que plantea la derecha radical en nuestro país implica necesariamente pensarla de manera sincrónica y diacrónica, tal como proponía Carl Schorske en La Viena de fin de siglo (1961). Se trata de mirar hacia atrás, pero también hacia los lados.
Existen muchos puntos en común entre Vox y las principales expresiones de la derecha radical global en su cuarta ola. Todas ellas comparten el tradicionalismo, el autoritarismo, un cierto nivel de populismo y un fuerte nativismo fundamentado en el argumento de que los colectivos inmigrantes amenazan los valores occidentales liberales clásicos. En este sentido, como ha planteado Benjamin Moffit, las derechas radicales presentan elementos de un contradictorio liberalismo iliberal.
Su apelación a la Historia muestra esta tensión con total claridad: mientras que cuando se refieren al presente tienden a exigir el respeto a los valores liberales, cuando miran hacia el pasado los planteamientos nativistas son los que dominan. Tal es el caso, por ejemplo, de Éric Zemmour, quien motivó que un amplio grupo de historiadores respondiera a su manipulación con el libro Zemmour contre l’histoire.
La derecha radical española no es ajena a este fenómeno. Vox y sus compañeros de ruta apelan al pasado en el marco de una batalla cultural contra aquellos “antiespañoles” que “piensan que la historia de España es algo terrible, que lo hemos hecho todo mal”, como decía Santiago Abascal en una conversación con Kiko Méndez-Monasterio editada en 2015 con el nombre Hay un camino a la derecha. Para Vox, como escribió el diputado europeo Hermann Tertsch el 18 de noviembre pasado en El Debate, España es “una de las naciones más antiguas del mundo, con el Imperio Romano, quizás la más decisiva en la configuración del mundo moderno y la humanidad”.
Para Abascal, la política es la guerra y la construcción de un imaginario heroico y martirial es parte de ella: la historia de España es siempre presentada como una historia de resistencia, lucha y victoria contra elementos externos e internos. Épica e irredentismo, masculinidad y espíritu bélico: todo ello da forma a una visión de la historia que bebe de las fuentes de la historiografía tradicional española de la cual se apropió el franquismo.
Los fundamentos intelectuales que sostienen esta visión remiten simultáneamente al mundo reaccionario de la década de 1930 y a la posterior renovación de la extrema derecha proporcionada por el filósofo Gustavo Bueno, que planteó en España frente a Europa (2000) la necesidad de volver a la Historia, a la lengua y la cultura para salvar la civilización occidental. Se trataba de articular una narrativa histórica nacionalcatólica, no excesivamente clerical y, siguiendo el modelo del regionalismo franquista, una cultura que proclamara el respeto por la variedad de los pueblos hispánicos y fortaleciera la unidad nacional. Estas ideas, que tienen claros vínculos con la nouvelle droite que comenzó a consolidarse en Francia e Italia después de 1968 y con la teoría del “choque de civilizaciones” de Samuel Huntington, fueron sintetizadas por Hermann Tertsch el 2 de junio del año pasado 2023 en El Debate: “Lo que está en juego es la supervivencia de nuestra civilización, de nuestra memoria y nuestra forma de vida y de entender el ser humano”. Se trataba, escribió el parlamentario de Vox con motivo del Día de la Hispanidad de 2023, de recuperar “el orgullo, la memoria y el amor a buscar y encontrar la verdad bajo tantas capas de mentiras” construidas por “los enemigos de España fuera y dentro”.
Todo comienza en el siglo VIII
La memoria que pretende proyectar Vox se expresó en el acto denominado 'Viva 22. La Historia que hicimos juntos', que tuvo lugar en Madrid a principios de octubre de 2022. Trajes regionales y disfraces de época enmarcaron los discursos de los principales líderes de Vox, que estuvieron acompañados por otras figuras de la ultraderecha global, desde Ted Cruz hasta Javier Milei, pasando por Viktor Orbán y Giorgia Meloni. Allí Santiago Abascal, tras acusar a un supuesto bloque homogéneo de la izquierda de pretender que “nos avergoncemos de la historia de nuestros mayores, de las tradiciones y los valores que hemos recibido”, dio paso así a un espectáculo que comenzó con una escenificación en la que un abuelo regalaba a su nieto un viejo libro, una Historia de España que representaba simultáneamente la continuidad nacional y familiar. “Todo comienza a principios del siglo VIII en la batalla de Covadonga”, afirmaba su primer capítulo.
Las apelaciones a la Reconquista habían aparecido en las elecciones generales de diciembre de 2015. Desde entonces, la ofrenda floral a Don Pelayo, “un tío con dos huevos”, como entonces le dijo hace ocho años Abascal a Rocío Monasterio, se ha ido repitiendo cada año en Covadonga, el lugar identificado como “el corazón de nuestra nación” y el último reducto de aquellos que no se habían rendido “ante el invasor ni ante la bajeza moral imperante en la sociedad”. A partir de 2018, con la entrada de Vox en las instituciones, la Reconquista –y la Batalla de las Navas de Tolosa dentro de ella– como mito nacional quedó insertada en un relato escrito en presente. En 2022, Vox propuso en Andalucía y Murcia que las celebraciones de los días oficiales de ambas comunidades se cambiaran a las respectivas fechas de las “reconquistas cristianas”. Los argumentos que sostenían estas propuestas, alejados de las visiones dominantes en la historiografía profesional, se habían desarrollado en un informe elaborado en octubre de 2021 por la Fundación Disenso y en algunas obras de publicistas como Iván Vélez, José Javier Esparza y Pío Moa. Como se había escrito en las 20 propuestas de VOX para combatir el fundamentalismo islámico (2015), la Reconquista era un símbolo de una lucha por recuperar “nuestra libertad, nuestra identidad y nuestra seguridad”. La palingenesia nacional, otra vez.
Los Reyes Católicos también ocuparon un lugar destacado en Viva 22. Ellos habían culminado con la Toma de Granada la misión histórica española iniciada por Don Pelayo. Fernando e Isabel –mucho más la segunda que el primero– eran los padres de la Hispanidad, una empresa civilizadora que había unido la mejor versión de la Europa católica con América. Como escribió Fernando Sánchez Dragó en un libro de conversaciones con Santiago Abascal publicado en 2019, la conquista era una hazaña que pocos pueblos europeos y mundiales podían reivindicar y era necesario recordarlo. Recogiendo y actualizando los argumentos que en 1934 había formulado Ramiro de Maeztu en Defensa de la Hispanidad, Vox se ha abocado a la construcción de la Iberosfera, una comunidad de naciones fundamentada en el legado de una conquista convenientemente expurgada de violencia y racismo, “un espacio de acción común de toda la Hispanidad” frente a las progresista Unión Europea, como escribió Hermann Tertsch. En este marco, conmemorando el Día de la Hispanidad de 2023, Vox registró en el Congreso una proposición no de ley “para promover las medidas necesarias para luchar contra la leyenda negra del imperio español” y “honrar la memoria de quienes participaron en la conquista de América”.
La verdadera historia de España está anidada a través de episodios que van desde la Reconquista y la España imperial de los Austrias –y la batalla de Lepanto como hecho capital– hasta la colonización de América. En este marco, las referencias a las luchas de Carlos V y Felipe II contra las potencias musulmanas son traídas al presente para condenar una “invasión musulmana” en España. Como escribió Ana Isabel Carrasco en Vox frente a la Historia, “Don Pelayo es el alfa, Abascal, el omega”.
Sin embargo, la historia contemporánea y sus momentos más espinosos son dejados en un segundo plano. A diferencia de algunos de sus propagandistas, Vox ha procurado eludir las referencias directas a la Guerra Civil y el franquismo –tal como se vio con las exhumaciones de Franco y José Antonio en Cuelgamuros– y se ha referido a estos procesos solamente a través de un intenso cuestionamiento a la memoria histórica y a las leyes impulsadas por los gobiernos socialistas. No obstante, además de cuestionarlas, ha intentado utilizarlas para imponer un relato según el cual las causas de la Guerra Civil y el intento de golpe de estado de julio de 1936 tuvieron sus orígenes en los hechos de octubre de 1934, tal como se observó en la polémica madrileña sobre las placas dedicadas a Francisco Largo Caballero e Indalecio Prieto. Aunque sin asumir el franquismo como un eje central de su memorialística, esto les permite retomar un discurso desprestigiado durante la Transición y generar una cierta complicidad con sectores de la sociedad que conservan un recuerdo positivo del franquismo. A pesar de que Franco ocupa un espacio menguante en la España actual, no puede decirse lo mismo sobre la visión del pasado que el dictador y la dictadura proyectan aún sobre nuestro presente.
Crónica privada de un Congreso maldito
Ver más
La Historia, como escribió Enzo Traverso, es siempre un campo de batalla. Para Vox y sus publicistas, es solamente una herramienta con la que construir un discurso para el presente. Lejos de recuperar el pasado, buscan utilizarlo. Al hacerlo, expresan localmente un proceso global de resistencia y contrataque frente a unos valores culturales tradicionales supuestamente amenazados. Frente a ello, es necesario desmontar sus argumentaciones historiográficamente, pero también es fundamental fortalecer la democracia en todas sus expresiones.
________________________________________
*Maximiliano Fuentes Codera es historiador, profesor en la Universitat de Girona y autor, junto a Javier Rodrigo, de ‘Ellos, los fascistas. La banalización del fascismo y la crisis de la democracia’ (Deusto, 2022).