Miguel Rellán: “Si la alternativa es amnistía o que gobiernen PP y VOX, lo siento: amnistía”

El actor Miguel Rellán (Tetuán, 1943) ha desarrollado una larga carrera profesional en el teatro, el cine y la televisión, en la que se ha ganado el respeto del público y también de sus colegas. Rellán es un caso poco habitual de profesional de la cultura, ya que no tiene problema en exponer públicamente sus puntos de vista sobre cómo va el país. En la actualidad, está dedicado “como siempre” al teatro, girando por toda España con la obra Retorno al hogar, de Harold Pinter. Además, preside la sección de teatro del Ateneo de Madrid: “Estamos encantados. Le estamos dando la vuelta al Ateneo maravillosamente. Ahí tengo mucha plancha en todos los aspectos”.

Polarización

“Tengo una opinión negativa de la llamada polarización. Supongo que se puede entender desde el punto de vista positivo, es decir, tú defiendes unas ideas, yo otras, lo cual es perfectamente legítimo y normal. Me gustaría es que se defendieran con argumentos, con criterio, con buena educación. Ahora, tanto la política como el fútbol se han convertido en una especie de guerras incruentas. No es que se esté en desacuerdo con el otro por razones intelectuales sino por razones emocionales. Eres mi adversario, pero además eres mi enemigo y ya eso está mal. Y mi equipo, mi partido, haga lo que haga, estará bien. Eso se llama fanatismo”.

Calidad de la información

“No soy sociólogo, soy un ciudadano de a pie, dudo de mí. Me gustaría tener una opinión lo más acertada posible, pero, en primer lugar, desconfío de mi información, la pongo en duda, dudo hasta de mi sombra. Esta mañana a las seis se han puesto en marcha los departamentos de comunicación de todos los bancos, de El Corte Inglés... y por supuesto de los partidos políticos, haciendo que nos informemos de lo que quieren que pensemos. Estamos en un momento en el que parece que en general hay una atonía que nos lleva a conformarnos con la primera noticia que nos llega. De ahí las falsas noticias. Y la ciudadanía, en un porcentaje muy grande, se informa a través de medios que sabe que le van a dar la razón, van a reafirmar lo que piensa. Si no me reafirma no me vale. Cambio de dial, de periódico, de canal. Eso también se llama fanatismo.

Crispación en la vida cotidiana

“Hay un sector de la sociedad en el que la crispación es muy evidente, además a niveles infantiles. Hace poco, en la cola para dejar la maleta en el AVE, alguien intentó colarse y otro le llamó fascista. El grito de '¡Que te vote Txapote!' es la metáfora de esa polarización cotidiana. Si entramos en las redes, apaga y vámonos.

¿Por qué se produce? La imagen que nos dan los políticos en el Parlamento no es la más idónea. Leí a un sociólogo que decía que el tono del parlamento se notaba en la calle, trascendía. Creo que falta educación desde pequeño, desde el colegio, educar a ciudadanos con criterio, con independencia, con suficiente escepticismo para dudar. Y las redes creo que han sido determinantes para mal en ese aspecto. Después, esa atonía general. Una especie de vagancia, por la cual es mucho más fácil decir '¡Que te vote Txapote!' o '¡Fascista!' sin saber lo que digo”.

Redes sociales

“En primer lugar, declararé solemne y oficialmente que todos los inventos me parecen maravillosos. Todos, desde el martillo, pasando por el coche, hasta la internet. Los idiotas somos nosotros. Respecto a las redes sociales creo que lo negativo en la balanza está siendo mucho más potente que lo positivo. A mi juicio, esta época de banalidad de pronto convierte en un héroe de papel durante poco tiempo a alguien que tiene 25 millones de seguidores en Instagram. Ya me contarás por qué”.

Las tertulias

“No soy fiel espectador de televisión. Tendrían que verme hacer zapping. Lo hago muy bien. Pero no soy fijo de ninguna tertulia. Paso de una a otra si me interesa con una agilidad estupenda. Hay veces, muy pocas, que asisto a una tertulia civilizada donde los contertulios escuchan, donde argumentan y ahí sí me interesa el tema, me quedo. Pero, normalmente, es una especie de griterío. Hace relativamente poco estuve revisitando algún programa de La clave, de José Luis Balbín, donde se discutía un tema después de poner una película. Todos hablaban tranquilamente y escuchaban con atención. “Es muy interesante lo que ha dicho, pero no estoy de acuerdo en tres cosas”. O: “Estoy de acuerdo con una cosa, que yo creía que no, pero yo estaba equivocado”. Impensable hoy. Esto de ahora es un espectáculo deprimente, por eso no me quedo”.

Implicación política del mundo de la cultura

“No sé exactamente las razones por las que el mundo cultural no está tan implicado en política como hace un tiempo. Creo que no solamente el mundo cultural, en la ciudadanía hay una especie de hastío, de pereza, como de convencimiento de que es difícil cambiar las cosas. Me da mucha pena. La sociedad española parece que está anestesiada y que interesan pocas cosas. Yo no tengo hijos, que yo sepa, pero tengo muchos amigos con familiares que están en desacuerdo con esta cosa estúpida de que cada vez que llega un gobierno cambie la ley de educación. Siéntense de una puñetera vez y hagan una ley que valga para siempre. Todos los padres están hartos y los que no tenemos hijos decimos: “vamos a la calle”. “No, bueno, es que tengo una comida...”. Será que no nos importa tanto. Eso me irrita mucho porque no acabo de entender a mis queridos conciudadanos, ¿qué es lo que les importa?”

¿Gobierno o repetición electoral?

“Ojalá fuera profeta. Si dijera qué es lo que me gustaría de verdad, como alguien ingenuo y utópico, me gustarían unas elecciones y que arrasara el PSOE. ¿Dónde hay que firmar? Me encantaría. Y el PP arrinconado. Ahora, no las tengo todas conmigo, menos mal que en las últimas elecciones reaccionó la izquierda, que si no...

Otra vez volvemos al tópico, la izquierda es mucho más crítica. En general estamos todos desencantados con los políticos, pero la derecha menos. No me parece nada mal el Gobierno de coalición, los países democráticos más solventes del mundo trabajan con gobiernos de coalición, muchas veces de signo completamente contrario. Siguen adelante. De manera que no tengo una opinión porque no sé lo que pasaría. No sé qué es lo mejor. Si alguien lo sabe, que me lo diga”.

Amnistía

“Tengo el corazón partío. Escucho con atención a los que, como Martín Pallín, por ejemplo, magistrado emérito, dicen que no es inconstitucional, otros que sí. Me gustaría que Pedro Sánchez no tuviera que recurrir a eso, porque creo que hay que entender una amnistía como: “usted no ha cometido delito, es inocente. La sentencia ha sido mala, nula”. A hombre blanco no gustar esto.

Ahora, reivindico mi contradicción. Si la alternativa es la amnistía, con todos mis recelos, o que gobiernen el PP y VOX, lo siento: amnistía. PP y Vox han empezado a gobernar en algunas comunidades y lo primero que han hecho es suprimir alguna función mía. Han venido con la censura, que me la conozco de Franco. En cuanto viene un dictador, lo primero que prohíbe es el teatro, porque es un púlpito laico, una tribuna desde la que decir las verdades. Después van los libros, la prensa... De manera que todas las amnistías del mundo antes de lo que imagino como un Gobierno nacional. Prefiero no pensarlo”.

Pedro Sánchez

“Un tipo al que personalmente conozco. Me cae bien. Me parece un ejemplo de tenacidad, de supervivencia. Es capaz de flotar a pesar de todos los pesares. Me acuerdo cuando dijo eso de: “Yo no podría dormir si gobernara con Podemos”. Ni al que asó la manteca se le puede ocurrir que tenga algo de particular que tengas que pactar con Podemos. Lo que pasa es que en ese momento le conviene decir eso para congraciarse con un sector de su partido y sabe que se puede contradecir. Me acuerdo de Rajoy cuando dijo que haría lo contrario de lo que había prometido si las circunstancias lo propiciaban cuando había ganado las elecciones, pero seguramente hay que ponerse en el lugar de ellos. Tengo amigos colaborando en la reforma de la universidad y hay muchas cosas que se intentan y no se pueden hacer por convenios ya firmados... Se promete y luego no se puede. Ahora, o nos toman por tontos o lo somos”.

De Podemos a Sumar

“Podemos fue un grito que a todos nos dejó sorprendidos y llenos de esperanza, porque hacía falta un revulsivo. Aquella acampada en la Puerta del Sol nos removió a todos. ¿Caramba, hay posibilidad de hacer algo? Después viene Paco con la rebaja. Han hecho cosas que seguramente el PSOE con Pedro Sánchez a la cabeza no hubiera hecho si no hubiera estado ahí Podemos y después Sumar. Ahora, lo que no me gusta es que el primer deber de un revolucionario es ser astuto. Y ese no ponerse de acuerdo... Métanse ustedes en el despacho, discutan y salgan con un consenso. Cada uno tiraba para su lado. En ese aspecto ha sido deplorable y no sé qué va a ser de Podemos. Está de capa caída. Está reclamando un cierto protagonismo de manera un poco patética, pero creo que hasta ahora el paso de Podemos, con todas las críticas que se pueden hacer, no está mal, es positivo, está muy bien. Espero que continúe, aunque sea de modo residual, agitando el panorama.”

Chasco electoral del PP

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“No soy politólogo, ni sociólogo ni nada. Soy un ciudadano de a pie, insisto, pero creo que ha habido dos cosas muy evidentes. Una, que mínimamente se ha movilizado la izquierda. Por cierto, dicho sea de paso, un porcentaje importante de esa movilización va a las arcas de José Luis Rodríguez Zapatero, que hizo una campaña maravillosa.

Se movilizó la izquierda porque tenemos miedo. Y, por otra parte, yo conozco gente del PP a la que la inclusión de Vox no le hacía mucha gracia. Así que hubo gente del PP que se retrajo por el hecho de que fuera a la vez con VOX. Hay gente del PP, como es lógico, razonable y no extremista. Y entre unos y otros factores, raspando, salió la cosa, digo yo. No hay más milagritos.”

Auge mundial de la ultraderecha

“Parece que la historia se repite. Después de una crisis de 2008 gorda, después de la pandemia que ha influido más de lo que al menos yo pensaba, hay muchos aspectos donde se muestran las desigualdades evidentes en el mundo. De repente salen voces, populismo, que dan una aparente solución fácil a problemas complejos. Y claro, son lo peor. Es cuando sale un Trump, un Bolsonaro o un Milei al que le tengo más miedo que a Vox. Con Meloni en Italia... Hasta cierto punto es comprensible, para esa inmensa mayoría de pronto desencantada con los políticos, con las instituciones en general, entre una cierta desesperanza, surge un Capitán Trueno diciendo que lo va a solucionar. Con carisma, encanto, y allá que va. Luego llega la cruda realidad, pero ese es otro capítulo”.

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