Lecturas infalibles

Escandar Algeet viaja por EEUU con los 'beatniks' acelerados de Jack Kerouac

El poeta Escandar Algeet.

“Con la aparición de Dean Moriarty empezó la parte de mi vida que podría llamarse mi vida en la carretera”. Así presentó el escritor estadounidense Jack Kerouac al energético protagonista de su aún más acelerada novela, En el camino. El poeta Escandar Algeet (Palencia, 1984) también conoció a Dean Moriarty y ahora –trece años después de ese encuentro– ha decidido invitar a los lectores de infoLibre a que dediquen el verano a viajar con la historia de Kerouac.

El clásico publicado en 1957 es la elección del poeta palentino para la sección Lecturas infalibles. En ella, infoLibre pide a diferentes escritores y periodistas que recomienden un clásico para leer o releer durante el verano. ¿Y por qué En el camino? "Por su búsqueda de la vida en cada camino, sea elegido o no", responde Algeet, autor de La risa fértil (2017), su último poemario. 

 

Escandar Algeet empezó su viaje a los 17 años, cuando salió de su Palencia natal para estudiar cine en Ponferrada. Terminó en Madrid, donde se sumergió en una nueva ola de poesía española a partir de su libro Alas de mar y prosa (2009), y acompañado de jóvenes poetas como Carlos Salem, Marcus Versus o Irene X. Jack Kerouac también es considerado como uno de los pioneros de su movimiento literario, la generación beatbeat, nacida en Estados Unidos durante los años posteriores a la II Guerra Mundial. Los escritores Allen GinsbergWilliam S. Burroughs y Neal Cassady fueron sus compañeros de carretera y de generación.

Precisamente, la historia narrada en la novela de Kerouac está basada en sus viajes con ellos. Los personajes del clásico beatnik corresponden a personas que formaban parte de la vida del autor, incluidos sus amigos escritores. En la primera versión de En el camino, escrita en un largo rollo de papel, el protagonista, Dean Moriarty, aparecía con su verdadero nombre: Neal Cassady, un hombre cuya vida revolucionada lo consagró como un icono de su generación. "Estaba encerrado en Bukowski y descubrir a Neal Cassady fue como una liberación de mis referencias", relata el autor de Un invierno sin sol. "Me convertí en otra persona, mucho más honesta con mi amor por este mundo y mis ganas de descubrirlo y compartirlo con todas las locas personas que lo habitan", concluye.

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La obra de Kerouac marcó profundamente la escritura de Escandar Algeet. "Esa narrativa acelerada, donde lugares y personas con nombres propios se mezclan con emociones sin embargo comunes, y en la que respirar se hace entre capítulos... Mucho le debo", asegura el socio del bar Aleatorio, uno de los vórtices de la poesía madrileña. Más que una recomendación, En el camino es para Algeet una experiencia imprescindible. "En un mundo de normas y apariencias, dejarse llevar por el lado salvajemente vital de uno mismo sigue siendo un acto de belleza muy necesario", declara.

Sin embargo, otros clásicos no han causado tanto impacto en la mente detrás de los poemarios Y toda esa mierda y Ojalá joder, ambos publicados en 2015. Recuerda cómo Madame Bovary, de Gustave Flaubert, no alcanzó sus expectativas. "Lo leí en la misma época y sin duda no era el momento. Debería darle otra oportunidad. No supe disfrutarlo", admite.

¿Y los clásicos que quedan por leer? "Muchos, por desgracia", lamenta Algeet. "Tengo La broma infinita de Foster Wallace, 2666 de Bolaño, y Rojo y negro de Stendhal mirándome, desde hace un tiempo, con ojos inquietos desde la estantería". Aun así, siempre al pie del cañón en cuanto a poesía se refiere, invita a visitar varias obras del último año: "El espejo discreto, de Ana Pérez CañamaresAmapolas, de Silvi Orión; y Siemprevivas de María Nieto".

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