‘Ginny y Georgia’, más es más en esta fórmula triunfadora

Fotograma de la serie 'Ginny y Georgia' de Netflix

En el precalentamiento de Netflix antes de la tercera y última temporada de El juego del calamar, se ha estrenado en la plataforma la tercera temporada de una serie con menos presencia en prensa, pero igualmente esperada por su audiencia, Ginny y Georgia

En 61 países se trata de la oferta más vista de Netflix esta semana y algo parecido ha ocurrido con las dos temporadas anteriores, que además han vuelto a lo más visto. Cada entrega se ha hecho esperar durante dos años, pero su público no se había despistado y estaba esperando. 

Entre lo comercial y lo sorprendente

Los motivos que explican semejante fidelidad derivan de una mezcla entre ingredientes comerciales y riesgo narrativo. Por el lado más resultón destaca un reparto con protagonistas más guapas que modelos publicitarias

La actriz Brianne Howey, Georgia en la historia, se presenta como una actualización de la Julia Roberts que rompió taquillas. Viste y sonríe como una mezcla de los personajes de Pretty woman y Erin Brockovich. Radiante, explosiva y con mucha calle.

Una Julia Roberts actualizada

La relación con su hija, interpretada por Antonia Gentry, remite automáticamente a la Las chicas Gilmore, la encantadora serie de Amy Sherman-Palladino sobre una madre y una hija casi igual de juveniles. Ambas referencias, esta serie y Julia Roberts, son citadas expresamente en el primer episodio de Ginny y Georgia.

Bajo esta superficie rutilante, la gente guapa, el pueblo encantador y la casa perfecta, la serie combina crímenes, culpa, dolor, y una protagonista no tan angelical, a la que un pasado muy duro ha dejado huella.

Dolor que convive con la comedia

Ahí es donde este título toma su riesgo, con unos cambios de tono inesperados. Tan pronto habla el lenguaje de la comedia, ligero y chispeante, como torna a cruda, ya sea hablando de abusos, sexo o violencia.

Esta audacia puede ser el resultado de una creadora debutante en este trabajo, que reconocía en sus entrevistas sobre la primera temporada que la sala de guionistas se permitía un caos de géneros y estilos para contar las vidas de unos personajes llenos de problemas.

Escrita tras una dura ruptura

Esta guionista es Sarah Lampert, nada que ver con la también creadora de estupendas series, Sarah Lambert. Lampert escribió el germen de esta serie como parte de un curso de guion que tomó para disciplinarse más y aprender a cumplir plazos de entrega.

Según el medio Creative screenwriting, la propia autora había vivido una ruptura devastadora que quiso volcar en la serie para al menos sacar algo de provecho de su trauma. 

Ni buenos ni malos, rotos

Lampert explicaba que el tipo de personajes que le gusta crear no funcionan en el eje de buenos y malos. Su tesis afirma que “es duro ser humano” y Georgia, la protagonista de esta serie, es una superviviente. Hace lo que tiene que hacer, a algunos les parecerá mal y a otros inevitable.

En su promoción para Netflix desarrolla esta idea: “Me gusta que los personajes sean un lío, humanos. Me gusta profundizar en un personaje que no gusta a los fans y que se gane un poco de empatía. Y viceversa, un personaje favorito, con apoyo incondicional, puede equivocarse”. Cree que la gente es un caos y busca representarlo en pantalla. 

Abordaje serio de problemas de salud mental

Los personajes se explican no solo a través de sus acciones, también de la voz en off que verbaliza como se sienten y le da cierto carácter literario al relato. Varios de ellos afrontan serias turbulencias en sus vidas y el equipo de guion cuenta con el asesoramiento de Mental Health America, una importante organización no gubernamental de Estados Unidos. 

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A lo largo de las temporadas, la serie se ha deslizado más hacia el mundo adolescente, representado por la hija, Ginny, y un hermano menor, Austin. Los problemas que arrastran sirven para profundizar en un relato de crecimiento y de paso a la edad adulta.

Un refugio para adolescentes con problemas

La serie busca reflejar problemas reales y contemporáneos de los y las adolescentes y ofrecer un refugio a la audiencia que se vea retratada. Por eso, sus guionistas disfrutan de las paradojas como querer a alguien que te trae problemas o aspirar al bien y cometer graves errores en el camino. 

Con su mezcla entre lo efervescente y lo oscuro, Ginny y Georgia se ha consolidado como uno de los títulos más importantes en el almacén de Netflix. A la vez que la tercera temporada se firmó la cuarta. Sus seguidores confían que no se haga esperar tanto como las anteriores.

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