Marruecos

El partido islamista PJD aspira a un tercer mandato en Marruecos en unas elecciones con nuevas reglas

Vista de unos manifestantes en centro de Rabat, en un acto del Partido Unión Constitucional (PUC).

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Los marroquíes están llamados este miércoles a las urnas para decidir indirectamente la composición del futuro Gobierno. Votarán en unas elecciones marcadas por la pandemia y en las que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD), de corte islamista, aspira a contener su aparente pérdida de popularidad y los daños colaterales de la nueva normativa para lograr un tercer mandato, según informa Europa Press.

Más de 17 millones de marroquíes se han inscrito para participar en una histórica jornada que, por primera vez, implicará elegir en un único día no solo a los miembros de la Cámara de Representantes, sino también a autoridades regionales y municipales.

El foco de interés, en cualquier caso, estará puesto en los comicios legislativos, a los que concurren más de una treintena de partidos. La eliminación del umbral mínimo de votos para obtener representación y la introducción de un nuevo cociente en el reparto de escaños teóricamente favorecerá la atomización de la Cámara.

El cambio de coeficiente complicará que un partido obtenga más de un diputado por circunscripción. "Al cambiar las reglas de cálculo, ningún partido político podrá tener matemáticamente más de 100 escaños, menos del 25% del total, lo que hace muy difícil que haya un claro ganador", explica la investigadora Rania Elghazouli en un artículo publicado por la Friedrich Naumann Foundation. Así, nadie duda a estas alturas de que de nuevo será necesario un pacto entre distintas formaciones para gobernar, en la medida en que ya es así desde el año 2011.

El PJD lleva dos décadas encabezando el Ejecutivo y quiere repetir, de nuevo con Saadeddine Othman como abanderado de la formación que en su día lideró Abdelilá Benkirane. Enfrente tendrá al Partido Autenticidad y Modernidad (PAM), que actualmente es la segunda fuerza con mayor representación en la Cámara, y a la Agrupación Nacional Independiente (RNI) que lidera Aziz Ajanuch, en cuyas manos estaría la mayor fortuna de Marruecos.

Otro de los cambios introducidos tiene que ver con la igualdad de género, ya que no serán 60 sino 90 los escaños que estarán reservados a mujeres en la próxima legislatura, de un total de 395. Sin embargo, ninguno de los principales partidos aspira a tomar las riendas con una mujer como cabeza de cartel.

Pendientes de la participación 

Las elecciones llegan tras un verano de récords en cuanto a los contagios de coronavirus, con cifras inéditas desde el inicio de la pandemia -picos superiores a los 10.000 positivos diarios-. El reino alauí aún tiene unos 47.000 casos de covid-19 activos y avanza hacia los 900.000 en términos globales.

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La celebración simultánea de distintas elecciones entronca con el interés de las autoridades de alentar la participación, si bien la jornada se desarrollará aún bajo una emergencia que, por ejemplo, establece restricciones a la movilidad a partir de las 21.00 horas. En 2016, la participación ya fue inferior al 43%. Además, este mismo lunes, el Ministerio de Educación ordenó aplazar al 1 de octubre el arranque del curso escolar, con la esperanza de que para entonces los contagios estén ya más contenidos. Más de 15 millones de personas han completado la pauta de vacunación en Marruecos, según datos oficiales recogidos por la agencia MAP.

Otro factor que amenaza la participación tiene que ver con la aparente desconfianza que ha cundido entre la ciudadanía hacia los partidos, a pesar de que el PJD ha permanecido teóricamente limpio de casos de corrupción. Según un sondeo publicado este año por el Instituto de Estudios Sociales y Mediáticos de Marruecos, alrededor de seis de cada diez marroquíes no se fían ni de los partidos y de sus programas.

Pase lo que pase, tampoco se prevén grandes cambios en la política de Marruecos, que sigue girando al ritmo que le marca el rey, Mohamed VI, a pesar de los cambios introducidos en la Constitución para aplacar posibles revueltas derivadas de la Primavera Árabe de 2011. No en vano, dependen directamente del monarca departamentos clave como Interior o Exteriores.

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